Tres lecciones modernas de la Visitación

lecciones de la Visitación de María representadas en pintura renacentista

Por John M. Grondelski

La fiesta de la Visitación ofrece varias perspectivas provida cuya articulación explícita —especialmente cuando algunas denominaciones cristianas están alineadas con el activismo proaborto— es vital en la América contemporánea. Mientras los católicos la celebran litúrgicamente, los protestantes no deberían ignorar la Visitación. Está narrada en el Evangelio de Lucas (1,39-45), quien trata las concepciones y nacimientos de Jesucristo y de Juan el Bautista en paralelo. La Visitación presenta tres ideas relevantes para la América de hoy, donde nuestros obispos católicos han declarado que la protección de la vida es la cuestión preeminente que enfrenta este país.

Primera lección: apoyo práctico y solidaridad con las madres.

María, también madre, parte con prontitud hacia la región montañosa de Judea (v. 39). Lo hace al recibir la noticia, como parte de su invitación a ser Madre de Dios, de que, a pesar de su supuesta esterilidad, Isabel, tu parienta, ha concebido un hijo en su vejez (v. 36). Al igual que su propio embarazo, el embarazo de la pariente de María es presentado como un don y una señal divina.

Pero por extraordinarios que sean los orígenes de estos embarazos, María también ve el aspecto natural de estos eventos llenos de gracia: Isabel es mayor, su embarazo está más avanzado, y necesitará ayuda. El viaje de aproximadamente 145 kilómetros desde Nazaret hasta Ein Karem tiene por objeto brindar asistencia práctica por parte de una mujer más joven (que también aprenderá de la experiencia).

La actitud de María es particularmente relevante como signo contemporáneo de los tiempos. Han pasado tres años desde que Dobbs (resuelto en la festividad del nacimiento de Juan el Bautista) anuló Roe vs. Wade. Puede decirse que la eliminación de las barreras constitucionales a la protección de la vida prenatal hizo aún más urgente la tarea de brindar ayuda concreta a las mujeres con embarazos difíciles.

Desde Dobbs, diversos regímenes normativos sobre el aborto y centros provida de ayuda en crisis han sido objeto de ataques criminales y de ofensivas políticas por parte de los demócratas. Inspirada en la Visitación, la USCCB debería considerar, como prioridad moral y pastoral, un plan provida nacional: asistencia real y práctica en toda parroquia católica de los Estados Unidos.

Segunda lección: afirmación clara del respaldo bíblico al niño por nacer.

El encuentro entre María/Jesús e Isabel/Juan pone de relieve a las cuatro personas. El saludo de María, recibido por Isabel, provoca una reacción en Juan (el niño saltó en mi vientre), lo cual se convierte en una declaración confesional por parte de Isabel.

Lucas deja claro que todos están implicados: no se trata solo de María e Isabel como portadoras de embriones (término usado en acuerdos de maternidad subrogada en el Israel contemporáneo). La teología católica habla de María como el arca de la alianza, pero Lucas no trata a las mujeres como meros recipientes o lugares de gestación. Son madres, junto con sus hijos.

Una verdad a menudo pasada por alto sobre el respaldo bíblico a la vida prenatal se encuentra en este texto: la palabra griega para niño, βρέφος. Dos veces, al hablar del Juan prenatal, el médico Lucas usa ese término.

La primera es en 1,41, donde el evangelista mismo relata que Juan saltó en su vientre. La segunda es cuando Isabel confirma la narración, declarando con la misma palabra griega que el niño en mi vientre saltó de alegría. ¿No se nos dice que hay que creer a las mujeres?

No se puede argumentar que el texto en inglés introduce sesgos provida en la traducción, porque la misma palabra griega βρέφος se aplica a Jesús después de su nacimiento. Tenemos por testimonio angélico que un βρέφος recién nacido será encontrado envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

Cuando los pastores que recibieron ese anuncio llegaron a Belén, encontraron a María y a José y al βρέφος, que estaba acostado en el pesebre. Particularmente para los protestantes que son defensores de la Sola Scriptura y de la verdad literal de la Biblia, el hecho de que se use el mismo término antes y después del nacimiento deja claro que el Evangelio no considera al niño en el vientre como un mero conjunto de células.

Tercera lección: rechazo al enfoque exclusivo en la mujer.

Los defensores del aborto trabajan arduamente para borrar al niño por nacer de toda consideración. Descripciones despectivas como masa de tejido suelen acompañarse de eufemismos que evitan la palabra aborto, recurriendo a sustitutos clínicamente asépticos como salud reproductiva.

Pero la eliminación del niño por nacer no ha sido exclusiva de los promotores del aborto. También ha habido un giro lamentable en algunas partes de la comunidad provida que, sin negar al niño por nacer, ahora lo minimizan para centrarse en la mujer, quizás con la esperanza de hacer que la oposición al aborto resulte más aceptable políticamente.

A veces esto adopta la forma de una disminución, quizás bienintencionada pero injustificada, de la agencia de la mujer al centrarse en el papel del médico, del padre del niño, de los padres de ella o de la sociedad en presionarla para abortar. No les hacemos ningún favor si disminuimos automáticamente su responsabilidad insinuando una capacidad de decisión reducida.

Este tipo de pensamiento, aunque bienintencionado, también tiende a minimizar la existencia y los derechos del niño. Paradójicamente, logra lo que el juez Blackmun advirtió en Roe: aislar a la mujer en su privacidad. (410 US 113, p. 159)

El relato bíblico de la Visitación nunca hace eso: siempre es madre e hijo. (Lo mismo sucede en la oración católica básica, el Ave María, donde aquella que es bendita entre las mujeres nunca está separada del fruto de tu vientre).

Lo vemos en la actitud desinteresada de María: consciente de que es madre, se pone ella misma y a su Hijo al servicio de Isabel y de Juan. La reacción de María no es sobre sí misma, sino sobre la otra madre.

La Visitación presenta incluso a la Madre de Dios como sierva del otro, la esclava del Señor (y no en sentido peyorativo) al estar al servicio de los demás. Esa perspectiva es un contrapeso diametral a la imagen cultivada por Roe de la mujer embarazada como aquella cuya identidad materna depende de su elección, de su fiat autónomo.

Acerca del autor

John Grondelski (Ph.D., Fordham) fue vicedecano de la Escuela de Teología de la Universidad Seton Hall, en South Orange, Nueva Jersey. Todas las opiniones aquí expresadas le pertenecen exclusivamente.