El controvertido cardenal electo y asistente espiritual del Sínodo, padre Timothy Radcliffe, ofreció una meditación inspirada en el milagro de la curación de la hija de la cananea, destacando la importancia de enfrentar «preguntas complejas» sin buscar respuestas inmediatas.
Durante su intervención en la sesión del Sínodo, celebrada el 10 de octubre en el Aula Pablo VI, Radcliffe subrayó la misión de la Iglesia de vivir con cuestiones difíciles y atender al «grito de todas las madres y padres del mundo», especialmente aquellos cuyos hijos sufren las consecuencias de la guerra y la pobreza.
El religioso dominico comenzó su discurso abordando las expectativas que algunos tienen sobre el Sínodo, al esperar respuestas rápidas y sencillas: «¡Muchos quisieran que este Sínodo diera una respuesta inmediata – sí o no – sobre diversos temas! Pero no es así como la Iglesia penetra en el profundo misterio del Amor Divino». Subrayó que, en lugar de evitar las preguntas incómodas, es necesario detenerse en ellas y reflexionarlas «en el silencio de la oración y de la escucha mutua». Este enfoque, explicó, permite profundizar en el verdadero misterio de la fe.
En su meditación, Radcliffe se refirió a la historia del Evangelio en la que Jesús sana a la hija de la mujer cananea. En este relato, la mujer, desesperada por la salud de su hija, recibe inicialmente una respuesta indiferente por parte de Jesús, quien afirma que «no es bueno tomar el pan de los hijos y echárselo a los perros». Sin embargo, la fe inquebrantable de la mujer convence a Jesús, quien finalmente concede el milagro: «Mujer, verdaderamente grande es tu fe. ¡Que se te haga como deseas!». Este episodio, explicó Radcliffe, enseña que es necesario enfrentarse a preguntas difíciles y persistir, sin esperar respuestas inmediatas.
Preguntas sin respuesta
El padre Radcliffe reflexionó sobre la actitud de Cristo en el episodio, señalando que su aparente rudeza al comparar a la mujer con un perro, y su silencio inicial, no son actos de rechazo, sino momentos de escucha profunda: «En este silencio, que no es rechazo sino raíz de toda oración, nuestro Señor escucha a la mujer y escucha al Padre». Así, destacó que la Iglesia debe aprender a convivir con preguntas profundas para las que no existen respuestas rápidas, del mismo modo que los primeros concilios cristianos afrontaron cuestiones complejas como la inclusión de los gentiles en la Iglesia o la naturaleza divina de Jesús.
Radcliffe instó a los participantes del Sínodo a no evitar las preguntas incómodas que surgen en el debate actual. Entre las cuestiones que considera fundamentales, mencionó: «¿Cómo pueden los hombres y las mujeres, creados a imagen y semejanza de Dios, ser iguales y al mismo tiempo diferentes? ¿Cómo puede la Iglesia ser la comunidad de los bautizados, todos iguales, y al mismo tiempo Cuerpo de Cristo, con roles y jerarquías diferentes?». Estos dilemas, afirmó, deben ser objeto de reflexión y oración, en lugar de eludirse.
Escuchar para aprender, no para responder
El cardenal electo también subrayó la importancia de una escucha activa que permita aprender de los demás: «La invitación es a escuchar no para responder, sino para aprender». Utilizó como ejemplo la referencia de Jesús a la mujer cananea, observando que, aunque las palabras de Cristo podrían considerarse ofensivas, «Jesús, sumamente creativo, trasciende los límites culturales de su pueblo». Radcliffe exhortó a los presentes a abrir su imaginación a nuevas formas de vivir la fe y de ser una comunidad inclusiva.
Como conclusión, Radcliffe animó a los participantes del Sínodo a perseverar en la búsqueda de respuestas dentro de la Iglesia, tal como la mujer cananea no se rindió a pesar de la respuesta hostil inicial: «Por favor, quédense, sean cuales sean sus frustraciones con la Iglesia. ¡Sigue preguntándote! Juntos descubriremos la voluntad del Señor».