Francisco “se venga” de los africanos por su rechazo a Fiducia supplicans en el consistorio

Francisco “se venga” de los africanos por su rechazo a Fiducia supplicans en el consistorio

El Papa ha expresado a menudo su amor por las periferias, pero hay unas en concreto que se han ganado su disfavor: el África negra, rebelde contra los postulados de Fiducia supplicans. Así que en el reciente nombramiento de cardenales solo ha elegido, de todo el continente, a dos prelados blancos del Maghreb que sí aplauden el documento sobre las bendiciones a parejas homosexuales.

En un momento de crisis generalizada, apostasías masivas y sequía de vocaciones y práctica religiosa, el África negra es un vivero donde el catolicismo se expresa en una extraordinaria vitalidad. Pero sus prelados han cometido el ‘error’ de oponerse a uno de los proyectos del Pontífice, la declaración Fiducia supplicans, y eso les ha costado el capelo.

Es una llamativa anomalía. Camerún, con 4 millones de católicos, un cuarto de su población, tiene más de 1.200 sacerdotes y otros tantos seminaristas en formación, pero ni un solo prelado en el colegio cardenalicio. Tampoco el fructífero Benín, con sus tres millones de católicos, casi ochocientos sacerdotes y más de mil monjas. Ni siquiera Nigeria, verdadero pulmón de la Iglesia católica, que con sus más de 40 millones de católicos, sacerdotes, seminaristas y religiosos que ya no pueden contarse, y una fe fuerte, atemperada por una persecución continua, tiene sino un solo cardenal elector, Su Eminencia el cardenal Peter Okpaleke, sin que a Francisco se le hubiera ocurrido sustituir al menos a uno de los tres ahora no electores (Arinze, Okogie, Onaiyekan).

No, Francisco prefiere el norte de África, donde los prelados, blancos, destacan por sus posiciones ‘innovadoras’ y, por tanto, del agrado del Santo Padre. Como el obispo de Argel, el dominico francés monseñor Jean-Paul Vesco, pastor de unas 4.000 almas, en su mayoría no argelinas, sobre un total de más de 12 millones de habitantes.

Y no es probable que ese número vaya a crecer, a juzgar por la visión de Vesco. “Debemos liberarnos de la idea de que debemos evangelizar, hacer que otros se acerquen a nuestra verdad y al mismo tiempo aceptar que puede haber incluso en el Islam hay una parte de la verdad que se nos escapa», ha dejado escrito el recién elegido cardenal.

Pero no es la única posición ‘sinodalmente correcta’ del próximo cardenal. En 2015, Vesco publicó un libro titulado ‘Tout amour véritable est indisoluble… Plaidoyer pour les divorcés-remariés’ (Todo amor verdadero es indisoluble. Consideraciones en defensa de los divorciados vueltos a casar ), en el que Vesco pretende abrir las puertas de la vida sacramental a los divorciados vueltos a casar que siguen viviendo more uxorio, disociando el matrimonio sacramental y la indisolubilidad. En la práctica, sería el bien de la indisolubilidad, cualquiera que sea la situación en que se encuentre, el que abre las puertas a estas parejas que, de divorciadas y casadas de nuevo, se transforman mágicamente en “personas comprometidas en una segunda alianza conyugal fiel y estable, no necesariamente formalizado con un matrimonio civil», escribe Luisella Scrosati en La Nuova Bussola Quotidiana. Según Vesco, la indisolubilidad sería, por tanto, una figura antropológica, no sacramental, y por tanto, dondequiera que se encuentre, expresa un amor auténtico, que por tanto no puede mantenerse más estrechamente en las categorías restringidas del pecado.

En cuanto al segundo ‘norteafricano’ agraciado con el capelo, el salesiano español Cristóbal López Romero, no le va a la zaga en cuanto a identificación con la línea francisquista. Durante la improbable Vigilia penitencial de apertura del Sínodo, el prelado había pedido perdón “por haber vuelto la cabeza hacia el otro lado ante el sacramento de los pobres, prefiriendo adornarse a nosotros mismos y al altar con una preciosidad culpable que quita el pan a ‘hambriento».

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