Tras la fría noche bajo un manto de estrellas, cobijados en carpas y en tiendas de campaña, los peregrinos amanecían temprano para tomar su desayuno y pronto iniciar la ruta.
Algunos sacerdotes madrugaban para celebrar la Santa Misa y traer a Nuestro Señor al mundo bajo las especies de pan y vino. A las 8:30 se iniciaba la marcha. Como siempre jalonada de cantos, oración y mediaciones catequéticas.
A las 13h llegaban a la Capilla de la Virgen de la Cueva en Infiesto para tomar el almuerzo y reposar un poco. Si la mañana se mostró calurosa, el sol auguraba una tarde caliente que, sumada a la dureza del camino por la orografía del terreno, garantizaría a los peregrinos una importante dosis de penitencia, dolor y mortificación, pero ya sabemos que «sin dolor no hay gloria».
A las 14 h se ponía en marcha la columna de los mas de 1.600 peregrinos que, a pesar de las inclemencias del camino, no cejaban en su ánimo y en su empeño, caminar hasta María.
A las 17 h llegaban al campamento base instalado en un amplio prado a las afueras de Sevares. Al llegar, hubo sacerdotes que celebraron la Santa Misa en los altares preparados ad hoc. El esfuerzo de los peregrinos, por su parte, se vio recompensado por un refrescante baño al que invitaba el río que por allí pasa.
Tras el baño fluvial, los participantes de la peregrinación fueron concentrándose en el centro de la pradera donde estaba todo dispuesto para la celebración de la Misa Solemne.
Podemos hablar -disculpen mi atrevimiento – de un «milagro» que ha ocurrido: la Misa se presentaba bastante incomoda dado que había un sol de justicia que caía sobre los presentes. Justo en el momento de comenzar la celebración, a los primeros acordes del órgano, una nube tapó el sol creando sombra con una fresca brisa que contribuyó a una cómoda y provechosa celebración.
La Santa Misa fue oficiada por el P. Rodrigo Menéndez, actuando como diácono el P. Raúl Olazábal del ICRSS, de subdiacono Manuel Vázquez de la FSSP. La predicación ha corrido por cuenta del P. Daniel, de la archidiócesis de Sevilla, quien ha comentado el versículo del salmo 77 «Panem angelorum manducavit homo» (el hombre comió pan de ángeles) para indicarnos la adoración que los ángeles hacen a la Eucaristía y cuál debe ser nuestra actitud de adoración ante este admirable sacramento.
Además, asistió de coro Mons. Marco Agostini, ceremoniero del Papa y oficial de la Secretaria de Estado del Vaticano. El coro interpretó música litúrgica polifónica de madera magistral. El ordinario fue el de la misa Orbis factor y otras alternadas con polifonía.
Tras la celebración de la Santa Misa, los peregrinos se retiraron unos a cenar, otros a darse el último baño pero sobre todo a descansar.
Mañana temprano comenzará la etapa final al encuentro de la Madre de Covadonga, que tiene por trono la cuna de España.
P. Francisco Torres Ruiz