En el Mensaje para la Jornada Mundial de la Creación, prevista para el 1 de septiembre, el Papa advierte contra la arrogancia del poder tecnocrático del hombre sobra la Naturaleza.
«Pretender poseer y dominar la naturaleza, manipularla a nuestro gusto, es una forma de idolatría», ha advertido el Santo Padre en su mensaje para la Jornada Mundial de la Creación de septiembre. Ya que “la tierra, aunque confiada al hombre, sigue siendo de Dios”.
“Es el hombre prometeico, ebrio de su propio poder tecnocrático, quien con arrogancia pone la tierra en condición ‘deshonrada’, es decir, privada de la gracia de Dios», continúa Francisco citando a Benedicto XVI: «No es la ciencia la que redime al hombre. El hombre es redimido por el amor, el amor de Dios en Cristo, del cual nada ni nadie podrá jamás separarnos.»
“Continuamente atraída por su futuro, la creación no es estática ni cerrada en sí misma”, analiza el Papa, para quien quien hoy, “también gracias a los descubrimientos de la física contemporánea, el vínculo entre materia y espíritu se presenta de una manera cada vez más fascinante hasta donde sabemos».
La protección de la creación es, por tanto, «una cuestión eminentemente teológica, además de ética: «En esta historia está en juego no sólo la vida terrena del hombre, sino sobre todo su destino en la eternidad, el eschaton de nuestra bienaventuranza, el Paraíso. de nuestra paz, en Cristo Señor del cosmos, Crucificado-Resucitado por amor».
Esperar y actuar con la creación, concluye Francisco, «significa vivir una fe encarnada, que sabe entrar en la carne sufriente y esperanzada de los hombres, compartiendo la espera de la resurrección corporal a la que los creyentes están predestinados en Cristo Señor».