Francisco recuerda en el Ángelus a Manuel Blanco, su confesor fallecido con 85 años

Papa Francisco
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Durante el tradicional rezo del Ángelus, el Papa Francisco reflexionó sobre un pasaje del Evangelio en el que Jesús calma una tormenta en el lago de Tiberíades. El Pontífice destacó que, aunque Jesús estaba durmiendo, fueron los discípulos quienes lo despertaron debido al miedo, subrayando la necesidad de confiar en Jesús incluso en medio de las dificultades.

El Papa explicó que Jesús no solo quiso poner a prueba a sus discípulos, sino fortalecer su fe y valentía. Tras la experiencia de la tormenta, los discípulos se sintieron más conscientes del poder y la presencia de Jesús, preparándolos para futuros desafíos en la proclamación del Evangelio.

Francisco comparó esta experiencia con la Eucaristía, donde Jesús nos reúne, nos alimenta y nos envía a compartir su mensaje, incluso en situaciones difíciles. Afirmó que Jesús no nos exime de las contrariedades, pero siempre nos acompaña, dándonos el coraje para superar obstáculos.

El Papa instó a los fieles a recordar los momentos en que han sentido la ayuda de Dios en tiempos de prueba y a buscar la calma en la oración, el silencio y la comunión fraterna. Concluyó pidiendo a la Virgen María que, con humildad y valentía, nos conceda la serenidad para confiar en Dios en momentos difíciles.

Les ofrecemos las palabras completas del Papa durante el Ángelus:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buen domingo!

Hoy el Evangelio nos presenta a Jesús en la barca con los discípulos, en el lago de Tiberíades. De repente llega una fuerte tormenta y la barca corre peligro de hundirse. Jesús, que estaba durmiendo, se despierta, amenaza al viento y todo vuelve a la calma (cf. Mc 4,35-41).

Pero en realidad él no se despierta, ¡lo despiertan ellos! Con tanto miedo, son los discípulos los que despiertan a Jesús. La noche anterior, Jesús mismo había dicho a los discípulos que subieran a la barca y cruzaran el lago. Tenían experiencia, eran pescadores y ése era su ambiente de vida; pero una tormenta podía ponerles en dificultades. Parece que Jesús quiere ponerlos a prueba. Sin embargo, no los deja solos, se queda con ellos en la barca, tranquilo, incluso durmiendo. Y cuando estalla la tormenta, con su presencia los tranquiliza, los anima, los incita a tener más fe y los acompaña más allá del peligro. Pero podemos hacernos esta pregunta: ¿Por qué Jesús actúa así?

Para fortalecer la fe de los discípulos y para hacerlos más valientes. En efecto, salen de esta experiencia más conscientes del poder de Jesús y de su presencia en medio de ellos y, por tanto, más fuertes y dispuestos a afrontar los obstáculos y las dificultades, incluido el miedo a aventurarse a proclamar el Evangelio. Habiendo superado esta prueba con Él, sabrán afrontar muchas otras, incluso hasta la cruz y el martirio, para llevar el Evangelio a todos los pueblos.

Y Jesús hace lo mismo con nosotros, particularmente en la Eucaristía: nos reúne en torno a Sí, nos da su Palabra, nos alimenta con su Cuerpo y su Sangre, y luego nos invita a ponernos en camino, a transmitir a todos lo que hemos oído y a compartir con todos lo que hemos recibido, en la vida cotidiana, incluso cuando es difícil. Jesús no nos ahorra las contrariedades, pero sin abandonarnos nunca, nos ayuda a afrontarlas. Nos vuelve valientes. Así también nosotros, superándolas con su ayuda, aprendemos cada vez más a aferrarnos a Él, a confiar en su poder, que va mucho más allá de nuestras capacidades, a superar incertidumbres y hesitaciones, cerrazones y prejuicios, con valentía y grandeza de corazón, para decir a todos que el Reino de los Cielos está presente, está aquí, y que con Jesús a nuestro lado podemos hacerlo crecer juntos más allá de todas las barreras.

Preguntémonos entonces: en tiempos de prueba, ¿soy capaz de hacer memoria de los momentos de mi vida en los que he experimentado la presencia y la ayuda del Señor? Pensemos: Cuando llega alguna tormenta, ¿me dejo arrollar por la agitación, o me aferro a Él, – hay muchas tormentas interiores – para encontrar la calma y la paz en la oración, en el silencio, en la escucha de la Palabra, en la adoración y en el compartir fraterno de la fe?

Que la Virgen María, que aceptó la voluntad de Dios con humildad y valentía, nos conceda, en los momentos difíciles, la serenidad del abandono en Él.
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Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas

Saludo a todos ustedes, romanos y peregrinos de Italia y de varios países.

Saludo en particular a los fieles de Sant Boi de Llobregat (Barcelona) y a los de Bari. Saludo a los participantes en la manifestación «Elegimos la vida», al coro «Edelweiss» de la Sección Alpina de Bassano del Grappa y a los ciclistas de Bollate que han venido en bicicleta.

Seguimos rezando por la paz, especialmente en Ucrania, Palestina e Israel. Miro la bandera de Israel… Hoy la he visto en el balcón de su casa cuando venía de la Iglesia de los Santi Quaranta Martiri... ¡es una llamada a la paz! ¡Recemos por la paz! Palestina, Gaza, en el norte del Congo… ¡Recemos por la paz! Y paz en la atormentada Ucrania, que tanto sufre, ¡que haya paz! Que el Espíritu Santo ilumine la mente de los gobernantes, les infunda sabiduría y sentido de la responsabilidad, para evitar cualquier acción o palabra que alimente la confrontación y, en su lugar, apuntar decididamente a una solución pacífica de los conflictos. Se necesita negociación.

Anteayer falleció el padre Manuel Blanco, franciscano que vivió durante cuarenta y cuatro años en la iglesia Santi Quaranta Martiri e San Pasquale Baylon de Roma. Fue superior, confesor y hombre de consejo. Al recordarlo, quisiera hacer memoria de tantos hermanos franciscanos, confesores, predicadores, que honraron y honran a la Iglesia de Roma. ¡Gracias a todos ellos!

Y a todos les deseo un buen domingo. Por favor, no olviden rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!

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Comentarios
2 comentarios en “Francisco recuerda en el Ángelus a Manuel Blanco, su confesor fallecido con 85 años
  1. Al ver que la Iglesia, bajo la guía de Francisco, está en una deriva tempestuosa, puede asaltarnos la duda y podríamos preguntarle a Dios: ¿Señor, duermes, no te importa que Francisco esté hundiendo la Iglesia? Pero el Señor cuando quiera, puede calmar la tempestad, retirar a Francisco, y enviarnos un pontífice fiel que nos conduzca a un renacimiento católico.
    Mantengamos el ánimo, porque el poder del maligno no derrotará a la Iglesia. (Mt 16,18)

    1. Es el Evangelio de ayer Mc 4 (35,40)
      lo que Vd describe.
      Y justo ese pasaje es para meditarlo una y otra vez, ponerlo en práctica.
      Fundamental en estos tiempos.

      A veces por los comentarios que ponemos, somos «cobardes» «carentes de fe».

      En Lc 18,8 se hace una pregunta :Encontrará la fe sobre la tierra?., porque Dios hará justicia ante tanto abuso, y manipulación de su Revelación.

      A mi me parece que estamos escasos de ella, me refiero a la fe. Jesucristo está al mando, y resolverá y hará justicia.

      Toca pedirle fe y luz, para no ser confundidos.Porque el grado de confusión es enorme dentro de la Iglesia.

      Bergoglio pasará, y al paso que lleva no será recordado por nadie que merezca la pena.

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