El sacerdote mallorquín Julià Cifre ha declarado este jueves en el Juzgado de Instrucción número 5 de Palma de Mallorca.
El cura ha reconocido que mantuvo relaciones sexuales con la víctima, pero ha defendido que fueron siempre consentidas y siendo ella adulta. El hombre estaba citado a declarar como investigado por una denuncia que la víctima, una mujer con discapacidad, presentó ante la Guardia Civil en 2023.
El abogado de la denunciante ha pedido que se llame a declarar al obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, y al vicario episcopal Nadal Bernat, para que informen sobre el proceso dentro de la Iglesia. La denuncia de la mujer también se dirige contra dos jesuitas, que están citados a declarar la próxima semana.
La mujer denunciante sostiene que el sacerdote sancionado la agredió sexualmente de forma continuada desde los 14 años, aprovechándose de su minusvalía. La denuncia sitúa estos abusos en dos domicilios, una parroquia en el Rafal y una habitación de hospital donde la víctima estuvo ingresada.
Condenado canónicamente
Julià Cifre fue condenado por la Iglesia el año pasado tras la apertura de un juicio canónico. La diócesis de Mallorca justificó la condena canónica ante «la extraordinaria gravedad del comportamiento que ha reconocido haber mantenido durante años el sacerdote encausado».
La mujer denunció en primer lugar al sacerdote por la vía canónica hace unos años. Finalizado el procedimiento canónico, el Tribunal eclesiástico reconoció los abusos cometidos por parte de este sacerdote mallorquín.
Entre las condenas canónicas impuestas, se le obligó a redactar una carta de disculpa con la víctima, a no celebrar la Misa en público durante los próximos tres años y a a llevar en lo sucesivo una vida apartada de retiro, oración y penitencia y por supuesto no entablar contacto alguno con la víctima o sus familiares.