Las bendiciones de Dios y la enseñanza magisterial

Las bendiciones de Dios y la enseñanza magisterial

(P. Thomas G. Weinandy, OFM, Cap./The Catholic Thing)-El cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, acaba de publicar una Declaración, con la aprobación firmada del Papa Francisco, titulada Fiducia Supplicans, «Sobre el significado pastoral de las bendiciones». La Declaración expone la importancia de las bendiciones en sus perspectivas bíblicas, históricas y eclesiales.

La Declaración afirma que «se mantiene firme en la doctrina tradicional de la Iglesia sobre el matrimonio, no permitiendo ningún tipo de rito litúrgico o bendición similar a un rito litúrgico que pueda causar confusión. No obstante, el valor de este documento es ofrecer una contribución específica e innovadora al significado pastoral de las bendiciones, que permite ampliar y enriquecer la comprensión clásica de las bendiciones estrechamente vinculada a una perspectiva litúrgica».

Así, la Declaración quiere mantener la integridad doctrinal de la bendición dada dentro del sacramento del matrimonio, mientras que simultáneamente quiere permitir una bendición que está «vinculada a», pero no es similar a, una bendición litúrgica dada en el matrimonio, por lo tanto, no causando confusión entre ambas. La Declaración pretende que esta disposición «implica un verdadero desarrollo» que está en consonancia con la «visión pastoral del Papa Francisco.»

Sigue: «precisamente en este contexto en el que se puede entender la posibilidad de bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su status ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el Matrimonio.»  Aquí se percibe la verdadera razón por la que se escribió esta Declaración: bendecir a las «parejas en situación irregular» y bendecir a las «parejas del mismo sexo.»

La Declaración profundiza en estas dos situaciones. Dentro de esta visión pastoral «aparece la  posibilidad de bendiciones de parejas en situaciones irregulares y de parejas del mismo sexo, cuya forma no debe encontrar ninguna fijación ritual por parte de las autoridades eclesiásticas, para no producir confusión con la bendición propia del sacramento del matrimonio».

No obstante, aunque estas bendiciones «no pretenden la legitimidad de su propio status«, sí “ruegan que todo lo que hay de verdadero, bueno y humanamente válido en sus vidas y relaciones, sea investido, santificado y elevado por la presencia del Espíritu Santo”. La Declaración ve tales bendiciones de acuerdo con lo que tradicionalmente se ha llamado «gracia actual». «El propósito de esta gracia es que «las relaciones humanas puedan madurar y crecer en la fidelidad al mensaje del Evangelio, liberarse de sus imperfecciones y fragilidades y expresarse en la dimensión siempre más grande del amor divino».

En todo lo anterior hay apariencia de razón, pero también mucha palabrería, sofismas y engaños.

En primer lugar, la Declaración profesa que lo que se ofrece es un desarrollo de la doctrina en consonancia con la «visión pastoral» del Papa Francisco.»  En su Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina, San John Henry Newman proporciona criterios para juzgar lo que es un desarrollo verdadero y lo que es un desarrollo doctrinal erróneo (una «corrupción»).  En última instancia, concluye, es la infalibilidad de la Iglesia la que valida el desarrollo auténtico.

Newman plantea, sin embargo, una hipótesis, aunque aterradora.  ¿Qué pasaría si un concilio o un papa enseñara una doctrina que contradijera a otro concilio o papa anterior? Newman declara que eso echaría por tierra la noción de desarrollo doctrinal, pues ¿quién podría entonces juzgar lo que está auténticamente revelado y lo que no?

La alarmante hipótesis de Newman no es hoy tan hipotética. A pesar de sus afirmaciones en sentido contrario, la Declaración contradice flagrantemente la perenne enseñanza magisterial de la Iglesia sobre los matrimonios irregulares y la actividad sexual de las parejas del mismo sexo. ¿Hay que concluir, con Newman, que tal enseñanza erradica la noción misma de desarrollo doctrinal y, en última instancia, la noción misma de verdad doctrinal?

Aquí me gustaría ofrecer una tesis que Newman no consideró -una que creo que es importante dentro de nuestro actual contexto eclesial. Newman presumía que toda enseñanza pontificia o de los obispos sobre doctrina y moral es magisterial. Yo propongo que cualquier enseñanza pontificia o enseñanza de los obispos que contradiga abierta y deliberadamente la enseñanza perenne de concilios y pontífices anteriores no es enseñanza magisterial, precisamente porque no concuerda con la enseñanza doctrinal magisterial del pasado.

El Papa o un obispo pueden ser, en virtud de su cargo, capaces de enseñanzas magisteriales, pero su enseñanza, si contradice la enseñanza magisterial anterior recibida, no es magisterial.  Tal enseñanza falsa simplemente no cumple los criterios necesarios. No posee credenciales de autoridad eclesial. Es más bien, simplemente, una declaración ambigua o defectuosa que intenta o pretende ser magisterial, cuando no lo es.

En segundo lugar, bendecir a parejas en matrimonios irregulares o a parejas del mismo sexo sin dar la impresión de que la Iglesia no está validando su actividad sexual es una farsa. Todos los presentes en esas bendiciones saben, sin lugar a dudas, que esas relaciones son de naturaleza sexual. No se engaña a nadie. En realidad, están encantados de que se bendigan esas relaciones de contenido sexual. Ese es el objetivo de estas bendiciones. No se bendice su abstinencia sexual, sino su permisividad sexual.

En tercer lugar, mientras que los miembros de las parejas en matrimonios irregulares y de las parejas del mismo sexo pueden ser bendecidos, lo que no puede ser bendecido, y así validado, es el pecado en el que están comprometidos.  Es imposible bendecir un acto inmoral y pretender hacerlo es una blasfemia, pues se está pidiendo al Dios todopoderoso que haga algo que es contrario a su naturaleza: sancionar el pecado.

Además, bendecir matrimonios irregulares y parejas del mismo sexo, con el fin de validar su actividad sexual, es una afrenta y una degradación del propio sacramento del matrimonio.  Tales bendiciones socavan la dignidad del matrimonio, signo sacramental de la unión indisoluble entre Cristo y su Iglesia.

Aunque Fiducia Supplicans pueda tener buenas intenciones, causa estragos en la naturaleza misma de las bendiciones. Las bendiciones son las gracias del Espíritu que el Padre concede a sus hijos adoptivos que permanecen en su Hijo Jesucristo, así como a aquellos que Él desea que lleguen a serlo. Intentar explotar inmoralmente las bendiciones de Dios es una burla de su bondad y amor divinos.

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