Tras el cruce de insultos entre el candidato Milei y el Papa llegó la paz, mediante una llamada de Francisco al ya presidente electo. O, quizá, solo una tregua. Rubén Peretó, profesor de la Universidad Nacional de Cuyo y privilegiado observador de la Iglesia en Argentina, ha concedido al vaticanista Aldo María Valli una entrevista en la que explica qué significa esta victoria en las relaciones con Roma.
Por su interés, reproducimos a continuación una parte de las declaraciones de Peretó sobre el efecto que tiene la victoria de Milei sobre la Iglesia que peregrina en Argentina y sobre las relaciones con el Papa Francisco.
“Hay que decir que tanto el nuevo presidente como el vicepresidente son personas religiosas. Milei es católica y fue educada en escuelas católicas. Sin embargo, en los últimos años se ha acercado al judaísmo, algo extraño, poco habitual en Argentina. Milei tiene como inspiraciones y maestros a rabinos judíos estadounidenses del grupo jasídico Jabab-Lubavitch y, aunque no se ha convertido públicamente a la fe judía, es muy cercano a ella y notablemente observante de las enseñanzas de la Torá”.
“La vicepresidenta Victoria Villaroel es católica practicante y asiste a la misa vetus ordo. Su círculo de amigos y familiares está formado principalmente por familias con una larga tradición católica conservadora o tradicionalista. Su posición sobre cuestiones centrales para la fe fue muy clara y coherente. Por ejemplo, propone un plebiscito para derogar la ley sobre el aborto, abolir la educación sexual en las escuelas y poner fin definitivamente al arraigo de la ideología de género en todas las estructuras estatales”.
“Todas estas posiciones, que deberían haber sido apoyadas por los obispos católicos y los líderes religiosos, encontraron en cambio la reacción opuesta. El caso es que muchos obispos y sacerdotes han jugado descaradamente a favor del peronismo, ya sea por convicción o porque eran órdenes provenientes del Vaticano. Pero los obispos argentinos no son del mismo tipo que Monseñor Strickland. Se adaptan rápidamente a las circunstancias como mejor les conviene. Por eso, creo, pocos mantendrán una posición claramente contraria al nuevo presidente. No lo harán por convicción, sino por conveniencia”.
“El Papa también fue derrotado, porque había apostado por la victoria peronista y dijo casi explícitamente que no votara por Milei. Además, ordenó a los sacerdotes y obispos más cercanos a él que hicieran campaña abiertamente a favor de Massa. Hay videos en línea de misas celebradas por obispos y sacerdotes que, en los barrios más pobres de Buenos Aires, advierten a los fieles, durante las homilías, que no voten por Milei”.
“La oposición de la Iglesia a Javier Milei es comprensible, dada la afiliación liberal del nuevo presidente. De hecho, la Iglesia argentina es tradicionalmente corporativista y nacionalista, como explica Loris Zanatta, el estudioso más válido de América Latina, profesor de la Universidad de Bolonia. La oposición a Milei también es comprensible porque el nuevo presidente ha criticado duramente a Francisco en varias ocasiones. Por ejemplo, lo llamó «representante del mal en la tierra» y «difundidor del comunismo», y uno de sus colaboradores más cercanos llamó a romper relaciones diplomáticas con el Vaticano. La Libertad Avanza, el partido de Milei, es abiertamente anti-Bergoglio. Que quede claro que la acritud no es contra la Iglesia católica o el cristianismo, es contra el Papa Francisco. Por tanto, el triunfo de un candidato con estas características representa una bofetada a Bergoglio, y confirma lo que aquí todos saben: a los argentinos no les gusta el Papa Francisco y no lo quieren. Desde hace años, cuando aparecen noticias sobre Bergoglio en periódicos y portales, los administradores se ven obligados a cerrar los comentarios de los lectores, en su mayoría despectivos y duros. Muchos podrían haber pensado que el rechazo a Bergoglio estaba generalizado sólo entre quienes leen y se informan. Hoy está demostrado que está presente en todos los estratos sociales, incluso entre los pobres. Precisamente por eso, Bergoglio nunca vendrá a la Argentina, porque su viaje sería un fracaso”.
“Pero más allá de la persona del pontífice, los resultados electorales demuestran un hecho que sólo puede disgustar a los católicos: el Papa y la Iglesia ya no tienen ninguna relevancia en la sociedad argentina. Las palabras de los obispos y sacerdotes no dejan huella; nadie los escucha. La Iglesia Argentina es una sal que ha perdido su sabor. Y sabemos bien lo que el Señor aconseja hacer con la sal insípida”.