El cardenal Víctor Manuel Fernández ha utilizado su cuenta de Facebook para compartir una reflexión sobre «abuso, clericalismo y sinodalidad».
«Todas las personas con autoridad tenemos tendencia al abuso. Me refiero al abuso de cualquier tipo (sexual, de autoridad, manipulación de conciencias, etc.). Durante mucho tiempo se dio por supuesto que la autoridad daba acceso a una especie de posesión que habilitaba a utilizar a las personas para los propios fines y a imponerles los propios deseos», reconoce el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
Tucho Fernández sostiene que «esto ha ocurrido en todos los niveles mucho más de lo que suponíamos: desde sacerdotes abusando de religiosas hasta hombres abusando de sus empleadas domésticas». Víctor Manuel Fernández también denuncia que existía «una violencia verbal que llevaba demasiado rápido a juzgar duramente a los demás sin temor alguno a lastimarlos y a destrozar su autoestima, Se decía: “adúlteros”, “sodomitas”, “hijos ilegítimos”, “degenerados”, “pecadores”, etc».
El ex arzobispo de La Plata explica que «ha sido necesaria una sana explosión de la autoridad, que hoy está bajo sospecha en todas partes». La crítica a la autoridad- argumenta el purpurado- «que hoy debe ganarse la confianza y el respeto con mucho esfuerzo, integridad y coherencia, ha hecho sufrir y patalear mucho a quienes tenemos puestos importantes. Pero lleva a una sana transformación del ejercicio de la autoridad que hoy requiere dos características básicas: humildad y respeto hacia las personas».
Tucho señala que ambas características «son un marco que previene los abusos». Según él, «esto permite comprender por qué el Papa Francisco afirma que el clericalismo es la principal causa de los abusos en la Iglesia, más que la sexualización de la sociedad. También ayuda a entender el llamado a una Iglesia más «sinodal», donde la autoridad sólo se entienda en el contexto de la corresponsabilidad y de la variedad de carismas».
«Es muy saludable poner bajo sospecha toda mistificación de la autoridad, o las excesivas atribuciones que se dan a ciertos líderes atractivos que se convierten en caudillos adorados», afirma Víctor Manuel Fernández. Es por ello que invita a recordar «lo que ha ocurrido en las últimas décadas con los fundadores de varios Institutos de vida consagrada, supuestos maestros de ortodoxia».
El purpurado argentino insiste en su reflexión en que «no se trata de invertir los roles -aunque hoy es comprensible que eso suceda- sino de situar la autoridad en un contexto que impida los abusos de cualquier tipo y asegure el religioso respeto de la dignidad de las personas». El prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe defiende que «la historia de la Iglesia nos muestra sobrados ejemplos de la ausencia de ese respeto en medio de la ostentación de la sana doctrina y de una rígida moral».
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