Tras recibir al líder comunista cubano, Díaz Canel, ayer el Papa, recién recuperado, recibió a su amigo el presidente izquierdista brasileño Luiz Inazio ‘Lula’ da Silva, con quien se fundió en un fraternal abrazo.
Todos somos hermanos, pero algunos son más hermanos que otros para el Santo Padre. Francisco es notablemente expresivo en sus gestos de simpatía y desagrado, y hoy ha dejado claro que su huésped del día, el presidente izquierdista brasileño Luiz Inazio Lula da Silva está especialmente cerca de su corazón, lo que ambos demostraron con un caluroso abrazo.
Lula venía acompañado, entre otros, por su esposa Rosangela «Janja» da Silva y durante el encuentro entregó al Papa la invitación oficial para participar en la celebración «Círio de Nazaré» en honor a Nuestra Señora de Nazaret, que se realiza en octubre en Belém-Pará, en la Amazonia, una de las celebraciones marianas más grandes del mundo.
Lula trató con Francisco temas como la lucha contra el hambre e informarle de sus propuestas para poner fin a la guerra en Ucrania, un tema que preocupa sobremanera al papa. Después del encuentro, Lula tenía previsto reunirse también con el cardenal venezolano Edgar Peña Parra, sustituto para Asuntos Generales de la Secretaría de Estado de la Santa Sede, pues el secretario Pietro Parolin se encuentra fuera de Roma de viaje.
La amistad de Lula y Francisco es especialmente estrecha. En 2019, cuando el mandatario brasileño cumplía condena por corrupción, el Papa le envió una carta manuscrita en la que en el pontífice lamentaba las “duras pruebas” por las que pasaba el ex gobernante y lo instaba a “no desistir” de la lucha, carta que Lula agradeció al ser liberado de prisión. Un año después era recibido por primera vez en el Vaticano en un “encuentro para hablar sobre un mundo mas justo y fraterno”, en palabras de Lula.