El Vaticano ha hecho público una guía de veinte páginas para orientar sobre cómo debe comportarse un católico en redes sociales.
La idea de que “Internet no es la vida real”, muy extendida, es una soberana estupidez. En las redes sociales, estemos o no en ellas de forma anónima, seguimos siendo nosotros mismos, tan responsables como en la calle de los que decimos y callamos.
Pero es habitual que la conducta varíe a menudo de lo que uno hace el resto del tiempo, por lo que el Vaticano ha considerado prudente publicar este documento orientativo, “Hacia la presencia plena: una reflexión pastoral sobre el compromiso con las redes sociales”.
El texto trata de la sobrecarga de información, el desplazamiento constante, la falta de atención a los que nos rodean, la figura del «influencer», la necesidad de dar testimonio de Cristo, la «desintoxicación digital», la necesidad de silencio y escucha intencional y la construcción de comunidad en un mundo fragmentado.
“Un desafío cognitivo importante de la cultura digital es la pérdida de nuestra capacidad de pensar con profundidad y determinación”, advierte. “Escaneamos la superficie y permanecemos en las aguas poco profundas, en lugar de reflexionar profundamente sobre las realidades”.
El Dicasterio para la Comunicación del Vaticano publicó el documento, que fue firmado por su prefecto laico Paolo Ruffini y su secretario argentino, Monseñor Lucio A. Ruiz, quienes citan muchos de los discursos del Papa Francisco en las pasadas Jornadas Mundiales de las Comunicaciones.
El texto «no pretende ser un conjunto de ‘directrices’ precisas para el ministerio pastoral», aclaró el dicasterio, pero busca promover una reflexión común sobre cómo fomentar relaciones significativas y afectuosas en las redes sociales.