La necesaria caridad de la claridad pontificia

La necesaria caridad de la claridad pontificia

(Catholic World Report/P. Jerry J. Pokorsky)-La negativa del Papa Francisco a responder directamente a las dubia (preguntas) de cuatro cardenales que le pedían aclarar las ambigüedades de Amoris Laetitia (la Exhortación Apostólica sobre el amor, el matrimonio y la familia) desató una oleada de decepción, desconfianza e injusta hipercrítica. Una situación bastante lamentable.

Durante una reunión de sacerdotes en Budapest, el pasado mes de abril de 2023, un jesuita anónimo preguntó al Papa Francisco: «Me gustaría ofrecer la compasión y el amor que el Evangelio pide para todos, incluso para el enemigo. Pero, ¿cómo es esto posible?». La respuesta del Santo Padre desató la crítica de varios sitios web. El Papa afirmó que:

  • El abuso sexual deja cicatrices en las víctimas que permanecen con ellas toda la vida.
  • «Hay que condenar al abusador, ciertamente, pero como a un hermano. Condenarlo debe entenderse como un acto de caridad. Hay una lógica, una forma de amar al enemigo que también se expresa así. Y no es fácil de entender y de vivir».
  • «El maltratador es un enemigo. Cada uno de nosotros lo siente porque empatiza con el sufrimiento del maltratado.»
  • «Incluso hablar con el maltratador implica repugnancia; no es fácil. Pero ellos también son hijos de Dios. Merecen castigo, pero también atención pastoral. ¿Cómo les proporcionamos eso? No, no es fácil».

A pesar de la preocupación generalizada, no hay gran problema con los comentarios improvisados del Papa sobre la tensión entre justicia y misericordia. Sus puntos básicos están arraigados en la doctrina católica tradicional. Una respuesta más completa habría subrayado la gravedad del pecado ante Dios, la necesidad de buscar el perdón y el deber de reparación, tal como se resume en el Acto de Contrición.

Dios nos creó a su imagen y semejanza (cf. Gn 1, 27). Jesús nos enseña a perdonar a nuestros enemigos. «Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen» (Mt. 5, 43-44). Jesús enseña también la justicia del castigo. «Si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo; es mejor que pierdas uno de tus miembros a que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno…» (Mt. 5, 27-30).

Desgraciadamente, los comentarios anteriores del Papa sobre la pena capital y el infierno minan la confianza en sus palabras y estimulan reacciones hipercríticas entre muchos católicos.

En 2018, el Papa Francisco ordenó un cambio en el Catecismo de la Iglesia Católica, en el que calificó la pena de muerte de «inadmisible.» En la encíclica Fratelli Tutti de 2020, el Papa escribió:

“El firme rechazo de la pena de muerte muestra hasta qué punto es posible reconocer la dignidad inalienable de todo ser humano y aceptar que tiene un lugar en este universo. Si no niego esa dignidad al peor de los criminales, no se la negaré a nadie”.

El recurso circunstancial a la pena de muerte está siempre abierto al debate. Pero la Tradición y las Escrituras permiten la pena de muerte como una desagradable necesidad moral. El Catecismo Romano del Concilio de Trento enseña que:

“Otra clase de homicidio lícito corresponde a las autoridades civiles, a quienes está confiado el poder de la vida y de la muerte, mediante cuyo ejercicio legal y juicioso castigan a los culpables y protegen a los inocentes. El uso justo de este poder, lejos de implicar el delito de asesinato, es un acto de obediencia suprema a este Mandamiento que prohíbe el asesinato. El fin del Mandamiento es la preservación y la seguridad de la vida humana”.

El principio de no contradicción exige que Tradición, Escrituras y Magisterio estén de acuerdo.

En 2018, el papa Francisco pareció negar la existencia del infierno en una entrevista con el periodista ateo Eugenio Scalfari. La Agencia Católica de Noticias restó importancia a la cuestión como un probable malentendido de Scalfari. La «aclaración» del Vaticano fue insatisfactoria y se limitó a explicar que «no se citan las palabras literales pronunciadas por el Papa».

A principios de 2023, el Papa Francisco sugirió que el infierno es un estado mental, no un lugar. «El infierno es un estado, es un estado del corazón, del alma, de una posición ante la vida, ante los valores, ante la familia, ante todo. Hay personas que viven en el infierno porque se lo buscan, hay otras que no, que sufren. ¿Y quién va al infierno, a ese infierno, a ese estado? Ya se vive desde aquí».

La especulación teológica del Santo Padre tiene mérito metafórico, pero se queda corta a la hora de afirmar las enseñanzas de Jesús: «Entonces dirá a los de su izquierda: ‘Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles'» (Mt. 25, 4).

En contraste con estas imprecisiones, el predecesor del Papa Francisco, el Papa Benedicto, habló del infierno y de su existencia con claridad durante una sesión de preguntas y respuestas con sacerdotes en 2008.

  • El Papa [Benedicto] calificó el cielo, el infierno y el purgatorio como «temas fundamentales que desgraciadamente aparecen poco en nuestra predicación».
  • «Cuando no se es consciente del juicio de Dios, cuando no se reconoce la posibilidad del infierno, del fracaso radical y definitivo de la vida, entonces no se reconoce la posibilidad y la necesidad de la purificación».
  • Señaló que las ideologías, como el comunismo, que se enorgullecían de una acción mundana que corregiría todas las injusticias, prometiendo «construir el mundo como debía haber sido», en cambio destruyen el mundo.
  • «Hoy estamos acostumbrados a pensar: ¿Qué es el pecado? Dios es grande, nos comprende, así que el pecado no cuenta, al final, Dios será bueno con todos».
  • «…hay justicia y hay verdadera culpa. Los que han destruido al hombre y a la tierra no pueden sentarse inmediatamente a la mesa de Dios, junto con sus víctimas.»

La claridad es caridad porque está al servicio de la verdad. Se puede interpretar fácilmente la ambigüedad papal como un permiso para rechazar la enseñanza recibida, aceptar opiniones contrarias e incluso creer o cometer el mal. La ambigüedad innecesaria no sirve a la verdad.

Ayuda a Infovaticana a seguir informando