Resucitan un caso ya tratado para acusar de nuevo a Benedicto XVI de negligencia frente a abusos

Resucitan un caso ya tratado para acusar de nuevo a Benedicto XVI de negligencia frente a abusos

El Tribunal de Distrito de Traunstein, en Baviera, ha iniciado procedimientos civiles preliminares tras una orden obtenida por BR, Zeit y el Centro de investigación correctiva en el caso contra, entre otros, el entonces arzobispo de Munich, Joseph Ratzinger, por encubrimiento de abusos sexuales.

Es el caso de nunca acabar, el caso Guadiana que parece perseguir al anciano Papa Emérito, la demanda de un hombre de 38 años víctima de abusos sexuales por parte del sacerdote Peter H., en la que acusa al papa emérito Benedicto XVI de haber encubierto lo ocurrido. El Tribunal de Distrito de Traunstein ha pedido a los acusados, incluido el Papa Emérito Benedicto XVI, en el caso de abuso de Peter H. que comenten sobre la demanda. Esto significa que Ratzinger deberá contratar a un abogado en un plazo de cuatro semanas si quiere defenderse en el asunto.

Un hombre de 38 años de Bavaria afirma que Peter H, su párroco, abusó de él cuando era niño en el distrito de Altotting en la década de 1990. Presentó una demanda ante el Tribunal de Distrito de Traunstein a fines de junio, y no solo contra el presunto autor.

Los hechos se remontarían a 1980, cuando Ratzinger era arzobispo de Múnich y Frisinga. Según la revista alemana, la prueba se encuentra en un documento de 2016 elaborado por el tribunal eclesiástico de la archidiócesis que ahora dirige el cardenal Marx, en el que se afirma que los obispos de Essen y Múnich habrían incumplido su deber de proteger a los menores.

El protagonista del caso es el “Padre H”, un sacerdote de la diócesis de Essen acusado de obligar a un niño de 11 años a practicar sexo oral en 1979 y que fue trasladado a la diócesis principal de Baviera en 1980 para recibir terapia con el consentimiento del entonces arzobispo Ratzinger. El “Padre H”, como se le denomina en los artículos sensacionalistas que están apareciendo actualmente, no es otro que Peter Hullermann, y la supuesta implicación del actual Papa emérito en su caso ya había salido a la luz en marzo de 2010, cuando Ratzinger era Papa.

Der Spiegel publicó la noticia coincidiendo con la simbólica carta de Benedicto XVI a los católicos de Irlanda, un documento crucial del pontificado de Benedicto XVI, marcado por la lucha contra la pederastia.

Doce años después, la historia es reflotada por otro semanario alemán con la única novedad de un documento del tribunal eclesiástico de la archidiócesis de 2016 que acabó en manos de la prensa justo antes de la anunciada publicación -entre el 17 y el 22 de enero- del informe sobre abusos y encubrimientos en Múnich en el periodo 1945-2019. El documento fue elaborado por WSW, el mismo bufete de abogados que elaboró el primer informe encargado por la archidiócesis de Colonia, que posteriormente fue bloqueado por el cardenal Rainer Maria Woelki porque habría presentado importantes lagunas jurídicas y además violado los derechos de los implicados.

La acusación contra Ratzinger de haber encubierto al cura pederasta, en cualquier caso, ya fue desmontada en 2010 tras la publicación del artículo de Spiegel con la explicación que dio, gracias a los documentos que tenía en su poder, la archidiócesis de Múnich y Freising, dirigida ya entonces por el cardenal Marx: Ratzinger dio su consentimiento al traslado del cura a Múnich, pero no a su vuelta a la actividad pastoral.

La cosa fue como sigue: la diócesis de Essen, informada de los actos de violencia cometidos contra un niño de 11 años a su regreso de una excursión, ordenó a Hullermann que se sometiera a un tratamiento psicoterapéutico para lo cual debía trasladarse a la capital bávara. El sacerdote pidió entonces a la archidiócesis de Múnich que le diera alojamiento y su petición, que se discutió en una reunión el 15 de enero de 1980 en la que estaba presente el entonces arzobispo Joseph Ratzinger, fue concedida.

El Papa emérito dio luz verde al traslado, no a otorgar funciones pastorales al sacerdote. Sin embargo, un mes más tarde, el entonces vicario general de la diócesis, Gerhard Gruber, contra la decisión de Ratzinger, asignó a Hullermann una tarea parroquial. Gruber, que sigue vivo, admitió su responsabilidad en una carta fechada el 12 de marzo de 2010, en la que hablaba de su “grave error”. Entre 1980 y 1982 no hubo denuncias ni acusaciones de conducta delictiva por parte de Hullermann, que fue trasladado a Grafing en diciembre de 1982 a instancias del cardenal Friedrich Wetter, sucesor de Ratzinger al frente de la archidiócesis bávara tras el nombramiento del futuro Papa como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Ahora, según Andreas Schulz, abogado de la demandante en Berlín, la iglesia debe posicionarse en cuanto a si acepta su responsabilidad o solo se defiende formalmente en el proceso civil.

Si los demandados no cumplen con el plazo, el tribunal puede imponer una sentencia en rebeldía, en la que “se toma una decisión sobre la base de los hechos presentados por el demandante”.

Según el decreto, se aplica un plazo de dos semanas al perpetrador Peter H., de la archidiócesis de Munich y Freising, ya su arzobispo emérito, el cardenal Friedrich Wetter. Debido a su residencia en el extranjero, se aplica un período de cuatro semanas al Papa emérito Benedicto XVI.

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