Francisco: «Muchos creyentes se refugian en dogmatismos para defenderse de la realidad»

Papa Francisco Ángelus

Durante el rezo del Ángelus, el Papa Francisco narró la escena de la parábola del buen samaritano.

«Un sacerdote que pasa lo ve pero no se detiene, sigue adelante; lo mismo hace un levita, esto es, un encargado del culto en el templo. «En cambio —dice el Evangelio—, un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y tuvo compasión» (v. 33). No olvidemos estas palabras: tuvo compasión; es lo que siente Dios cada vez que nos ve en dificultad, en pecado, en una miseria: tuvo compasión. El evangelista desea precisar que el samaritano viajaba. Por tanto, aquel samaritano, a pesar de tener sus propios planes y de dirigirse a una meta lejana, no busca excusas y se deja interpelar por lo que sucede a lo largo del camino. Pensémoslo: ¿No nos enseña el Señor a comportarnos precisamente así? A mirar a lo lejos, a la meta final, poniendo al mismo tiempo mucha atención en los pasos que hay que dar, aquí y ahora, para llegar a ella», dijo Francisco.

El Papa afirmó que «el creyente se parece mucho al samaritano: como él, está de viaje, es un viandante. Sabe que no es una persona que ha llegado, y desea aprender todos los días siguiendo al Señor Jesús».

El Santo Padre aseguró que «el discípulo del Camino —es decir, nosotros los cristianos— ve que su modo de pensar y de obrar cambia gradualmente, haciéndose cada vez más conforme al del Maestro. Caminando sobre las huellas de Cristo, se convierte en viandante y aprende —como el samaritano— a ver y a tener compasión».

El Pontífice insistió en que «el Evangelio nos educa a ver: guía a cada uno de nosotros a comprender rectamente la realidad, superando día tras día ideas preconcebidas y dogmatismos. Muchos creyentes se refugian en dogmatismos para defenderse de la realidad. Y, además, seguir a Jesús nos enseña a tener compasión: a fijarnos en los demás, sobre todo en quien sufre, en el más necesitado, y a intervenir como el samaritano: no pasar de largo sino detenerse».

«Ante esta parábola evangélica puede suceder que culpabilicemos o nos culpabilicemos, que señalemos con el dedo a los demás comparándolos con el sacerdote y el levita: ¡Este y aquel pasan de largo, no se detienen!; o que nos culpabilicemos a nosotros mismos enumerando nuestras faltas de atención al prójimo. Pero quisiera sugerir otro tipo de ejercicio. Cierto, cuando hemos sido indiferentes y nos hemos justificado, debemos reconocerlo; pero no nos detengamos ahí. Hemos de reconocerlo, es un error, pero pidamos al Señor que nos haga salir de nuestra indiferencia egoísta y que nos ponga en el Camino», agregó Francisco.

Además, el Papa Francisco animó a los presentes a pedir al Señor «que nos haga ver y tener compasión. Esta es una gracia, tenemos que pedirla al Señor: Señor, que yo vea, que yo tenga compasión, como Tú me ves a mí y tienes compasión de mí. Esta es la oración que os sugiero hoy: Señor, que yo vea, que yo tenga compasión, como Tú me ves y tienes compasión de mí. Que tengamos compasión de quienes encontramos en nuestro recorrido, sobre todo de quien sufre y está necesitado, para acercarnos y hacer lo que podamos para echar una mano».

Conflictos en Sri Lanka, Libia y Ucrania

Tras el rezo de la oración mariana, el Obispo de Roma volvió a hacer mención a varios conflictos activos en el mundo.

«Me uno al dolor del pueblo de Sri Lanka, que sigue padeciendo los efectos de la inestabilidad política y económica. Junto con los obispos del país, renuevo mi llamamiento a la paz, y pido a las autoridades que no ignoren el clamor de los pobres y las necesidades de la gente», subrayó el Papa.

También quiso «dirigir un pensamiento especial al pueblo de Libia, especialmente a los jóvenes y a todos los que sufren a causa de los graves problemas sociales y económicos del país. Exhorto a todos a buscar de nuevo soluciones convincentes, con la ayuda de la comunidad internacional, a través del diálogo constructivo y la reconciliación nacional».

No faltó la mención a la guerra en Ucrania. El Papa renovó su «cercanía al pueblo ucraniano, atormentado a diario por brutales ataques cuyas consecuencias paga la gente común. Rezo por todas las familias, especialmente por las víctimas, los heridos, los enfermos; rezo por los ancianos y los niños. ¡Que Dios muestre el camino para poner fin a esta guerra absurda!».

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