Axel, seminarista: «Lo más importante es estar enamorado de Dios»

Axel, seminarista

«Sacerdotes al servicio de una Iglesia en camino» es el lema que centrará este año el Día del Seminario. La Iglesia celebra esta jornada el 19 de marzo, solemnidad de San José. En las comunidades autónomas en las que no es festivo, se celebra el domingo más cercano. En este caso, el 20 de marzo.

Axel Giomar Rodríguez Flores, natural de Nicaragua, estudia su último año en el seminario de Bidasoa, en Pamplona. Desde allí ha compartido para Infovaticana su testimonio vocacional.

Nací en Managua, Nicaragua y tengo una hermana menor. Mi vocación nació en una familia cristiana, desde pequeño me llamó la atención la figura sacerdotal, por la cercanía que tenía mi párroco con mi familia, y admiraba su entrega y servicio. Me acuerdo que de pequeño jugaba con mis primos en Misa, y decía que quería ser sacerdote, pero la verdad nunca pensé que algún día entraría en un seminario.

Axel destaca su especial cercanía con la Virgen. Me acuerdo que en mi adolescencia después de tener algunas dificultades académicas durante la secundaria, empecé a rezar el rosario yo solo, y le pedía a la virgen que a pesar de que creciera y me llegara a enamorar nunca se me quitara el deseo de querer ser sacerdote.

Con el paso del tiempo, en mis últimos años de secundaria empezaron a llegar las chicas y yo dejé de rezar el rosario, pero un día un seminarista que estaba de misión en mi parroquia se me acercó y me dijo que yo tenía «cara de cura». En ese momento se me venía a mi mente la petición que le hice a la Virgen cuando rezaba el rosario (que nunca se me quitara las ganas de ser cura). Esas palabras del seminarista fueron para mí el recuerdo de la Virgen.

La verdad que después de las palabras del seminarista reflexioné y decidí entrar al seminario. Al principio pensé que no iba a aguantar mucho tiempo pues era muy tímido y no me gustaba estar tanto tiempo sin mi familia. Pero por gracia de Dios entré al seminario a los 15 años de edad y actualmente estoy terminando mis estudios de Teología en la Universidad de Navarra ya en mi último año.

En cuanto al horario habitual que tienen, destaca que «cada seminario tiene un horario propio, pero el día de un seminarista es un día como el de una persona normal. Hay cosas que hacer y todo es tratar de buscar agradar a Dios haciendo su voluntad».

«Por ejemplo, mi hora de levantada es las 6:45 y a las 7:30 tenemos la oración personal y tras ello la Santa Misa. Por la mañana nos dedicamos al estudio y a preparar las clases que tenemos por la tardes. A las 13:30 rezamos el rosario, y a las 14 tenemos la comida. Tras pasar un rato de convivencia con los demás hermanos, y las 16:00 comenzamos las clases hasta las 19:45. A las 21:00 rezamos las vísperas y luego la cena. Por último, terminamos el día con el rezo de las completas».

Axel se sincera y confiesa que «en un día puede pasarte de todo, hay dificultades, algún roce con algún hermano, de todo como una persona normal, pero es en el día donde se trata de trabajar las dimensiones (humana, espiritual, intelectual, pastoral)». «Es un momento de crecimiento, maduración», argumenta el seminarista.

Por último, sostiene que «lo más importante es estar enamorado de Dios, lo demás es añadidura, es como los novios cuando están enamorados es más fácil vencer las dificultades y tratar de ser fiel, porque si no estamos enamorados perdemos la ilusión y un hombre sin ilusión y sin sueños es un hombre sin vida, sin sentido», concluye Axel.

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