(Actualités) El acuerdo firmado entre la Santa Sede y Pekín en 2018 da para hablar mucho: la última toma de posición es la del nuncio apostólico en Grecia, un prelado chino que denuncia la «ceguera» de los diplomáticos romanos.
Antiguo secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y estrecho colaborador del cardenal Joseph Zen, el obispo salesiano Savio Hon Tai-fai ocupa el cargo de nuncio apostólico en Grecia desde 2017.
Su discurso, el pasado 6 de agosto de 2021, con motivo del 28º encuentro internacional de la Asociación Católica de China y Estados Unidos no ha pasado desapercibido.
El arzobispo describió sin rodeos un cuadro de tres etapas de la situación de la Iglesia católica en China desde el advenimiento del totalitarismo comunista en 1949.
La primera etapa, que abarca el periodo 1949-1980, puede resumirse en dos palabras: «resistencia y división».
Durante esos años de oscuridad, «muchos líderes católicos fueron arrestados, la Iglesia se dividió en una miríada de comunidades, algunas clandestinas, otras reconocidas por el Partido Comunista Chino (PCC)», explica el obispo Hon.
La intención del PCC era «dividir al pueblo para controlarlo más fácilmente».
En aquella época, la Santa Sede «intentó normalizar las relaciones diplomáticas, al tiempo que animaba a los católicos a permanecer fieles a Roma, insistiendo en que una iglesia autocéfala no podía ser católica», explica el actual nuncio en Grecia.
Bajo Deng Xiaoping, comenzó una nueva era relativamente pacífica para los católicos chinos, que se resume en los términos «crecimiento» y «reconciliación»: «las dos comunidades divididas empezaron a adoptar una actitud conciliadora entre sí», dice el arzobispo Hon, que añade que el Vaticano trató entonces de establecer «un diálogo con el régimen y promover la reconciliación entre la Iglesia clandestina y las comunidades reconocidas por el PCC».
El año 2013 marcó un verdadero punto de inflexión, con la llegada al mismo tiempo del Papa Francisco y de Xi Jinping a la escena internacional. Este fue el comienzo de lo que el arzobispo Hon denuncia como «la ceguera del Vaticano».
Ahora «la Iglesia clandestina se siente abandonada por la Santa Sede», dice monseñor Hon, que compara, con cierto atrevimiento, la situación actual de la Iglesia en China con la epidemia de Covid-19: según él, el acuerdo firmado en 2018 entre el Vaticano y China, que implica el reconocimiento de los obispos chinos excomulgados por estar afiliados al PCC, constituye un primer «virus».
Cuando en 2019 la Santa Sede permite a los católicos chinos inscribirse en las estructuras oficialmente reconocidas por el poder comunista, el nuncio en Grecia habla de una «mutación del virus».
Y el arzobispo concluye: «En el drama que se está representando, ¿a qué me voy a parecer? ¿Seré como una caña que se dobla con el viento, o como un hombre para toda la eternidad?», se pregunta el arzobispo Hon, refiriéndose a la obra del mismo nombre, que evoca la figura del mártir Santo Tomás Moro, que no dudó en derramar su sangre en oposición al rey Enrique VIII, para defender la doctrina y la libertad de la Iglesia.
A lo que respondió: «Prefiero lo segundo».
Nacido de padres paganos -pidió el bautismo a los diez años y entró en el seminario menor dos años después-, el obispo Hon recibió al nacer el nombre de Tai-Fai, que significa «gran luz» en cantonés. Un programa para toda una vida…