Más de 12.000 niños fueron sometidos a abusos sexuales por parte de 8.000 monitores, según una investigación recién publicada por la prensa norteamericana.
La organización de los Boy Scouts de Estados Unidos registró desde los años cuarenta del siglo pasado a un total de 7.819 empleados y monitores que abusaron sexualmente de más de 12.000 menores, según testimonio de una colaboradora, Janet Warren, difundido por una firma de abogados.
Para que se hagan una idea, el escandaloso informe del gran jurado de Pensilvania que el pasado agosto estremeció al mundo católico y que, junto a la acusación contra el ex cardenal Theodore McCarrick, propición la cumbre de los abusos de febrero, implicaba de 300 sacerdotes pederastas, y antes de eso, el famoso ‘informe Jay’ reveló 10.667 acusaciones contra 4.392 sacerdotes por abusos cometidos entre 1950 y 2002. El caso de los Boy Scouts lo supera con creces. De hecho, la cifra es cuatro veces mayor de lo que calculó en 1991 el diario ‘The Washington Times’, que tras dos años de exhaustiva investigación concluyó que «los Boy Scouts son un imán para los hombres que quieren tener relaciones con niños», según el sumario de la serie que publicó. «Los pedófilos se apuntan a los Boy Scout por una sencilla razón: ahí es donde están los niños».
La organización, extraordinariamente popular en Estados Unidos, ha servido a cientos de miles de padres como lugar ‘seguro’ donde enviar a sus hijos, confiado en sus valores, y hace poco más de un año anunció que, contrariamente a su política de décadas, admitiría como monitores a homosexuales declarados, una decisión que aplaudió toda la élite intelectual americana.
Como parece difícil que el caso de los monitores abusadores pueda achacarse al ‘clericalismo’, más bien se diría que la noticia confirma el diagnóstico del Papa emérito, en el sentido de que la ausencia de referentes morales en lo relativo a la sexualidad es la causa raíz de la plaga de abusos a menores.
Por otra parte, abundan los teólogos y prelados que pretenden que los abusos clericales son de algún modo consecuencia del celibato sacerdotal, ignorando el dato flagrante de que, en la abrumadora mayoría de los casos, los abusos son de naturaleza homosexual. Después de todo, no nos consta que haya ningún impedimento para que los monitores de los Boy Scouts no puedan casarse.
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