El Santo Padre Francisco recibió el pasado jueves en Audiencia privada a una delegación de la diócesis de Ahiara, en Nigeria, que lleva años viviendo una situación lamentable. El conflicto se remonta a 2012, cuando Benedicto XVI nombró para la diócesis nigeriana al sacerdote Peter Okpaleke.
El problema es que los sacerdotes de la diócesis se niegan a obedecer a su obispo por razones étnicas, esto es, porque no pertenece a la etnia Mbaise. El obispo fue designado en 2012, pero no ha podido tomar posesión en su diócesis por la oposición de los fieles. Hasta el punto de que su ordenación episcopal tuvo que realizarse en otra diócesis, con grandes medidas de seguridad, y que varios fieles colocaron un ataúd en la sede episcopal con el nombre del obispo, en clara amenaza de muerte.

El Papa admite incluso haber considerado la posibilidad de suprimir la diócesis de Ahiara, pero recordó que la Iglesia “es madre y no puede dejar a tantos hijos como vosotros”. En su mensaje, exige a los sacerdotes y eclesiásticos rebeldes que le escriban personalmente una carta para pedir perdón por lo ocurrido y por el escándalo provocado en la Iglesia.
En la carta, el sacerdote deberá “manifestar total obediencia al Papa”, y declarar su “disposición a aceptar al obispo que el Papa envía”, como plazo máximo el próximo 9 de julio, “Quien no lo haga, será suspendido a divinis inmediatamente”, advierte.
El Papa ha intervenido así con “mano dura” en un conflicto que ya se demora desde hace cuatro años, y que tiene su origen en el tribalismo, uno de los males más graves que afectan a África, según el proprio pontífice denunció durante su viaje al continente hace dos años. Si bien el Papa aclara que no se trata de tribalismo, sino de un “pecado mortal” cometido por los sacerdotes en desobediencia a su pastor.
A continuación, el discurso del Papa, ofrecido por Sandro Magister:
Saludo cordialmente a la Delegación y les agradezco que hayan venido desde Nigeria con espíritu de peregrinación. Para mí este encuentro es un consuelo, porque estoy muy triste por los acontecimientos padecidos por la Iglesia en Ahiara.
En realidad, la Iglesia (me disculpo por la frase) está como en un estado de viudez al haber impedido al obispo llegar hasta allí. Muchas veces me ha venido a la mente la parábola de los viñadores homicidas, de los que habla el Evangelio (cfr. Mt 21, 33-44), que quieren apropiarse de la herencia. En esta situación, la diócesis de Ahiara está como sin esposo, y ha perdido su fecundidad y no puede dar fruto.
El que se opuso a la toma de posesión del obispo, monseñor Okpalek, quiere destruir a la Iglesia. Esto no está permitido, quizás tal vez no se da cuenta, pero la Iglesia está sufriendo y el pueblo de Dios en ella. El Papa no puede ser indiferente a este problema.
Conozco muy bien los problemas que desde hace años se arrastran en la diócesis y agradezco por la actitud de gran paciencia del obispo, mejor dicho, de santa paciencia que ha demostrado. He escuchado y reflexionado mucho, también con la idea de suprimir la diócesis, pero después pensé que la Iglesia es madre y no puede abandonar a muchos hijos como ustedes. Tengo un gran dolor a causa de estos sacerdotes que son manipulados, quizás también desde el exterior y desde afuera de la diócesis.
Considero que aquí no se trata de un caso de tribalismo, sino de apropiación de la viña del Señor. La Iglesia es madre y quien la ofende comete un pecado mortal, es grave. Por eso he decidido no suprimir la diócesis. Sin embargo, deseo dar algunas indicaciones para comunicar a todos: ante todo, hay que decir que el Papa está dolorido profundamente, por eso, pido que cada sacerdote o eclesiástico incardinado en la diócesis de Ahiara, sea residente o sea que trabaje en otro lugar, también en el exterior, escriba una carta dirigida a mí en la que pida perdón. Todos deben escribir en forma individual y personal; todos debemos tener este dolor común.
En la carta
1. se debe manifestar claramente obediencia total al Papa y,
2. el que escribe debe estar dispuesto a aceptar al obispo que el Papa envía y al obispo nombrado.
3. La carta debe ser enviada dentro de los 30 días a partir de hoy y hasta el 9 de julio p.v. El que no lo haga «ipso facto» será suspendido a divinis y cesará en su cargo.
Esto parece muy duro, ¿pero por qué el Papa hace esto? Porque el Pueblo de Dios está escandalizado. Jesús recuerda que el que escandaliza debe sufrir las consecuencias. Quizás alguno ha sido manipulado sin pleno conocimiento de la herida inferida a la comunión eclesial.
A ustedes, hermanos y hermanas, les manifiesto un vivo agradecimiento por su presencia; como así también al cardenal Onaiyekan por su paciencia y al obispo Okpaleke, de quien admiré además de la paciencia también su humildad. Gracias a todos.