Judíos. La discordia de los cuatro hermanos

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Celebraron juntos la Pascua, pero después se dividieron de nuevo. Los cuatro subgrupos de los judíos de Israel analizados por primera vez a fondo por el Pew Research Center, de Washington

por Sandro Magister

ROMA, 2 de mayo de 2016 – En los ocho días pasados los judíos de todo el mundo celebraron Pesach, la Pascua, la cual comenzó en la tarde del viernes 22 de abril con la cena ritual llamada Seder.

El desarrollo y el significado de las celebraciones pascuales judías han sido cuidadosamente explicados hace un año en «L’Osservatore Romano» por Zion Evrony, el entonces embajador de Israel en la Santa Sede:

> Pasqua ebraica, «la notte diversa da tutte le notti»

Este es un signo distintivo del judaísmo del cual casi nadie se sustrae, ni siquiera los no pocos judíos que se dicen ateos. Un estudio reciente del Pew Research Center, de Washington, llevado a cabo entre los ciudadanos de Israel, ha resaltado que en la cena de Séder participa el 100% de los Jaredíes, llamados comúnmente «ultraortodoxos», el 99% de los Sionistas, los «religiosos», el 97% de los Masortíes, los «tradicionalistas», y también el 87% de los Jiloníes, los «seculares», el 40% de los cuales es ateo, que durante todo el año ni rezan ni van a la sinagoga, ni tampoco cumplen con el descanso del sábado, pero ayunan en masa el 83% en el día del Yom Kippur.

El Séder de Pascua y el Yom Kippur son las dos acciones que reúnen a todos los judíos, por razones de tradición y de cultura, si no de religión. Pero en todo lo demás las diferencias entre las diferentes formas de judaísmo son numerosas y profundas, como lo ha sacado a la luz el estudio del Pew Research Center, extendiéndolo también a los otros grupos religiosos que viven en Israel: musulmanes, drusos y cristianos.

> Israel’s Religiously Divided Society

Son diferencias que afectan tanto a los principios máximos como a la vida de cada día. Por ejemplo, a un judío secular le ponen los pelos de punta la idea que su hija se case con un ultraortodoxo, y viceversa. Más que nada preferiría que se case con un cristiano, a pesar que los matrimonios religiosos en Israel ni siquiera están permitidos, sino que sólo son reconocidos legalmente si se celebran en el extranjero.

En cuanto a la distinción entre religión y política, los seculares no quieren saber nada más que la ley judía, la Halajá, por encima de los principios democráticos. Por su parte los ortodoxos querrían exactamente esto, y con ellos también los dos tercios de los Sionistas, los religiosos.

A pesar de esto, todos en forma indistinta dicen profesar la religión judía, también el que no la practica y ni siquiera cree en Dios. En Israel, casi nadie se define sin religión, aunque los seculares se consideran primero israelíes y luego judíos, mientras que lo contrario sucede con los Jaredíes y los Sionistas, primero judíos y sólo israelitas en forma subordinada.

Asquenazis y sefaradíes, las dos grandes reparticiones histórico-geográficas de los judíos en el mundo, son categorías que atraviesan los cuatro grupos estudiados. Sólo en pequeña medida prevalecen los primeros entre los seculares y los segundos entre los ortodoxos.

Tres cuartos de los judíos que viven hoy en Israel han nacido allí, mientras que sólo un cuarto llegó desde el extranjero. Pero todos coinciden en afirmar para cada judío el derecho de emigrar a Israel y de ser inmediatamente ciudadano. Nueve sobre diez – los escépticos están solamente entre los ultraortodoxos – ven necesaria la existencia de un Estado judío para asegurar la sobrevivencia del pueblo de Israel, tanto más que a juicio de tres cuartos de los judíos israelitas el antisemitismo perdura y, más aún, está creciendo en el mundo.

Pero las divisiones se verticalizan frente al dilema entre la ley judía y la democracia.

En su casi totalidad, los ultraortodoxos querrían que la Halajá tenga el primado y que sus preceptos tengan valor de ley, mientras que los seculares quieren exactamente lo opuesto. También entre los Sionistas, los religiosos, el 69% está a favor de la Halajá, mientras que los Masortíes, los tradicionales, el 57% opta por la democracia.

Yendo a lo práctico, los Jaredíes y los Sionistas querrían impedir los días sábado la circulación de los medios públicos, lo opuesto a lo que quieren los Jiloníes. Y sucede en forma análoga respecto a la separación entre los hombres y las mujeres en los medios públicos, con los ultraortodoxos a favor y los seculares en contra.

Respecto al matrimonio, que en Israel puede ser celebrado solamente frente a un rabino ortodoxo, los Jaredíes son intransigentes en la defensa de esta disciplina, mientras que los seculares querrían cambiar la ley para permitir presidir el rito también a  rabinos reformistas y conservadores.

En el arco de las posiciones políticas, los Sionistas son los que se colocan más a la derecha y los Jiloníes más en la centro-izquierda, mientras que entre los Jaredíes la ubicación principal es en el centro. En los ultraortodoxos están también los que se oponen a la creación de un Estado judío antes de la llegada del Mesías. Y están los que se oponen al asentamiento de colonos en Cisjordania y han apoyado la cesión de tierra a los palestinos a cambio de la paz.

El Likud, el partido laico de centro-derecha al que pertenece el primer ministro Benjamin Netanyahu, pesca a sus votantes principalmente entre los Masortíes y los Jiloníes. Mientras que los Sionistas se dividen entre dos partidos, ambos aliados al Likud: Habayit Hayehudi, que apoya los asentamientos, y Shas, que cuida los intereses de los sefaradíes.

En todo caso, los cuatro grupos objeto del estudio viven separados entre ellos. Nueve de cada diez entre los Jaredíes y los Jiloníes declaran tener en sus círculos de amigos sólo a los que pertenecen a su mismo grupo. Y otro tanto sucede con los matrimonios.

El estudio del Pew Research Center recogió muchos datos también sobre las minorías religiosas y sus relaciones con los judíos de Israel.

La confianza recíproca entre judíos y musulmanes resulta muy baja. El 72% de los árabes que habitan en Israel y el 88% de los judíos consideran faltos de sinceridad los esfuerzos de paz de las respectivas contrapartes israelita y palestina.

En cuanto a la solución de un Estado palestino independiente junto al Estado de Israel, la consideran posible el 43% de los judíos y el 50% de los árabes israelitas.

Pero entre los judíos más escépticos sobre la solución de los dos Estados están los Jaredíes y los Sionistas. Mientras que entre los árabes la confianza en esa solución está en caída vertical, porque es verdad que hoy está en el 50%, pero hace sólo tres años, en el 2013, estaba en el 80%.

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Traducción en español de José Arturo Quarracino, Temperley, Buenos Aires, Argentina.