Sobre el párroco de Alsasua. No nos precipitemos.

|

La situación de la Iglesia en Vascongadas y Cataluña hace que sea natural la desconfianza ante la campanada de Alsasua. ¿Patxi Izco, el párroco, estaba implicado? ¿La nota era una simple excusa?

En este caso creo que el párroco es inocente, y expongo mis razones.

  1. La nota especificaba el aviso a la policía foral. Algo tan concreto, y sobre lo que mediarán testigos y un atestado policial, dudo muchísimo que sea inventado.
  2. La nota condenaba el boicot y hacía énfasis en que esa gente no representa a Alsasua. Os aseguro que un abertzale no hace esto.
  3. Ha aclarado en la entrevista a Dieter Brandau que ha denunciado a la policía el allanamiento.
  4. El párroco tiene un canal de Youtube. No lo reporto, para evitar trolls, pero lo describo: vídeos de corales, actos eclesiales dignos, interés en el Evangelio, y nada de coqueteos con el progresismo o nacionalismo. No es su línea. Para nada es el perfil de un cura abertzale, que suelen estar obsesionados con estos temas.
  5. ¿Creen que un radical separatista oye a EsRadio, a Dieter Brandau, y dice que sigue el programa a menudo? ¿Creen que lo diría incluso para exculparse?
  6. Hemos de entender que el encierro en el campanario no es una muchachada. Es un grupo de radicales capaces de todo, de forzar cerraduras y de agredir a quien se ponga por delante. Es lógico que el párroco actuase con prudencia, echándose a un lado y avisando a la policía, más si le acompaña otro sacerdote de 75 años.

En las zonas infestadas de nacionalismo separatista hay curas canallas y curas víctimas. Muy difícil el término medio. Creo sinceramente que Patxi Izco, condenando a los radicales, molestándose en hacer público el comunicado, y explicando por activa y por pasiva que esta gente no representa al pueblo, está más cerca de pasar miedo en Alsasua que de ganarse la amistad de cualquiera de los batasunos con los que tiene que lidiar a diario, paseando por las calles a pecho descubierto después de las catequesis que da a los hijos de los guardias civiles, como bien ha aclarado.

La indignación de este sacerdote por ser llamado proetarra solo le dejaba la salida al locutor de defenderse atacando. Recurso efectivo pero que demuestra malsano orgullo. El periodista sembró la duda sobre la equidistancia del entrevistado en vez de pedir disculpas como era lógico. Para mi las acusaciones de Dieter Brandau eran simplemente demagógicas, queriendo buscar las vueltas a cada frase que decía. Comparaciones ante situaciones sin ton ni son, exigencias extemporáneas o irreales, y sobre todo agarrarse a la frase de «unos y otros«, que ya aclaró el párroco que nada tenía que ver con comparar a los batasunos con los inocentes, sino con explicar que aparte de los canallas, la Iglesia de Alsasua ahora era vilipendiada por el resto de la sociedad.

Repito. Creo que en País Vasco y Navarra hay sacerdotes canallas y sacerdotes víctimas, porque estos últimos también incluyen a los que sin haber sido agredidos temen serlo. Quienes van a enfrentarse día a día con abertzales son ellos, no nosotros, y Patxi Izco los ha condenado públicamente. Esos párrocos, dando catequesis a hijos de guardia civiles, atendiendo a ancianos, con una feligresía inocente en medio de lobos, no pueden tener formas agresivas. La prudencia es más que necesaria en una situación más que delicada.

Nos olvidamos de lo esencial. La responsabilidad de lo que ocurrió en Alsasua, a mi entender, es de los culpables pero también de la filosofía de los gobiernos occidentales. Desde hace mucho tiempo nos hemos acostumbrado a que hemos de resignarnos ante los boicots y esperar a que con el tiempo un juez diga algo (o no). Cualquiera, por poner un coche en doble fila, se enfrenta a una multa y a la grúa de inmediato Sin embargo, actos de radicales parece que salen gratis. El objetivo no debe ser contemporizar ante la violencia, ni detener a 13 personas en un escrache de 100. El objetivo ha de ser detener a 100 de 100, aunque sea posteriormente en sus domicilios, y que haya consecuencias serias. Esta guerra debe ser en primer lugar de la autoridad política, y en segundo lugar de los jueces y policías.

Creo que no soy sospechoso de callarme ante sacerdotes díscolos, sinvergüenzas y secesionistas. Pocas denuncias como las de mi blog. Pero hemos de ser justos. El párroco, creo, ha hecho lo que debía y lo ha aclarado como pocos, con unos costes para su día a día en Alsasua que solo él, en su soledad, conocerá mejor que nadie. Probablemente no todo lo haga perfecto, quién sabe, pero eso no es lo esencial a juzgar hoy. Era saber si ha estado del lado (o de lado) de los carniceros de allí. Y no ha sido así.

Ojalá no me equivoque, el tiempo quizás lo diga, pero he aquí mi voto de confianza.