“MILEI HABLÓ ANOCHE Y DE PRONTO SE HIZO DE DÍA”

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MILEI HABLÓ ANOCHE Y DE PRONTO SE HIZO DE DÍA”

Es el título de un artículo de Carlos M. Raymundo Roberts, aparecido en “La Nación” (diario) el 2 de marzo.

En realidad, lo que hizo Milei fue denunciar con nombre y apellido a los peores entre los peores causantes de la tremenda situación del país: Cristina y Máximo Kirchner, Massa, Grabois Kicillof, Pablo Moyano y ahora Alberto Fernández aparecen en una lista a la que se deberían agregar muchos otros, también responsables de haber transformado al Estado en una asociación ilícita cuyo objetivo era robar y esquilmar a la población.

Pero, en la edición de hoy la obsecuencia del diario en el artículo de Pablo Sirvén titulado: “Milei, el astro solar que entibia o fulmina”, supera todo lo imaginable. Y se resume en la conclusión: “Milei se planta en el centro del sistema político como el nuevo astro solar cuyos rayos encandilan a propios y extraños. A los primeros los acoge y entibia; a los segundos busca fulminarlos. ¿Siempre será así? Le alcanza con que funcione por ahora”.

No resisto a comparar este “astro solar” con otra figura política: el rey de El Principito, a quien el niño visita en su viaje por los asteroides. Y recurre al rey quien le enseña elementos claves para gobernar bien. Ante todo, tener claro que la autoridad se funda en la razón, o sea en la inteligencia.

Como la autoridad reposa en la razón, las leyes que promulga no deben ser caprichos emanados de su voluntad, sino ordenaciones racionales, conformes a la naturaleza de las cosas sociales y políticas.

Para convencer al visitante ilustra el tema con un par de ejemplos de órdenes irracionales de cumplimiento imposible: “si ordeno a un general a transformarse en pájaro marino y no me obedece, no será culpa del general, sino mía, y si ordeno a un general volar de una flor a otra como una mariposa o escribir una tragedia y no ejecuta la orden rercibida, ¿Quién, él o yo estará en el error? ‘’Vos, respondió el Principito.

Esta es una verdad universal dirigida a todo gobernante, en especial a quienes multiplican leyes y decretos, a veces contradictorios, aumentan las obligaciones de los gobernados, a quienes asfixian, mientras ellos las eluden y olvidan la importancia que para mover a la obediencia, tienen las conductas honestas, austeras y ejemplares de quienes mandan y un uso ajustado y cuidadoso de los bienes y recursos públicos. No debemos olvidar la enseñanza de Tomás de Aquino: “nadie está obligado a hacer lo imposible”.

El rey insiste con otro ejemplo: “hay que exigir a cada uno lo que puede y debe hacer”, porque una orden imprudente puede generar el caos: “Si ordenas a tu pueblo arrojarse al mar, hará una revolución. Tengo derecho a exigir obediencia porque mis órdenes son razonables”. En otro lugar de su obra, el gran caíd no elige para limpiar las cloacas a lo finos de olfato y no pregunta a los recaudadores de impuestos acerca de la marcha de una civilización.

El Principito destaca que el rey gobierna así porque es muy bueno, juicio moral que no repite respecto a los habitantes de los asteroides. Este rey bondadoso, no es absoluto, sino está sujeto al orden moral; no es el dueño de la comunidad, sino su custodio, su servidor.

En “Ciudadela” aparece el último fundamento de la comunidad y del orden moral, que es también nuestro Último Fin: “tu pirámide no tiene sentido si ella no acaba en Dios… puedes sacrificarte al príncipe si este se postra ante Dios. Porque entonces, tu bien vuelve a ti habiendo cambiado de gusto y de esencia” (XC).

A este rey también le obedecen los astros y el Principito le pide una puesta de sol. Consulta un viejo calendario y allí se prevé para el ocaso del sol, las 19 y 40; asi lo determina y le comenta al visitante: verás que seré bien obedecido.

Por desgracia no nos gobierna el Rey de El Principito bien formado y clásico, sino un aprendiz de la política cuyo grito es “Viva la libertad, ¡carajo!, quien no acaba de entender que la libertad es solo un medio que se juzga moralmente por el fin al cual se dirige y por eso la libertad del loco es locura, la del traidor, traición; por eso son inmorales la venta de órganos o el alquiles de vientres que genera hijos sin madres, el aborto que ya lleva más de 132.000 víctimas asesinadas en un par de años de vigencia de la ley positiva injusta.

Milei tendría que estudiar a los clásicos, no como el mamarracho de Menem que leía a Sócrates, doctor honoris causa (trucho) de la Universidad Austral, sino estudiando los grandes ejemplos como el de Solón, sabio de Grecia, poeta, filósofo y gobernante, el restaurador de la Polis y así restaurar moralizar a un Estado que se transforme en una persona de bien.

Buenos Aires, marzo 3 de 2024.

Bernardino Montejano