Mi misa de ayer. Con alguna consideración más sobre absurdas persecuciones

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Con notable sentimiento no pude ver ayer en TV2 la retransmisión de la misa dominical en mi parroquia de Caná. Un compromiso previo sólo me permitió ver el inicio de la misma. Yo nunca asisto a la misa de 10.00, ayer por exigencias televisivas a las 10.30, que por el horario es la menos frecuentada de las seis que se dicen cada domingo. El templo estaba lleno pero sin el abarrote que se produce en las restantes misas del día en las que estamos verdaderamente como sardinas en lata. Hasta el punto de que no es cosa extraña que haya que atender a alguna lipotimia. El cocelebrante principal fue el obispo de Teruel pero nada más puedo deciros. Concelebraron con el obispo cuatro sacerdotes, dos de ellos de la parroquia: Don Nicolás y Don Fernando. Ambos oro molido y queridísimos de lo fieles. Como el obispo de Teruel me parece excelente supongo que habrá estado muy bien. Y quienes hayan seguido esa misa habrán visto una hermosa iglesia, de muy reciente factura, que pese a ser de ayer mismo se nos ha quedado pequeñísima. El compromiso mencionado me llevó a Toledo y por primera vez en mi vida asistí a una misa en rito mozárabe. Había visto otra por televisión pero no es lo mismo. Me pareció muy hermosa y muy participativa. La iglesia, Santa Eulalia, arquitectónica mente bellísima. No la conocía. No voy a decir que Toledo sea como Roma en la que siempre descubres bellezas nuevas. Claro que no tiene comparación. Pero también en Toledo, donde habré estado más de cien veces, sigo descubriendo hermosas sorpresas. Y Santa Eulalia lo es. Muy hermosa. Las columnas y capiteles, de la época visigoda, pienso que son aprovechados de una anterior construcción romana. El arco de herradura omnipresente. Muy bella. Es pequeña y recogida. Muy adecuada para acoger a la pequeña comunidad mozárabe que celebra allí su misa dominical. Que no es la única que se celebra en Toledo. Está también la que tiene lugar en la capilla mozárabe de la catedral y seguramente alguna más. Hace no mucho estuve presente en un encuentro casual que se produjo en la plaza de Isabel II madrileña. Yo acompañaba a un queridísimo amigo sacerdote y nos encontramos con otro. Ambos eran amigos. Testigo del encuentro otro queridísimo amigo que nos acompañaba que por profesión da fe de las propiedades inscritas en su Registro. También puede darla de un encuentro muy grato y que se prolongó bastante. De notable altura intelectual y, si cabe, mayor todavía en lo cordial, amistoso y simpático. Una gozada. Uno de los sacerdotes es una autoridad en el modo extraordinario y el otro en el rito mozárabe. Pues en la charla, ya digo que amistosísima, el mozárabe tachó al otro de modernista: vosotros sois del siglo, ya no me acuerdo de cual dijo pero posterior al décimo, nosotros muy anteriores. Y nos reímos todos. Después d ese encuentro, tan amistoso, me quedé con ganas de oír una misa mozárabe. Y ayer pude cumplirla. Me pareció muy hermosa y muy piadosa. En la iglesia había unos libros fotocopiados que permitían seguir a los profanos el santo sacrificio. Muy bien hechos. El sacerdote, muy involucrado en lo que hacía, excelente. Y además explicativo. Con el primer domingo de Cuaresma ellos inician el tiempo cuaresmal. No existe el miércoles de ceniza. Y en el primer domingo todavía se canta el Gloria. La celebración fue en latín y en castellano. Todo se podía seguir perfectamente por el libro mencionado. La ceremonia es larga. No es una misa de media hora a matacaballo. Debe durar casi una hora. Que se prolongó poco más con el sellado de la pila bautismal porque en el rito mozárabe en Cuaresma no hay  bautizos salvo necesidades perentorias. Me pareció también hermoso el incensamiento de la pila bautismal aunque por dificultades de combustión del incensario no saliera ese humo que se eleva al cielo. Me ha encantado la misa mozárabe y me he quedado con ganas de asistir a más. Después el pequeño grupo de amigos fuimos a Santo Tomé para admirar esa obra cumbre de la pintura universal que es el entierro del señor de Orgaz. Explicado por quien tanto sabe de ello y tanto lo ama. Unos cuantos turistas nos hacían coro para escuchar tan docta y amena exposición. Luego a comer a Plácido, donde tanto nos quieren y tan bien nos tratan. Ya en el recuerdo de Sagrario, prolongado hoy en su Sagrario hija tan encantadora como su madre. A mí lo del Toledo de las tres culturas me parece un camelo irenista. Claro que hubo tres. Pero dos de ellas siempre sojuzgadas. Y hoy sólo queda una  salvo  restos arqueológicos. El Toledo cristiano.  Pues en ese Toledo de hoy conviven, y gracias habrá que darle a ello a Don Braulio, sin el menor problema y de modo absolutamente pacífico, cuatro ritos de la liturgia católica. Del mozárabe ya os he hablado suficientemente, el modo ordinario de la liturgia latina que es el habitual, el extraordinario, con iglesia propia, El Salvador, a cargo de dos excelentes sacerdotes y muy queridos amigos, y me dicen que el ortodoxo, para los católicos de ese rito acogidos también, como debe ser, en la Iglesia toledana. Dios quiera que ese ejemplo se multiplique en otras diócesis españolas en bien de la Iglesia. Sin supeditarlo a puñeterías de clérigos monterillas o de monjas desnortadas y en vías de extinción. Y a quien Dios se la dé que San Pedro la bendiga. Lo verdaderamente importante es llevar almas al cielo. No cerremos los caminos. Sean mozárabes, por el modo extraordinario, el ordinario o el grecolatino. Todos son santos y hermosos. Todos tienen sitio en la Iglesia. Todos llevan a Dios. Dios quiera que en Madrid, y Don Carlos Osoro es persona acogedora e integradora, recordemos San Antón, conceda a los fieles amantes del modo extraordinario una iglesia donde puedan celebrar, sin puñeterías, un modo litúrgico que la Iglesia quiere y con el que se santificó muchos siglos. La fotografía con la que os ilustro la entrada parece de un tiempo previo al actual. Hoy es un encanto de iglesia. Muy bella. P.D.: Acabo de ver, gracias al enlace de un amable lector, la misa de ayer en mi parroquia de Pozuelo. Había dicho que también la concelebró Don Fernando.  No fue así. Estaría en el confesonario. Pero sigue valiendo lo del oro molido. Notable la voz y la dicción del segundo cocelebrante. Y cum laude el monaguillo que incensó. Perfectamente entrenado para la ocasión. Que seguro es la primera vez que lo hacía.