«Le he entregado un dossier sobre mi caso y la Archidiócesis de Ayacucho a un estrecho colaborador del Papa»

«Le he entregado un dossier sobre mi caso y la Archidiócesis de Ayacucho a un estrecho colaborador del Papa»

whatsapp-image-2016-11-06-at-14-09-09

El sacerdote Luis Bazalar, condenado por violación y posteriormente probado inocente por la Corte Suprema peruana, lamenta, en esta entrevista con InfoVaticana, el retraso del Vaticano en revocar su reducción al estado laical.

Para poder entender y contextualizar esta entrevista, es imprescindible leer antes la noticia publicada por InfoVaticana el pasado 18 de octubre sobre la sentencia que absuelve de todas las acusaciones al sacerdote de la diócesis de Ayacucho, Luis Bazalar.

Luis Bazalar es inocente, sentencia la justicia peruana

A continuación, la entrevista:

Ya todos nuestros lectores saben que eres inocente, y que fuiste víctima de una conspiración que ha desmontado la corte Suprema peruana. ¿Cómo te sientes?

Experimento muchos sentimientos encontrados. Por un lado, la felicidad me invade al dejar en alto el nombre de la Iglesia y la de muchos sacerdotes que desmesuradamente trabajan en el silencio, «…Desconocidos y ocultos…» (Juan Claudio Colin). Sin embargo, al mismo tiempo me hace sufrir enormemente que aún no pueda celebrar la Eucaristía, a pesar de ya haber presentado toda mi documentación a la Congregación para la Doctrina de la Fe desde noviembre del año pasado.

Es realmente desgarrador no poder ejercer el ministerio sacerdotal cuando hay tan pocos «…obreros en la mies…» y mucha labor pastoral.

¿Alguna vez, tras la sentencia, has experimentado la sospecha de otros, que crees que en el fondo no te creen? ¿Qué les dirías para que entiendan que tu caso está meridianamente claro?

Primero, sí, siento la incredulidad de algunas personas, pero también debo afirmar que mi caso no está meridianamente claro, está claro que soy inocente, por eso para los incrédulos nos dice la palabra del Señor en el episodio del rico Epulón : «…si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levante de entre los muertos»(Lucas 16,19-31). Ya la Corte Suprema ha sentenciado no sólo que no hay delito alguno en todos los términos, sino que, además, mi único accionar fue intentar ayudar al joven de la situación en la que vivía (folio 13 de la ejecutoria).  La verdad no se impone, ésta se busca y por su propia fuerza y realidad aparece ante nosotros, ya está en el corazón de cada uno aceptarla aunque esto implique reconocer que al principio nos hemos equivocado. La soberbia es el peor pecado que siempre termina por destruirnos y alejarnos de la verdad. No olvidemos, mi estimado Gabriel, que Santo Tomás ya decía que en: De malo, q. 8,a..2,ad 15«…el soberbio es el que tiene un amor desordenado hacia su propio bien por encima de otros bienes superiores…» . 

Más que decirles algo, me gustaría invitarles a que abran su corazón y que no dejen que la pasión del odio, la venganza o el miedo les acobarde y atemorice en mi caso. Entiendo que no es fácil romper un esquema, una postura, pero de ello daremos cuenta a Dios.

El fiscal que te acusó en primera instancia, ¿es un tipo de honorabilidad pública?

No me corresponde hablar sobre la honorabilidad de las personas, sin embargo el Fiscal a cargo de mi caso ha sido destituido por el Ministerio Público de mi país (Perú), y por sentido común, consideré que era importante que mi Arzobispo Salvador y Roma lo sepa, por lo que yo me encargué de comunicárselos. Yo particularmente oro por él y sigo creyendo que al estar en un estado de derecho la presunción de inocencia asiste a todos, cosa que conmigo nunca la tuvieron.

¿Has sentido el apoyo de tu obispo, Salvador Piñeiro, y de tus compañeros en el clero, tras la sentencia absolutoria?

Quisiera creer que en su fuero interno, en el interior de su corazón oró por mí, pero, analizando la realidad y evaluando lo acontecido siempre estuvo en mi contra, creo que jamás pensó en la posibilidad de mi inocencia porque a los tres días de mi denuncia declara a los medios que: «…no puedo permitir faltas  de un clérigo de una manera  tan vergonzosa, yo soy  el primero en ser drástico….esto me apena muchísimo la imagen de mi clero…» (Piñeiro sobre Bazalar: «No puedo permitir faltas tan vergonzosas de un clèrigo») .

Nosotros esperábamos que aplicaría las líneas generales que había dado la CDF para las conferencias episcopales, o lo que dice el mismo código de derecho canónico sobre la presunción de inocencia. Sin embargo, la presión mediática, el qué dirán y su temor por no respetar la ley a la que todos estamos sujetos hizo que me abandonara desde el primer momento. Quizá sea duro decirlo pero incluso mis abogados (Willy Cordova Pure y Paola Capcha Cabrera) le hicieron ver todo el escenario y le suplicaron que no me votara de la casa arzobispal. Sin embargo, me echó diciéndome que el no quería problemas. Yo creo que frente a cualquier delito, más aún si se trata de abusos de un menor, la Iglesia debe ser implacable como sostiene el Papa Francisco, pero cuando todo apunta a una inocencia me pregunto si el Pastor no debe ser el primero en defender a sus hijos.

Traigo gratamente a la memoria el episodio en el que feligreses de Chile le piden consejo al Papa Francisco sobre el Obispo de Osorno, Juan Barros, y él, con fuerza y dureza de quien conoce y ama a su hijo, defiende al Obispo, y lo sostiene teniendo como base el pronunciamiento de la Corte Suprema de Chile. Creo que esta es la forma con que un Pastor debe actuar y para ello se debe abrir el corazón y dejarse dirigir por el Espíritu del Señor.

En cuanto a mis hermanos sacerdotes de Ayacucho creo firmemente que oran por mí. Por mi parte, ya lo hago cada día acordándome incluso de sus nombres y encargos pastorales porque todos necesitamos del Señor. Las religiosas Clarisas de Huamanga siempre me hicieron llegar su apoyo espiritual y ni qué hablar de los feligreses de a pie.

Tengo entendido que debes un agradecimiento especial a un sacerdote del Opus Dei que siempre se mojó por ti, dispuesto a quemarse las manos si hacía falta.

Así es. Se trata de Don Javier Santiago Obon Molinos. Un clérigo que verdaderamente vive para servir y lucha cada día porque los hombres y mujeres acojan el Evangelio y transformen la realidad en sintonía con lo que el Señor quiere.

Don Javier o Xavier como le trato yo, no sólo se mojó, sino que salió a los medios a sostener que yo era inocente, así mismo le escribió una carta a la CDF sobre su posición en mi caso y su experiencia de trabajo en Ayacucho por casi 25 años. Por si fuera poco, acudió a mi  juicio oral en Huamanga y declaró la verdad. Sé que esto le trajo muchísimos problemas, sin embargo, recordó la palabra del Señor en el libro de los Hechos de los Apóstoles : » …Debemos  obedecer a Dios antes que a los hombres…»

Xavier siempre se ha caracterizado por ser exigente y disciplinado, pero, sobre todo por ser un sacerdote que deja ver que es posible ser santo ahí donde te encuentres y con las circunstancias en las que te halles.

Javier Obon Molinos fue el misionero incansable que atravesó el ande y llegó a las periferias más recónditas de la región ayacuchana. Para él nunca había descanso, su compromiso y celo pastoral le llevó a fundar comedores para los niños más pobres, Cetpros con carreras técnicas para los adolescentes indigentes, capillas hasta la misma frontera parroquial y todo esto desde la nada. Por si fuera poco, nos enseñó que toda la obra social, pastoral e intelectual era: Ad maiorem Dei gloriam. Nosotros no deberíamos brillar sino la luz del Señor, un sacerdote que, perteneciendo a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, veía en San Ignacio un gran referente porque para don Javier Obon Molinos,  San Josemaría Escrivá de Balaguer, San ignacio de Loyola y todos los santos son: «…buenos compañeros de camino…»( Benedicto XVI,Audiencia general, 25 de Agosto 2010, Casten Gandolfo).

Hoy está gravemente enfermo, y aprovecho tu espacio, Gabriel, para suplicar a todos los que te leen no sólo una oración, sino también un ofrecimiento de lo que más nos cueste para que el sufrimiento de este extraordinario sacerdote dé frutos incontables para la Iglesia. Viene a mi memoria las anécdotas y vivencias que tenía el Papa cuando era arzobispo de Argentina. Esa delicadeza de vivir con sus sacerdotes, de cocinarles y acompañarles hasta que se recuperen.

En paralelo al proceso penal, se desarrolló un proceso canónico. Tengo entendido que con manifiestas irregularidades. ¿Es cierto que en la fase diocesana se ocultaron algunas pruebas esenciales, que no fueron enviadas a Roma, provocándote indefensión?

Agradezco infinitamente tu pregunta, Gabriel, porque por vez primera puedo compartir lo que he vivido. Yo no soy perito ni experto en derecho, mucho menos en el canónico, pero el sentido común indica que ante cualquier proceso debemos contar con un abogado, ser debidamente notificado, contar con todas las pruebas en contra para poder defenderse, intentar ver los careos y certificar si los testigos gozan con la idoneidad debida. Nada de esto se dio. Mis abogados del fuero civil tuvieron que desengañarme de toda esta ilusión que yo creía como justa. Fueron ellos los que me abrieron los ojos y me hicieron ver que en todo mi proceso canónico estuve en total indefensión. Esto partió mi corazón e intenté levantar mi voz, sin embargo experimenté la injusticia del poder y el odio a priori. Lo he denunciado vía Nunciatura pero nunca tuve respuesta. Yo entiendo que la confidencialidad preserva un bien mayor de las partes, pero en mi caso no era ésta imparcial, porque incluso en juicio civil-penal la defensa de la supuesta víctima presentó un documento confidencial de mi proceso canónico que ni yo conocía, con la firma de mi Arzobispo Salvador Piñeiro.

Luego revisando el código canónico descubro que este delito de facilitación de documentos así como publicitarlo es penado incluso con la pena de la dimisión del estado clerical. Lo denuncié hace un año vía Nunciatura a la Congregación para los Obispos pero aún no se me ha dicho nada. 

Entre la documentación a la que he tenido acceso he encontrado un extensísimo informe médico y psiquiátrico que acredita que, en primer lugar, no eres homosexual, y en segundo lugar, que físicamente tu cuerpo no tiene signos de haber tenido nunca relaciones contranatura. ¿Te sometiste voluntariamente a ese examen? ¿Fue un trance muy doloroso? ¿Crees conveniente que todo el clero, obispos incluidos, se sometan a un examen así? Sin duda se evitarían, a priori, muchas problemas, no crees?

La Corte superior de Ayacucho me hizo pasar por psiquiatras expertos en Lima y los tres arrojaron un resultado unánime y a favor de mi persona. Además, por cuenta propia me sometí al mejor médico psiquiatra forense del Perú, el doctor Moisés Ponce Malaver, para que me hiciera todas las pruebas. Fui voluntariamente y claro que fue un trance penoso y doloroso porque mi intimidad, a la que tengo derecho, había sido puesta en duda. Sin embargo, después de consultarlo con mi director espiritual, con mi familia y abogados civiles, decidí someterme a todos los exámenes y sesiones programadas. Llamó poderosamente mi atención que dicho médico psiquiatra no era creyente pero si judío de cultura. Fue una gran oportunidad en la que vi como Dios me llevaba por sus caminos y no los míos.

A mí, este examen médico-psiquiátrico me ha ayudado muchísimo, así se lo hice saber a mi Obispo Salvador Piñeiro y a la CDF y creo sinceramente que el que mis hermanos seminaristas, sacerdotes y obispos lo hagan les ayudaría muchísimo, así como también a la credibilidad de los miembros de la Iglesia católica. Me parece incluso que ya la Pastores dabo vobis en la dimensión humana-intelectual de San Juan Pablo II toca la necesidad de la ayuda profesional en los candidatos, nada malo haría que ésta se extienda también a nuestros pastores los Obispos.

En este punto es necesario narrar una experiencia pero también un aprendizaje. A pedido de mis abogados fui sometido a un examen médico para determinar si era portador de alguna enfermedad de trasmisión sexual, ellos manifestaban que era muy importante para seguir adelante con la defensa. Luego supe que, efectivamente, este examen fue crucial en mi defensa, debido a que la Supuesta víctima era portadora de una enfermedad venérea incurable (de transmisión sexual),  y al reconocer en juicio que éste joven estuvo con otro joven quién reconoció también en juicio tener la misma enfermedad, quedaba claro que yo, era ajeno a todos estos hechos.

Por lo tanto, querido Gabriel, ésta es la prueba científica que demuestra, sin lugar a dudas, que nunca hubo delito y que jamás tampoco hubo pecado. Simplemente, como dice la corte Suprema, mi actuar fue el de ayudar a éste joven que sufría. ¿Esto  incapacita o desmedra mi idoneidad para el Sacerdocio? Yo no lo creo, es más, si tuviera nuevamente que arriesgar mi vida y comodidad por ayudar a alguien lo haría, ya que me hice cura para entregar mi vida en su totalidad.

Vámonos a Ayacucho, tu diócesis. ¿Ha sido siempre Salvador implacable con la homosexualidad en el clero? O por el contrario, ¿ha ordenado presbíteros homosexuales con conocimiento de su condición?

Sé por mi tío carnal que es General, que ha sido Obispo castrense por mas de diez años, y que en Ayacucho lleva cinco. En este tiempo, no me consta que sea implacable con la conducta homosexual en los supuestos seminaristas o supuestos sacerdotes de los que hubiese. Lo que sí es extraño es su doble criterio a la hora de ejercer la autoridad. En mi caso, sin prueba alguna, me condena desde los primeros días sin respetar la presunción de inocencia. Sin embargo, mantiene y defiende a su canciller, capellán y párroco Percy Quispe Misayco que ha sido sentenciado en las dos y definitivas instancias penales por Hurto agravado de una custodia de oro a tres años de cárcel suspendida. Yo me pregunto, ¿por qué actúa así Monseñor Salvador Piñeiro?  Todo esto, Gabriel, y muchísimas cosas más lo he hecho saber a Roma vía Nunciatura, sin embargo, aún no he tenido respuesta. Incluso pedí que la Santa Sede intervenga, pero veo que mis documentos no ven aún la luz del día.

En Roma, conociste a un personaje controvertido, ya fallecido. Jozef Wesolowski. ¿Cómo fue ese encuentro?

Si lo conocí. Fue curioso y entristecedor lo que me dijo. Al estar tomando café me adelantó que aunque sea inocente, saldré culpable de la CDF por el odio y la cacería de brujas que se había empezado a ejecutar. Me dijo incluso que no tomara ni un solo vaso con agua dentro. Aquí me petrifiqué y dije «esto no puede ser cierto». Concluyó el Monseñor: «Muchacho, jamás la CDF dará su brazo a torcer aunque tú tengas la razón…». Yo decidí callar y meditarlo hasta ahora.

¿Temía por su vida, entonces?

Más que por su vida, por no llegar a decir toda la información que él manejaba, ya que recordemos su juicio era público. Me comentó algunas, pero no tengo la fuerza para decirlas, en todo caso, no me corresponde.

Has estado en Roma, y has entregado a un estrecho colaborador del Papa una larga carta en la que expones tu caso. ¿Crees que el Papa la ha recibido? ¿Qué esperas que te diga?

Sí, he venido a Roma tres veces. La primera cuando estudiaba en Valencia y me entrevisté con el padre Jordi Bertomeu, oficial de la Congregaciòn de la Doctrina de la Fe, a quien luego le envié vía e-mail todas mis pruebas escaneadas, pero nunca me respondió. La segunda vez a presentar más pruebas a favor de mi juicio y ahora en compañía de mis abogados civiles.

Sí, he tenido la gracia de poder tener este encuentro con este estrecho colaborador del Santo Padre. Le he entregado no solo mi carta, sino también la sentencia de la corte Suprema del Perú y una copia fiel de mi apelación de noviembre del 2015 en la que expongo mi caso y hago saber lo que vengo sufriendo y lo que realmente pasa en la Arquidiócesis de Ayacucho. Estoy seguro que el Santo Padre ha recibido la documentación porque este alto funcionario al que se lo di tiene un corazón puro y santo. Yo espero tan sólo que me haga justicia, que conozca mi sufrimiento y el de muchos de mis hermanos sacerdotes y obispos que son injustamente acusados por motivaciones varias y que al final sepa que en Sudamérica existimos presbíteros dispuestos a «…hacer lío…» por la verdad y la justicia.

La Iglesia fue muy rápida para reducirte al estado laical. ¿Crees que será igual de rápida en tu rehabilitación habida cuenta de tu inocencia probada?

Creo que es muy difícil responder esta pregunta, pero confío en que así como el Señor me ha dado su Gracia para atravesar la noche oscura de la calumnia y la injusticia por tres años, sabrá dirigir mis pasos donde la Iglesia más lo necesite.

¿Qué les dices a tantos sacerdotes acusados injustamente en todo el mundo, y por los que nadie quiere arriesgarse? ¿Cómo vivir ese sufrimiento?

Les comparto mi historia para que se animen y se levanten a luchar por la verdad, por la justicia y por su vocación, que no les ha sido dada por hombre alguno, sino por Dios: «…Antes que yo te formara en el vientre de tu madre,te conocí, y antes que nacieras  te consagré, te puse por profeta a las naciones…»(Jeremías 1:5). Desde aquí, en España, a cuya Nación debo tanto y amo tantísimo,  les animo a mis hermanos sacerdotes y Obispos a luchar y a no quedarnos callados. Yo he experimentado la providencia de Dios al acudir a los bancos del Perú, éstos han sabido prestarme dinero, ahora mismo estoy endeudado y sin trabajo, mi familia, mis amigos de Perú y España (Madrid,  Tortosa, Valencia),  todos juntos han sido un bálsamo y una caricia de Dios para seguir adelante.

En estos tres años he llevado a la oración una inspiración que no es nada fácil, pero que siento que Dios me pide, por lo que se me hace indispensable transmitir la idea de mi Abogado Willy A. Córdova Pure de que se vea fundar una ONG exclusivamente para recaudar los fondos necesarios para auxiliar a los sacerdotes desamparados en acusaciones falsas e injustas, con seguridad esta idea es de gran importancia y me uniré a ella con el propósito de que mi sufrimiento y la manera en que lo sigo viviendo me permite decirles a mis hermanos sacerdotes que no están solos, que nunca estamos solos.«…Nada te turbe , nada te espante todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta sólo Dios Basta»(Nada te turbe. Santa Teresa de Ávila).

Ayuda a Infovaticana a seguir informando