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La Ideología de Género al Servicio del Mal y del Dinero, por Diego Pappalardo

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Está de moda denigrar y socavar los fundamentos de la familia, núcleo básico de nuestro tejido social.

En nombre del progreso y frente a una sociedad anestesiada, se implementa su destrucción.

La llamada familia tradicional es el pilar de la civilización occidental y tiene como mandato la materialización fecunda y progresiva  inscripto en el «creced y multiplaos» genésico e impulsado por el mismo instinto de supervivencia de la especie humana.

Así como la globalización económica implica marcos de deconstrucción de estructuras socio- económicas tradicionales y las particularidades culturales  con el objeto de imponer un consumidor universal sobre el modelo «homo economicus», el liberal-progresismo, siempre en función de lo que pretenden las élites de la Plutocracia Internacional, busca la destrucción de las estructuras familiares tradicionales en favor de un tipo modélico basado en el deseo individual y sin obstructores.

El soporte sintético y dinamizador de dicho proyecto globalista es la llamada ideología de género que, en nombre de la libertad, la igualdad y contra la discriminación, busca disolver gradualmente la diferenciación natural, biologista-genética y conciencial de la existencia  y funcionalidad positiva de los sexos masculinos y femeninos y la edificación de la familia matrizada en ellos.

En búsqueda de modificar lo natural  como modelo normativo y reemplazarla por la arbitrariedad del hombre y sus múltiples pasiones expresadas en «paradigmas», se conduce  con categorías semánticas y mecánicas propias de la ingeniería social, enfatizando lo sentimental para nublar o anular la lógica de la Verdad; situando  la  imagen y el discurso por sobre la Inteligencia.

Algunos de los propulsores de la totalitaria ideología de género son:

-Alfred Charles Kinsey, experto en entomatología, financiado por la fundación Rockefeller, publicó  entre 1948 y 1953 dos trabajos suyos que interrelacionados se conocen como el «Informe Kinsey».

En ellos pretende señalar como científico e inobjetable el concepto que  los niños son sexualmente activos desde el nacimiento, pudiendo tener relaciones sexuales a cualquier edad y que el incesto o relaciones entre niños y adultos no son malsanos. También enfatiza en que la bisexualidad es la «orientación sexual normal para las personas normales y sin inhibiciones. Las personas somos básicamente  pansexuales».

Constituyendo la heterosexualidad como «anormal y producto de inhibiciones culturales y de condicionamientos sociales.»

Paul  Gebhard, integrante del equipo colaborativo de Kinsey, admitió que las conclusiones patológicas de Alfred eran resultantes de los estudios realizados con errores metodológicos y con voluntad dirigida a lograr datos conceptuales desprovistos de la realidad objetiva («El 55 por ciento eran presos. No teníamos bastante personas de fuera de la prisión para hacer la comparación, pero -Kinsey- no comparó, simplemente tomó la muestra de presos que tenía y la uso junto con la muestra de personas con educación por debajo de la Universidad”1

Gebhard también debió reconocer que para dicho estudio se contó con la ayuda de pedófilos.2

-Judith Butler, es otra  referente de  la  ideología de género radical. Es becada y sostenida por fundaciones capitalistas tales como Guggenheim, Rockefeller y Ford.

Feminista incorregible, Butler en su  libro base «El Género en disputa.El feminismo y la subversión de la identidad», publicado por primera vez  en 1990, consideró al sexo como social y no natural, señalando que la antropología no marcó ninguna diferenciación al respecto.

Para Butler y todos los devotos de la ideología de género la sexualidad es una construcción sexual  perfomativa y, por lo tanto, puede ser deconstruida y transgredida de manera indefinida.

Entonces, hoy un niño puede elegir tener el «género femenino» y,  con el paso del tiempo, puede optar por “operarse” para parecerse más –siempre exteriormente-  al sexo femenino  y si ello no le llegara a satisfacer, podría posteriormente cambiarse de “género”  las veces que su capricho, vanidad y patología lo requieran…y su capacidad de dinero lo permita, claro está.

Porque en esta trama dañina para la humanidad,  aparte de personas que quieren dejar de ser hombres y mujeres naturales; más allá de ideólogos e ideologizados y de globalistas que buscan enseñorearse absolutamente en el mundo, están los que recaudan fortunas para agregarles a sus clientes lo que su «satisfacción de género» precisa.

Por ejemplo, y según diversas fuentes serias,  la  intervención quirúrgica de modificación de “sexo” facturaría anualmente en el mundo un poco más de 557.000.000 de dólares, sin contar el costo de los  tratamientos  hormonales y las drogas antes y después de la operación.

Asimismo, según Reaserch and Markets,  los ingresos de la industria de inseminación artificial  fue de  15.5 mil millones de dólares en 2010 y, muy probablemente, en 2017 las ganancias llegarían a 19.2 mil millones de dólares.

En suma, la mentada ideología de género no es más que un caballo de troya para confundir, engañar y dañar a los seres humanos; subvertir y debilitar las comunidades históricas y  querer anular el orden natural para  lograr el objetivo de  supremacismo  del Imperialismo Internacional del Dinero, enemigo de Dios y del Hombre.

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1-Paul H. Gebhard  and Alan B. Johnson: The Kinsey Data: Marginal Tabulations of the 1938-1963 Interviews Conducted by the Institute for Sex Research.  Indiana University Press (May 22, 1998)

2-Judith Reisman, Sexual Sabotage: How One Mad Scientist Unleashed a Plague of Corruption and Contagion on America. WND Books; 1 edition (July 20, 2010).

Por Diego Pappalardo. Investigador, promotor cultural. República Argentina.

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