Sobre el trágico estado de la Compañía de Jesús en España

Sobre el trágico estado de la Compañía de Jesús en España

Tomo el párrafo de la necrológica que la Compañía de Jesús acaba de publicar con motivo del fallecimiento de uno de sus miembros.

«Nos conocimos en el tren que la noche del 6 de Setiembre de 1950 nos llevó de Barcelona a Zaragoza, vía Manresa y Lleida. Íbamos a ingresar en el noviciado de Veruela 9 candidatos; una parte de los más de 55 que entramos aquel año en la Compañía!

Pues ahí está dicho todo. En 1950 entraron en la Compañía más de 55 jesuitas. Este año de 20116, 3.

Aun no ha terminado el año y salvo que no haya contado bien, han fallecido hasta el 20 de diciembre 63 jesuitas españoles. Y han entrado, 3.  Pues ya me dirán el futuro.

En un momento de este año corriente he leído que en España quedaban 1.073 jesuitas. Ignoro la fecha de esa cifra pues no es lo mismo que se refiera a comienzos de año que a mediados. Pero sea de cuando sea es seguro que en 2017 los jesuitas españoles van a ser ya menos de 1.000.

Y de esos mil, más de trescientos ya incapaces o casi de ministerios. Y subiendo la media de edad cada año que pasa pues ya me dirán lo que la rebajan tres novicios.

En 2016 y digo que han fallecido, a falta de once días para que concluya el año, 63 jesuitas españoles.

Tres en enero: Nadal, González Mendiza y García de 81, 91 y 71 años

Tres en febrero: Oristelo, Damboriena y Aramburu de94, 90 y 90 años

Cuatro en marzo: Corral, García, Añón y Blázquez, de 85, 74, 70 y 87 años

Dos en abril: Zurbano y Alcalde, de 82 y 86 años

Cinco en Mayo: Lamamié, Lostao, Ortiz, Miret y Couselo, de 96, 87, 87, 92 y 95

Tres en junio: Beneitez, Horrillo y Gómez, de 87, 96 y 89

Cinco en julio; Cortés, Goena, Alarcón,Mañé y Ortigosa, de 93, 93, 92, 95 y 79 años.

Diez en agosto: Hoyos, Conde, Morillas, Alcalá. Girón, Villegas, Meseguer, Leach, Gurruchaga y Laredo, de 77, 87, 69, 95, 89, 92, 91, 74, 91 y 85 años

Trece en septiembre: Muguiro, Sánchez-Toscano, Lorente, Burguera, Alvarez de Eulate, Mozo, Gelpi, Prieto, Rubí, Badell, Legido, Miguel  y Dehesa, de 88, 95, 79, 98, 96, 90, 87, 84, 94, 93, 93, 86 y 100 años

Tres en octubre: DíazBaizán, González Vallejo y Mendieta, de 76, 95 y 90 años

Cinco en noviembre: GªLomas, Antoñana, carreras, Herrera y López Galván, de 87, 94, 96, 93 y 84 años

Sieete en los veinte días que llevamos de diciembre: Echeverría, Sánchez, Barrado, Damboriena, Benedetti, Vall y Álvarez, de 89, 85, 82, 97, 96, 85 y 92 años.

Es normal que en un colectivo tan envejecido aumentan las defunciones. El más joven tenía 69 años y unos cuantos eran septuagenarios pero el grueso de las cifras se dan entre octogenarios y nonagenarios. Centenarios debe haber poquísimos, igual bastan los dedos de una mano para contarlos.

No cabe duda de que los fallecidos de más edad alivian momentáneamente la media pero es un efecto engañoso y no duradero. Porque al fin de cada año todos tendrán un año más con lo que aunque transcurrida la anualidad no aumente en un número se le aproximará mucho. Y habrá nuevos octogenarios y nonagenarios. Y hasta es posible que algún centenario. Eso sólo se aliviaría con entradas numerosas de novicios pero ya me dirán lo que suponen tres: la nada. Y hasta hay otro punto a considerar que no mejora la situación. Antes, la mayoría de los novicios, claro que había excepciones, el santo padre Rubio, por ejemplo, entraban en la Compañía con 17 o 18 años. Hoy esa edad, en no pocos, se ha retrasado considerablemente. Lo que tampoco contribuye a rebajar la media de edad sino a aumentarla.

Lo peor es que esto que decimos de los jesuitas, y que tanto molesta a algunos que parece quieren que no se conozca la realidad, es extrapolable a franciscanos, dominicos, salesianos, redentoristas, escolapios, claretianos, maristas, marianistas, La Salle, oblatos, carmelitas, capuchinos… Irán cerrando casas, abandonando templos, desapareciendo de colegios… Primero en las periferias, que pese a tanta milonga es lo primero que dejan, luego capitales medianas y al fin los últimos de Filipinas apagando la luz en las joyas de la corona.

Creo que nadie podrá decir, a la vista de estos datos, suministrados por la propia Compañía de Jesús, en el que podré tener uno o dos errores como mucho, que me fabrico la realidad, me mueve el odio y miento como un bellaco. Nada de eso. Es lo que hay aunque se quiera ocultar. Y ya es imposible ante la magnitud de la hecatombe.

¿Alegría? Ninguna. Amo demasiado a la ínclita Compañía de Jesús, a la que tanto debo, para no deplorar esta situación aunque también es cierto que la Compañía actual no se parece nada a la de mis amores y recuerdos. Les veo y no encuentro el menor parecido con mis grandes jesuitas del recuerdo. Del histórico y del personal. Que duda cabe que eso atenúa la pena. Porque no son los míos ni parecen los de ellos. Los jesuitas que veneré, amé y tanto me dieron. Estos son otra cosa. Más bien sosa.

 

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