Obispo de Canarias
Nace el 9 de octubre de 1960 en Osuna (Sevilla). Tras cursar estudios en la Facultad de Medicina de la Universidad Hispalense, obtiene en Junio de 1983 el título de licenciado en Medicina. Ejerce como médico en su pueblo natal y, durante su servicio militar en la Armada, en el Hospital Militar de San Carlos de San Fernando, Cádiz.
En octubre de 1985 ingresa en el Seminario de Sevilla, donde cursa los estudios eclesiásticos. El 17 de marzo de 1990 es ordenado sacerdote en la Parroquia de Nuestra Señora de los Remedios de Sevilla, y es nombrado párroco de la Parroquia San Isidro Labrador del Priorato de Lora del Río (Sevilla), donde permanece hasta septiembre de 1993, que es enviado a realizar estudios en Roma.
En el año 1995 obtiene la Licenciatura en Teología moral en la Academia Alfonsiana, Universidad Lateranense de Roma. En 1998, en la misma Universidad, defiende la tesis: “Posibilidad y significado de una bioética mediterránea. Estudio comparativo de los modelos bioéticos de D. Gracia y H.T. Engelhardt”, obteniendo el título de doctor en Teología Moral. También, durante su estancia en Roma, realiza el Curso de Perfeccionamiento en Bioética en la Facultad de Medicina Gemelli y colabora en la parroquia de Santa Francesca Cabrini de Roma.
En 1998 es nombrado Párroco de Nuestra Señora de las Nieves de Benacazón y subdirector del Servicio de Asistencia Religiosa de la Universidad de Sevilla. En octubre del año 2000 es designado Director del Servicio de Asistencia Religiosa de la Universidad de Sevilla y Delegado de Pastoral Universitaria. El 27 de abril de 2002 es nombrado Canónigo Penitenciario de la Iglesia Catedral de Sevilla.
El 6 de junio de 2009 fue consagrado obispo de Asidonia-Jerez en la Santa Iglesia Catedral de Jerez de la Frontera, de manos del Cardenal Fray Carlos Amigo Vallejo. Su lema epicopal “Jesucristo Redentor de los hombres” y su escudo lo explicaba de la siguiente forma: “Cuando por designación del Santo Padre Benedicto XVI, recibí el nombramiento de obispo de la Diócesis de Asidonia-Jerez me dijeron que debía elegir un lema y un escudo que me acompañaría durante el resto de mi vida episcopal. El objetivo del mismo es expresar la pretensión que impulsa la misión episcopal, un modo concreto de concebir la Iglesia y una mirada sobre el hombre”.
“Las fuentes inspiradoras del simbolismo del escudo han sido las siguientes…El marco es común a la mayoría de los escudos, por lo que se inscribe en la tradicional forma de cáliz, evocadora de la centralidad de la Eucaristía. Se corona con el capelo de color verde con los 12 borlones que indican la dignidad episcopal. Bajo el capelo, la habitual cruz episcopal…destacar de forma heráldica la familia donde fui engendrado y traído al mundo. Para ello, he tomado los símbolos del apellido Mazuelos: tres mazos en campo de gules, señalando así la figura paterna y una pera en oro, que recoge un símbolo del escudo heráldico del apellido Pérez, haciendo alusión a la figura materna”.
“He querido también hacer referencia a la localidad de mi nacimiento, al mundo y a la Iglesia, la villa ducal de Osuna. Para ello he elegido el edificio más emblemático: la Insigne Iglesia Colegial de Nuestra Señora de la Asunción”
“El lema elegido recoge las palabras de la primera Encíclica de Juan Pablo II: “Jesucristo Redentor de los hombres”…La primera razón de dicha elección es manifestar, por un lado, el empeño que como obispo tendré en seguir el camino comenzado por Juan Pablo II, el gran profeta del siglo XXI, denunciando la cultura de la muerte y llamando a la construcción de la cultura de la vida y la civilización del amor…Por otro lado, quiero expresar mi total comunión con el Magisterio de Benedicto XVI y su propuesta cristológica como respuesta y solución a la dictadura del relativismo”
En la Conferencia Episcopal Española es miembro de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, de la Subcomisión de Familia y Vida, así mismo de la de Seminarios y Universidades.
Sobre si es suficiente el clero de su diócesis para las necesidades pastorales comentó “Gracias a Dios actualmente damos abasto a todo aunque sea cogido con alfileres. Sí es verdad que nos tenemos que replantear la situación. No podemos tener diez misas en 20 metros cuadramos y espacios con 30.000 habitantes sin una misa. Habrá que hacer una reestructuración. Comparado con la América latina que tanto conozco, aquí estamos sobrados. No hay que andar diez kilómetros para escuchar una misa y cada quince días. En pocas palabras, tenemos que adaptarnos a los medios actuales”.
Desde su doctorado ha realizado labores docentes como Profesor de la Licenciatura en Moral de la Facultad de Teología de San Dámaso de Madrid. Profesor auxiliar de la Facultad de Teología Redemptoris Mater del Callao (Perú). Profesor del Instituto Superior de Ciencias Teológicas de Jerez donde, desde su fundación, realiza su docencia como profesor de Teología Moral.
Ha impartido diversos cursos, conferencias y seminarios de formación sobre temas de bioéticas a sacerdotes y seglares en diferentes diócesis de España y del extranjero.
Sobre el viaje del Papa Francisco a Brasil y su llegada a la silla de Pedro comentó “Estoy muy esperanzado. El Espíritu Santo ha elegido a este Papa que no entraba en las cábalas iniciales. Después del gran intelectual que ha sido Benedicto XVI, que ha combatido la dictadura del relativismo aniquilándola intelectualmente, el Papa Francisco viene a ofrecer a todo el mundo esa reacción ante esa dictadura a nivel pastoral”.
“Así como Benedicto lo era en ese ámbito teológico, el Papa viene a la práctica. En la Iglesia no vemos como izquierdas o derechas; más bien entre el pastoral y el teólogo. Se dice que Francisco I se puede definir como ‘marxista racingeriano’ reivindicando la antropología porque el problema de hoy es antropológico ante la teoría del neocapitalismo salvaje, que es la que está triunfando. Y al final el materialismo marxista ha sido absorbido por el materialismo consumista, creando a un hombre que es pura materia. Es un problema antropológico profundo y al analizar el estado actual, la crisis va más allá de la economía para llegar a ser una crisis antropológica que se pregunta quién es el hombre y dependiendo de esto configuraremos la sociedad. Eso está en juego y Benedicto XVI ha sido clave. Hay que reivindicar esa dimensión espiritual del ser humano, que no es un máquina de consumo”.