La Congregación de las Hermanitas de los Pobres está al servicio de los ancianos en los cinco continentes.
Esta congregación nace de la mano de Juana Jugan, una francesa nacida a finales del siglo XVIII.
Cuando era muy pequeña, Juana quedó huérfana de padre pues, como otros tantos hombres de la costa de Bretaña, era marinero y pereció en el mar.
Vivió durante toda su vida con unas circunstancias económicas muy duras, y salió adelante con mucho esfuerzo y sacrificio.
Al desarrollarse en la pobreza, despertó en ella una gran empatía por aquellas personas que se encontrabas con escasos recursos para sobrevivir.
A la edad de 47 años, Juana Jugan se encontró con una anciana sin hogar en la calle. La recogió y la llevó a su hogar, donde cuidó de ella y le ofreció su propia cama.
A esta primera anciana siguieron muchos más. Es por ello que, animada por un Hermano de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, inaugura la colecta y va a pedir por y para los ancianos, para poder mantener así a su familia de adopción que crece sin cesar.
A la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, Juana Jugan debe también el «voto de hospitalidad» por el cual el servicio de los Ancianos pobres es elevado a la dignidad de un acto de la virtud de religión.