Obispo de Tenerife. Nacido el 29 de julio de 1949 en Breña Alta, en la Isla de La Palma, realizó el Bachiller Elemental y Superior en Santa Cruz de La Palma, finalizando en el año 1967.

Aunque parecía que tenía vocación de arquitecto, abandonó la escuela de aparejadores de La Laguna cuando llevaba dos años, para ingresar en el Seminario Diocesano de Tenerife en octubre de 1969.
La etapa del seminario concluyó en junio de 1976, año en el que también recibió la ordenación sacerdotal.
En junio 1987, tras el correspondiente examen, recibió el título de Bachiller en Teología por la Facultad de Teología del Norte de España.
Su primer destino fue en la Isla de la Gomera, como Párroco de Nuestra Señora de la Encarnación y de San Marcos Evangelista, de 1976 a 1980.
De 1980 a 1982 fue Párroco de San Pío X y encargado de San Isidro, en la Isla de la Palma.
De 1983 a 1986 continuó en la Isla de La Palma pero como Párroco de San Miguel Arcángel y de Nuestra Señora del Carmen. Después pasó a la Isla de Tenerife donde fue, de 1986 a 1987, Párroco de San Fernando Rey y de San Martín de Porres y Arcipreste de Ofra.
Además, ejerció de Director Espiritual en el Seminario Diocesano de Tenerife, desde octubre de 1987 a julio de 1992.
Fue también Secretario de la Asamblea Diocesana de octubre 1988 a junio 1989 y secretario de la Vicaría de Pastoral de la Diócesis de Tenerife, desde octubre de 1987 a julio de 1992, y desde septiembre de 1994 a mayo de 1999.
Delegado Diocesano de Liturgia desde octubre de 1989 a julio de 1992.
Durante dos años, de 1992 a 1994, viajó a Roma para cursar estudios en la Pontificia Universidad Gregoriana, adquiriendo el título de Licenciado en Teología Dogmática.
De nuevo en Tenerife, fue nombrado Secretario de la Vicaría de Pastoral, responsable de la Catequesis de adultos y coordinador del área de Evangelización, cargos que ocupó hasta 1999.
Además, fue Director del Boletín Oficial del Obispado, en 1995, y Secretario General de la Asamblea del Sínodo Diocesano, de 1995 a 1999.
En la actualidad es Profesor de Teología Pastoral, desde 1987, y de Sagrada Escritura, desde 1995, en el Seminario diocesano y en el Centro diocesano de Estudios Teológicos.
Fue también Vicario General de la Diócesis, desde mayo de 1999, sirviendo a su predecesor, el Obispo Felipe Fernández García, que había sido retirado precipitadamente de Ávila por sus abultados errores.
Recibió la ordenación Episcopal el 4 de septiembre de 2005 en la Catedral de La Laguna, de manos del Nuncio Mons. Manuel Monteiro de Castro así como otros Obispos asistentes, convirtiéndose así en el obispo número XVII de la Diócesis de Tenerife.
Obispo de una diócesis en la que la inmigración es una realidad diaria, considera ésta como una oportunidad para la fe y no como una amenaza:
“Para nosotros es un enriquecimiento, porque los que vienen, por ejemplo, de Hispanoamérica, tienen una fe muy viva y nos estimula a quienes estamos aquí. Y les vemos en familia acudiendo a misa, algo que nos recuerda que la vida cristiana es para todas las edades y sexos.
El Cristianismo en Europa participa de esa especie de degradación que vive toda la sociedad: la secularización, el superficializar todas las cosas. Por eso, ese espíritu religioso profundo que todavía conservan muchas personas de la América hermana nos hace muy bien, porque son valores que aquí quizás los habíamos descuidado.”
En la CEE es miembro desde 2008 de la Comisión Episcopal del Clero. En la reunión de la Comisión Permanente de febrero de 2012 fue nombrado Presidente del Comité Nacional del Diaconado Permanente.
Tuvieron mucha repercusión unas palabras suyas, sacadas de contexto por algunos medios de comunicación para atacarle:
“Puede haber menores que sí lo consientan y, de hecho, los hay. Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso si te descuidas te provocan. Esto de la sexualidad es algo más complejo de lo que parece.”
Muy volcado en su seminario, recordaba la crisis de vocaciones que sufre Europa y se lo planteaba en estos términos:
“El problema de la falta de vocaciones, fundamentalmente, es un problema de falta de fe o de una fe poco personalizada. Si disminuye el número de sacerdotes no es porque Dios no llame ni necesite obreros para su mies, sino porque su llamada no es escuchada y si lo es, no encuentra respuesta positiva en aquellos que Él llama.”
“Pero, además, junto al problema de la crisis de fe que afecta a muchos cristianos de todas las edades, hay que considerar otra cuestión. ¿Por qué siendo tan importante y necesario que haya sacerdotes en la Iglesia, a veces, da la sensación de que no nos importa ni nos preocupa la escasez de vocaciones? ¿No será porque, justamente, lo que nos falta es esa convicción de que los sacerdotes son necesarios?”
Ha publicado numerosos trabajos monográficos sobre los retos actuales de la Iglesia, así como un libro titulado “LA IGLESIA DIOCESANA. Reflexión teológica sobre la eclesialidad de la diócesis”.
Su lema episcopal es “haciéndose de todo a todos“. En su escudo están dibujadas las cuatro islas de la Diócesis Nivariense.
Suyas son unas bellas palabras sobre la Resurrección de Cristo:
“así como en primavera, gracias a la luz del sol y el aumento de la temperatura, las plantas y los árboles brotan con nuevo vigor, así también la irradiación que surge de la resurrección de Cristo da significado y seguridad a toda esperanza humana, a toda expectativa y anhelo del corazón humano”.
En febrero de 2013 afirmó, sobre la renuncia de Benedicto XVI, que “se trata de un acto de libertad y amor a la Iglesia, además de un ejercicio de responsabilidad y valentía porque su salud y sus propias fuerzas no le permiten continuar.”
Tiene varias declaraciones controvertidas sobre los asuntos clásicos que interesan a los medios de comunicación cuando habla un eclesiástico.
Sobre la homosexualidad afirmaba lo siguiente:
“Mi pensamiento es el de la Iglesia: respeto máximo a la personas. Pero, lógicamente, creo que el fenómeno de la homosexualidad es algo que perjudica a las personas y a la sociedad. A la larga pagaremos las consecuencias como las han pagado otras civilizaciones”.
“No hay que confundir la homosexualidad como necesidad existencial de una persona, con la que es practicada como vicio. La persona practica como puede practicar el abuso de menores. Lo hace porque le atrae la novedad, una forma de sexualidad distinta.”
En la homilía de la Misa de Pascua del año 2012 comparó el engaño sufrido por Cristo por parte de Judas Iscariote con la estafa de las preferentes por parte de algunas entidades bancarias:
“Jesús fue víctima de acusaciones injustas, trampas y engaños. Este tipo de situaciones también se da en la vida de cualquier de nosotros; miren si no a todas las personas que han sido engañadas para que pusieran sus ahorritos en unas cuentas que supuestamente les iban a dar unos intereses enormes”.