El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, inició este viernes una visita oficial a Mozambique con motivo del 30.º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y el país africano.
Según el programa difundido por la Secretaría de Estado, en su primera jornada, Parolin se reunió en Maputo con el presidente Daniel Francisco Chapo y participó en la ceremonia conmemorativa organizada en la Nunciatura Apostólica. El 6 de diciembre mantuvo reuniones institucionales de alto nivel con la presidenta de la Asamblea de la República, Margarida Adamugy Talapa, con la primera ministra, Maria Benvinda Levy, y con el ministro de Justicia y Asuntos Constitucionales y Religiosos, Mateus Saize, además de encontrar a los obispos del país.
Hoy, 7 de diciembre, Parolin presidirá en el Estadio Maxaquene la Misa de clausura de la III Jornada Nacional de la Juventud y visitará posteriormente el centro de asistencia Casa Mateus25, dedicado a los más pobres. En los próximos días continuará su visita pastoral: el 8 de diciembre viajará a la diócesis de Pemba para reunirse con autoridades civiles y agentes de pastoral, y para celebrar allí la solemnidad de la Inmaculada; el 9 se encontrará con desplazados internos y participará en un acto interreligioso; finalmente, el 10 de diciembre concluirá su viaje con una visita al Centro DREAM de la Comunidad de Sant’Egidio en Zimpeto.
La situación en África: ¿un enfrentamiento social?
La visita de Parolin a Mozambique llega en un momento en que la Iglesia africana sangra. No solo en Cabo Delgado, donde el yihadismo ha devastado aldeas cristianas, sino en toda la franja central del continente: Nigeria, Burkina Faso, Níger, República Democrática del Congo… África se ha convertido en el continente con mayor número de cristianos asesinados por su fe.
Hace apenas unas semanas, Parolin aseguró que lo que ocurre en Nigeria “no es un conflicto religioso”, sino un enfrentamiento “más bien social, disputas entre pastores y agricultores”.
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Los obispos nigerianos lo dijeron sin ambigüedades: es persecución religiosa. Son ataques dirigidos contra cristianos por causa de su fe. Es martirio.
Reducirlo a un problema “social” es minimizar el testimonio de quienes han dado su vida por Cristo. Es oscurecer las causas. Es, en última instancia, una forma de desactivar la denuncia moral que la Iglesia debe ejercer ante el mundo.
Mozambique: un país que vive la persecución
En el norte de Mozambique, especialmente en Cabo Delgado, la violencia yihadista ha obligado a más de un millón de personas a huir. Iglesias destruidas, catequistas asesinados, aldeas arrasadas, familias cristianas desplazadas por confesar el nombre de Cristo.
Esto no es una “disputa entre agricultores”. No es un “fenómeno social”. Es una ofensiva religiosa. Es extremismo islámico golpeando a comunidades cristianas vulnerables.
Parolin visita ahora un país que ha vivido este horror. Se reunirá con autoridades, celebrará Misa, visitará centros de asistencia, verá a desplazados. ¿Seguirá opinando lo mismo?
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