Leão XIV: «O canto está destinado a elevar a alma para conduzi-la o mais perto possível do mistério que se celebra»

Leão XIV: «O canto está destinado a elevar a alma para conduzi-la o mais perto possível do mistério que se celebra»

León XIV recibió hoy en el Palacio Apostólico a los organizadores y artistas del Concierto con los pobres, que celebrará este sábado su sexta edición en el Aula Pablo VI. El Pontífice situó este encuentro en el marco de la preparación para la Navidad y recordó que el centro de estas celebraciones no es un gesto cultural, sino la cercanía del Dios que se hace pobre para salvar a la humanidad.

La Encarnación, icono del amor divino

El Papa recordó que la Encarnación es la prueba más elocuente del amor de Dios, citando a Benedicto XVI en su encíclica Deus caritas est, donde presenta a Cristo como el Buen Pastor que busca a la oveja perdida. Al hacerse niño y entregarse a la fragilidad humana, explicó el Pontífice, Dios revela que su amor no es abstracto, sino concreto y dispuesto al sacrificio.

León XIV insistió en que el mandamiento del amor no es un ideal piadoso, sino la clave para comprender quién es verdaderamente el ser humano: Dios es amor, afirmó, y sólo cuando se ama como Él ha amado se alcanza la propia plenitud.

Un concierto que no es beneficencia, sino Evangelio vivo

El Papa advirtió que el Concierto con los pobres no debe reducirse a una exhibición artística ni a una acción caritativa destinada a mitigar la conciencia. Recordó las palabras de Jesús en el Evangelio —lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis— para subrayar que la relación con los pobres es un encuentro directo con el Señor.

Citó su exhortación Dilexi te para recalcar que el contacto con quienes carecen de poder es una vía inmediata de encuentro con el Señor de la historia y que la dignidad humana no se mide en posesiones, sino en la condición de hijos amados por Dios. Por ello, explicó, los más frágiles ocupan los primeros lugares en este encuentro musical.

La música como camino hacia Dios

En otro pasaje de su discurso, el Papa destacó la importancia de la música en la tradición cristiana. Subrayó que en la liturgia el canto no es un añadido, sino un medio para elevar el corazón hacia el misterio celebrado. Citó a san Agustín y su exhortación a cantar con arte, recordando que la belleza, cuando es auténtica, se convierte en un puente hacia Dios.

Con un tono cercano, pidió a los artistas que canten y toquen con arte y con el corazón, porque la música puede expresar amor y convertirse en una verdadera via pulchritudinis, un camino hacia la belleza que conduce al Señor.

Agradecimientos y bendición final

León XIV agradeció el trabajo de quienes hacen posible el Concierto con los pobres, mencionando al cardenal vicario Baldo Reina, a Mons. Marco Frisina, al Coro de la Diócesis de Roma, a la Orquesta y a la Fundación Nova Opera, así como a los artistas participantes, entre ellos Serena Autieri y Michael Bublé.

Finalmente, encomendó a los presentes a la intercesión de la Virgen Inmaculada, puerta del Adviento y mujer de la esperanza, y a la protección de Santa Cecilia, patrona de los músicos, deseando que el Señor bendiga esta obra y el compromiso de todos los implicados.

 

Dejamos a continuación el discurso completo de León XIV:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

¡La paz esté con vosotros!

Bienvenidos y gracias por vuestra paciencia. Me alegra encontrarme con vosotros hoy, en la víspera de la sexta edición del Concierto con los pobres. La feliz intuición del Papa Francisco se está convirtiendo en una hermosa tradición, que se inserta en el contexto de la preparación para la Santa Navidad, en la cual celebramos al Señor Jesucristo que se hace cercano y pobre por nosotros (cf. 2 Cor 8,9).

El misterio de la Encarnación del Verbo divino es la revelación del amor que Dios Padre tiene por cada uno de nosotros. Como escribía el Papa Benedicto XVI en su primera Encíclica, publicada precisamente el día de Navidad, «esta acción de Dios adquiere ahora su forma dramática en el hecho de que, en Jesucristo, Dios mismo persigue a la oveja perdida, a la humanidad sufriente y perdida». [1] Dios que se hace niño, que se confía a los cuidados de padres humanos, que se ofrece por cada uno de nosotros, es la Icona del amor divino que viene a salvarnos.

¡Qué hermoso poder decir con el corazón y la mente: Dios es caridad, es amor! (cf. 1 Jn 4,16). Mirando a Él podemos aprender a amar como Él nos ha amado; podemos descubrir que el mandamiento del amor responde a nuestras necesidades más auténticas, porque es cuando amamos que realizamos verdaderamente nuestro ser.

El Concierto con los pobres, entonces, no es solamente una exhibición de buenos artistas o una simple muestra musical, por muy bella que sea, ni siquiera un momento de solidaridad para tranquilizar nuestra conciencia frente a las injusticias de la sociedad. Quisiera que, al participar en este encuentro, recordásemos las palabras del Señor: «Todo lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,40). ¡Es así! Si amamos concretamente a quien tiene hambre y sed, a quien no tiene ropa, al enfermo, al extranjero, al encarcelado, estamos amando al Señor. Esto es Evangelio: «No estamos en el horizonte de la beneficencia, sino en el de la Revelación: el contacto con quien no tiene poder ni grandeza es un camino inmediato de encuentro con el Señor de la historia. En los pobres Él aún tiene algo que decirnos» (Exhort. ap. Dilexi te, 5). Nos recuerda que la dignidad de los hombres y de las mujeres no se mide por lo que poseen: no somos nuestros bienes ni nuestras cosas, sino hijos amados por Dios; y ese mismo amor debe ser la medida de nuestro actuar hacia el prójimo. Por ello, en nuestro Concierto los hermanos y hermanas más frágiles ocupan los primeros lugares.

La música ha tenido siempre un papel importante en la experiencia cristiana. En la liturgia, en particular, el canto no es nunca una banda sonora, un simple acompañamiento, sino que está destinado a elevar el alma para conducirla lo más cerca posible del misterio que se celebra. [2] San Agustín, hablando precisamente del canto en la oración, escribía en su Comentario a los Salmos: «Debes cantarle a Él, pero no de forma desafinada. No quiere que sus oídos sean ofendidos. Cantad con arte, hermanos». [3] Cuánto importan en la música el cuidado, el empeño, el arte y, finalmente, la armonía que de ellos deriva: es verdaderamente un don precioso que Dios ha hecho a toda la humanidad.

Permitidme, pues, hermanos y hermanas, una broma: ¡mañana, por favor, cantad bien! Cantad y tocad con arte y, sobre todo, con el corazón, porque de verdad la música puede representar una forma de amor, una via pulchritudinis que conduce a Dios, dado que «la belleza es un don suyo para todos los seres humanos, unidos por la misma dignidad y llamados a la fraternidad». [4]

Finalmente, es mi deseo agradecer a todos aquellos que se están esforzando por la buena realización del Concierto, en particular al Cardenal Vicario Baldo Reina, a Mons. Marco Frisina, junto con el Coro de la Diócesis de Roma, la Orquesta y la Fundación Nova Opera, la actriz Serena Autieri, Michael Bublé y su Banda, y a cada uno de los artistas, sin olvidar a todos los colaboradores, que con su generoso apoyo hacen posible el evento.

Al daros mi bendición, os encomiendo a la materna intercesión de María Santísima Inmaculada, puerta del Adviento y mujer de la esperanza, e invoco para todos vosotros la protección de Santa Cecilia, patrona de los músicos.

¡Que el Señor continúe bendiciendo vuestro compromiso y esta bellísima obra! ¡Gracias!

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