Con ocasión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), celebrada en la ciudad brasileña de Belém, el papa León XIV envió un mensaje a los jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo. El texto fue leído por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, quien representó al Santo Padre en el evento.
En su intervención, el Pontífice reiteró la conexión inseparable entre la paz y el respeto por la creación, advirtiendo que la crisis ecológica no es solo un problema ambiental, sino moral y espiritual. Recordando las palabras de Benedicto XVI en la celebración de la Jornada Mundial de la Paz (2010), afirmó que:
«La búsqueda de la paz por parte de las personas de buena voluntad sería sin duda más fácil si todos reconocieran la relación indivisible entre Dios, los seres humanos y toda la creación»
El deterioro ambiental como amenaza a la paz
A través de Parolin, el Papa lamentó que la atención mundial esté centrada casi exclusivamente en los conflictos armados, mientras el deterioro del medio ambiente continúa agravando las desigualdades sociales y económicas. “La paz se ve amenazada por la falta de respeto debido a la creación, por el saqueo de los recursos naturales y por el progresivo deterioro de la calidad de vida debido al cambio climático.”, afirmó.
El Pontífice advirtió que estos desafíos globales ponen en riesgo la vida de todos los habitantes del planeta y pidió una cooperación internacional valiente, fundada en la dignidad de la persona humana y en el bien común. En contraste, criticó la proliferación de enfoques políticos “caracterizados por el egoísmo colectivo, el desprecio por los demás y la miopía.”.
La dimensión moral de la crisis ecológica
Recordando las enseñanzas de san Juan Pablo II, León XIV subrayó que la crisis ecológica “es un problema moral”, que requiere una nueva solidaridad entre las naciones ricas y las más pobres.
“Cuidar la creación se convierte, por tanto, en una expresión de humanidad y solidaridad.”, afirmó.
El Papa instó a transformar las palabras en acciones concretas, basadas en la responsabilidad, la justicia y la equidad, como camino hacia una paz duradera que armonice el cuidado del planeta con la fraternidad entre los pueblos.
La llamada a una conversión ecológica
Al cumplirse una década del Acuerdo de París, el Santo Padre reconoció que el camino hacia sus metas “sigue siendo largo y complejo” y exhortó a los Estados a “acelerar con valentía” su cumplimiento.
Evocando la encíclica Laudato si’ de su predecesor Francisco, León XIV recordó que “el clima es un bien común, que pertenece a todos y está destinado a todos”. En esa línea, pidió una verdadera conversión ecológica, tanto personal como institucional, que inspire políticas justas y un nuevo orden económico global centrado en la persona humana.
“Que esta conversión ecológica —dijo— inspire el desarrollo de una nueva arquitectura financiera internacional centrada en el ser humano, que garantice que todos los países, especialmente los más pobres y los más vulnerables a los desastres climáticos, puedan alcanzar su pleno potencial y ver respetada la dignidad de sus ciudadanos”.
El Papa invitó a reconocer la relación entre la deuda ecológica y la deuda externa, subrayando que no puede haber justicia ambiental sin justicia económica.
Educar para un cambio de mentalidad
El mensaje también insistió en la importancia de una educación en ecología integral, que enseñe cómo las decisiones personales, familiares y políticas influyen directamente en el futuro común.
“Que todos los participantes en esta COP30 se comprometan a proteger y cuidar la creación que Dios nos ha confiado para construir un mundo pacífico”, concluyó.
Dejamos a continuación el mensaje completo de León XIV:
Señor Presidente,
Distinguidos Jefes de Estado y de Gobierno, Señoras y Señores,
En nombre del Papa León XIV, transmito un cordial saludo a todos los participantes en la trigésima sesión de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, y les aseguro su cercanía, apoyo y aliento.
Si quieren cultivar la paz, cuiden la creación. Existe un vínculo claro entre la construcción de la paz y la custodia de la creación: «La búsqueda de la paz por parte de las personas de buena voluntad sería sin duda más fácil si todos reconocieran la relación indivisible entre Dios, los seres humanos y toda la creación»[1].
Si bien, por un lado, en estos tiempos difíciles, la atención y la preocupación de la comunidad internacional parecen centrarse principalmente en los conflictos entre naciones, por otro lado, también existe una conciencia cada vez mayor de que la paz se ve amenazada por la falta de respeto debido a la creación, por el saqueo de los recursos naturales y por el progresivo deterioro de la calidad de vida debido al cambio climático.
Debido a su naturaleza global, estos desafíos ponen en peligro la vida de todos los habitantes del planeta y, por lo tanto, requieren una cooperación internacional y un multilateralismo cohesionado y con visión de futuro que sitúe en el centro la sacralidad de la vida, la dignidad que Dios ha otorgado a cada ser humano y el bien común. Lamentablemente, observamos enfoques políticos y comportamientos humanos que van en la dirección opuesta, caracterizados por el egoísmo colectivo, el desprecio por los demás y la miopía.
«En medio de un mundo en llamas, como consecuencia tanto del calentamiento global como de los conflictos armados»[2], esta Conferencia debería convertirse en un signo de esperanza, a través del respeto mostrado hacia las opiniones de los demás en el esfuerzo conjunto por buscar un lenguaje común y un consenso, dejando de lado los intereses egoístas y teniendo presente la responsabilidad que tenemos los unos hacia los otros y hacia las generaciones futuras.
Señor Presidente:
Ya en la década de 1990, el papa San Juan Pablo II subrayó que la crisis ecológica «es una cuestión moral» y, como tal, «revela la urgente necesidad moral de una nueva solidaridad, especialmente en las relaciones entre los países en desarrollo y los altamente industrializados. Los Estados deben compartir cada vez más la responsabilidad, de manera complementaria, de promover un entorno natural y social que sea pacífico y saludable». [3] Trágicamente, los que se encuentran en las situaciones más vulnerables son los primeros en sufrir los efectos devastadores del cambio climático, la deforestación y la contaminación. Cuidar la creación se convierte, por tanto, en una expresión de humanidad y solidaridad.
Desde esta perspectiva, es vital convertir las palabras y las reflexiones en opciones y acciones basadas en la responsabilidad, la justicia y la equidad para lograr una paz duradera mediante el cuidado de la creación y de nuestros vecinos.
Además, dado que la crisis climática afecta a todos, las medidas correctivas deben incluir a los gobiernos locales, alcaldes y gobernadores, investigadores, jóvenes, empresarios, organizaciones religiosas y ONG.
Señor Presidente:
Hace una década, la comunidad internacional adoptó el Acuerdo de París, reconociendo la necesidad de una respuesta eficaz y progresiva a la urgente amenaza del cambio climático.[4] Lamentablemente, debemos admitir que el camino para alcanzar los objetivos establecidos en ese Acuerdo sigue siendo largo y complejo. En este contexto, se insta a los Estados Partes a que aceleren con valentía la aplicación del Acuerdo de París y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Hace diez años, el papa Francisco firmó la encíclica Laudato Si’, en la que abogaba por una conversión ecológica que incluyera a todos, ya que «el clima es un bien común, que pertenece a todos y está destinado a todos. A nivel global, es un sistema complejo vinculado a muchas de las condiciones esenciales para la vida humana».
Que todos los participantes en esta COP30, así como aquellos que siguen activamente su labor, se sientan inspirados para abrazar con valentía esta conversión ecológica en el pensamiento y en las acciones, teniendo presente el rostro humano de la crisis climática.
Que esta conversión ecológica inspire el desarrollo de una nueva arquitectura financiera internacional centrada en el ser humano, que garantice que todos los países, especialmente los más pobres y los más vulnerables a los desastres climáticos, puedan alcanzar su pleno potencial y ver respetada la dignidad de sus ciudadanos. Esta arquitectura debería tener en cuenta también el vínculo entre la deuda ecológica y la deuda externa.
Que se promueva una educación en ecología integral que explique por qué las decisiones a nivel personal, familiar, comunitario y político configuran nuestro futuro común, al tiempo que se sensibiliza sobre la crisis climática y se fomenta una mentalidad y un estilo de vida que respeten mejor la creación y salvaguarden la dignidad de la persona y la inviolabilidad de la vida humana[6].
Que todos los participantes en esta COP30 se comprometan a proteger y cuidar la creación que Dios nos ha confiado para construir un mundo pacífico.
Les aseguro las oraciones del Santo Padre mientras toman decisiones importantes en esta COP30 por el bien común y por el futuro de la humanidad.
[1] Papa Benedicto XVI, Mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 2010.
[2] Papa León XIV, Homilía para la Santa Misa por el cuidado de la creación, Borgo Laudato Si’, Castel Gandolfo, 9 de julio de 2025.
[3] San Juan Pablo II, Mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz «Paz con Dios creador, paz con toda la creación», 1 de enero de 1990.
[4] Cf. Acuerdo de París, Preámbulo.
[5] Papa Francisco, Carta encíclica Laudato Si’, 23.
[6] Cf. Papa Benedicto XVI, Mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 2010.
