Leone XIV ai giovani dell'Azione Cattolica: «Quando pregate davanti al presepe, chiedete di poter essere come quegli angeli che annunciano la gloria di Dio e la pace agli uomini»

Leone XIV ai giovani dell'Azione Cattolica: «Quando pregate davanti al presepe, chiedete di poter essere come quegli angeli che annunciano la gloria di Dio e la pace agli uomini»

Il Papa Leone XIV ha ricevuto in udienza, il 19 dicembre, i giovani dell’Azione Cattolica, a pochi giorni dalla celebrazione del Natale. Nel suo saluto, il Pontefice ha evidenziato la gioia di questo incontro e ha ringraziato l’entusiasmo con cui i giovani danno testimonianza della fede e della vita ecclesiale.

Rivolgendosi ai partecipanti, il Papa ha sottolineato l’identità propria dell’Azione Cattolica come associazione di discepoli e testimoni del Vangelo, chiamati a camminare insieme a tutta la Chiesa. In riferimento al tempo di Avvento e al presepe preparato nelle case e nelle parrocchie, Leone XIV ha ricordato il motto del percorso formativo di quest’anno —«C’è posto per tutti»— affermando che, intorno a Cristo, che si fa uomo per salvarci, nessuno è escluso.

Il Pontefice ha invitato i giovani a contemplare il mistero della Nascita del Signore come una chiamata ad aprire il proprio cuore, ricordando che il Figlio di Dio, sebbene non abbia trovato posto in una casa, chiama al cuore dell’uomo mentre si offre Lui stesso per accogliere tutti con amore.

Pubblichiamo di seguito il messaggio completo di Leone XIV:

Eccellenza,
cari ragazzi e ragazze, fratelli e sorelle tutti:

¡Qué hermoso es encontrarnos a pocos días de la Navidad del Señor! Saludo con afecto a todos ustedes, al Presidente nacional, al Asistente eclesiástico general, junto con el equipo nacional de la ACR, a los educadores y a los colaboradores que los acompañan. Les agradezco muy sinceramente el entusiasmo que expresan y que comparten con nosotros —realmente muy hermoso—, dando testimonio de la belleza de la fe y de la belleza de la Acción Católica. El nombre de su asociación expresa bien su identidad: son discípulos de Jesús, testigos de su Evangelio y compañeros de camino junto con toda la Iglesia.

Durante el Adviento, ciertamente han preparado el pesebre en las casas, en las escuelas, en la parroquia. Mientras contemplan a san José y a la Virgen, a los pastores, al asno y al buey, ven realizado el título de su itinerario asociativo de este año: «Hay lugar para todos». Sí, en torno al Señor, que se hace hombre para salvarnos, ¡hay lugar para todos! Él hace espacio para cada persona, para cada niño, adolescente, joven y anciano. Cuando el Hijo de Dios viene al mundo no encuentra lugar en una casa, pero llama a nuestro corazón precisamente mientras abre el suyo para acoger a todos con amor.

Por eso, cuando recen ante el pesebre, pidan poder ser como aquellos ángeles que anuncian la gloria de Dios y la paz a los hombres. Esta paz es el compromiso de toda persona de buena voluntad, y sobre todo de nosotros los cristianos, que estamos llamados no solo a ser buenos, sino a llegar a ser mejores cada día. A llegar a ser santos, como Pier Giorgio Frassati —que formó parte de la Acción Católica— y como Carlo Acutis: los animo a imitar su pasión por el Evangelio y sus obras, siempre animadas por la caridad. Actuando como ellos, su anuncio de paz será luminoso, porque en compañía de Jesús serán verdaderamente libres y felices, dispuestos a tender la mano al prójimo, especialmente a quien está en dificultad.

Queridísimos, el nacimiento del Príncipe de la paz (cf. Is 9,6) nos revela el sentido auténtico de esta palabra, paz, que no es solo ausencia de guerras, sino una amistad entre los pueblos fundada en la justicia. Todos deseamos esta paz para las naciones heridas por los conflictos, pero recordemos que la concordia y el respeto comienzan en nuestras relaciones cotidianas, en los gestos y en las palabras que intercambiamos en casa, en la parroquia, con los compañeros de escuela, en el deporte. Por eso, antes de la santa noche de Navidad, piensen en una persona con la que hacer las paces: será un regalo más valioso que los que se pueden comprar en las tiendas, porque la paz es un don que se encuentra, verdaderamente, solo en el corazón.

Hacer las paces es una «acción católica» por excelencia, porque es el gesto que nos hace testigos de Jesús, el Redentor del mundo. En su nombre les formulo mis mejores deseos a ustedes y a sus seres queridos, y de corazón los bendigo junto con todos los chicos y chicas de la Acción Católica.

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