XXV Incontro di Formazione Cattolica di Buenos Aires: «La pace di Cristo nel Regno di Cristo»

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Desde hace 25 años se celebra en Buenos Aires (Argentina) el Encuentro de Formación Católica, bajo el patrocinio de San Bernardo de Claraval. Este evento, que combina formación intelectual, vida litúrgica y espíritu familiar, ha abordado en sus distintas ediciones temáticas de gran actualidad: desde la denuncia del liberalismo y el modernismo hasta la defensa de la familia, la educación católica, la belleza como camino hacia Dios y la resistencia al nuevo orden mundial. Todo ello, con la convicción de que el católico no debe huir del mundo, sino impregnarlo con el espíritu de Cristo.

Este 2025, el lema elegido es La paz de Cristo en el Reino de Cristo, en el centenario de la encíclica Quas primas de Pío XI, que proclamó la realeza social de Nuestro Señor Jesucristo frente a los intentos de desterrarlo de la vida pública. Un mensaje providencial en una época donde el sincretismo, el secularismo y la apostasía avanzan con fuerza, incluso dentro de la misma Iglesia. Sobre este trasfondo, InfoVaticana conversó con los organizadores, Jorge y María Virginia O. de Gristelli, quienes comparten los frutos, desafíos y esperanzas de este apostolado que ha marcado su vida y la vida de tantas personas.

—Este año se llevará a cabo la 25.ª edición de los Encuentros de Formación Católica de Buenos Aires. ¿Cómo nació esta iniciativa y cuál fue la inspiración para ponerla bajo el patrocinio de San Bernardo de Claraval?

Comenzamos a organizar los Encuentros en 1998, el primer año del Trienio de preparación para el Jubileo convocado por San Juan Pablo II. Mi esposo y yo dirigíamos una agrupación juvenil y veíamos la necesidad de cubrir espacios por medio de encuentros prolongados donde se pudieran profundizar temáticas que robustecieran el pensamiento católico contra las ideologías liberal-marxistas que tanto daño han hecho a nuestra patria, alejándola de su raíz hispano-católica.

De este modo, cada año hemos elegido grandes temas («Psicología y espiritualidad católica»; «El liberalismo es pecado»; «Los últimos tiempos»; «La familia, estandarte y trinchera»; «Educación para tiempos difíciles»; «Las leyes del desorden»; «La tiranía del NOM»; «La política del bien común»; «Verdad, belleza e ideología»; «Fe y Patria»; «Modernismo y Teología de la Liberación»; «Nuestra Señora y la Iglesia», etc.) como ejes en torno a los cuales profundizar diversos aspectos de la vida del católico hoy. Comenzamos, pues, en el «Año del Espíritu Santo», y a Él nos encomendamos, con el cálido y afectuoso apoyo de algunos amigos —laicos y consagrados— y de aquellos primeros jóvenes (algunos hoy padres de familia, sacerdotes o religiosas) que siempre recordaremos con profunda gratitud.

San Bernardo era ya patrono de nuestra agrupación (Círculo de Formación S.B.C.), con la que veníamos organizando retiros de tipo ignaciano con sacerdotes probadamente fieles y conferencias en parroquias del centro de Buenos Aires, dictadas por personajes relevantes de la cultura católica argentina. El conocimiento y la amistad que teníamos con algunos de ellos nos hacía pensar que podía ser una gracia que debía potenciarse para el bien común, teniendo siempre en cuenta que ningún encuentro es fortuito entre los hijos de la Iglesia y que de cada don habríamos de dar cuenta algún día.

La elección de San Bernardo respondía, sobre todo, a que, en su multifacética personalidad, representa muy bien los tres pilares en que se fundamentaba nuestra asociación: formación (imprescindible para la defensa de la fe, aunque muchos sostuvieran que la apologética ya no era necesaria); piedad —sobre todo mariana (San Bernardo ha sido llamado el citarista de María)—; y militancia, por cuanto el santo abad no sólo aconsejó y animó a sus hijos desde el claustro, sino que se interiorizó en los problemas del mundo buscando sembrar allí el Reino de Cristo, encarnando la perfecta síntesis de «monje y caballero».

—Después de tantos años de trabajo, ¿qué frutos concretos pueden señalar que ha dejado este Encuentro en la formación de los fieles y en la vida de la Iglesia local?

Los Encuentros han sido una fuente inmensa de bendiciones, de las que seguramente veremos las más importantes en el Cielo, y todas por medio de María Santísima. Sin embargo, aquí ya hemos sido testigos de una gran cantidad de frutos que Dios nos permitió admirar, sobre todo en la multiplicación de «redes» de amigos, grupos, asociaciones, conversiones, vocaciones…

En vínculos personales, por ejemplo, siempre recordamos que ha habido varios jóvenes que se conocieron un año, al siguiente volvieron a asistir como novios, luego como esposos, y después con sus hijos y otras familias amigas. Y no sólo se ha dado en nuestro país, sino también entre nuestros hermanos uruguayos —algunos conocidos a través del querido P. Bojorge, padre espiritual prolífico y asiduo a los Encuentros como expositor hace unos años—.

También ha sido fecundísima la relación establecida entre sacerdotes y consagrados o institutos amigos, y con algunos invitados especiales del exterior, como han sido, por ejemplo, Mons. Schneider en los últimos años, o —en los comienzos— Mons. Ennio Innocenti, Mons. Nicola Bux, Mons. Rifan; y, entre los argentinos, el P. Alfredo Sáenz, SJ; el P. J. C. Sanahuja (+); nuestro querido Mons. Baseotto (+), que nos apadrinó generosamente casi dos décadas; y muchos otros. Creemos que es una gracia inestimable haber servido de «puente» para una mayor difusión de figuras y obras representativas del pensamiento definidamente católico, en un tiempo de tantas confusiones.

El término «Encuentro», en última instancia, apunta precisamente a eso: no se trata sólo de conocer la doctrina —que, por supuesto, consideramos lo principal, pues Nuestro Señor nos llama fundamentalmente a proclamar una fe, un mensaje, una doctrina—, sino también de promover «redes», tomar más conciencia de la eficacia de la comunión de los santos y sostenernos mutuamente en medio de tiempos más que tempestuosos, en que a menudo la gran tentación es bajar los brazos por creer que se batalla en soledad, porque Goliat «es más grande»…

—El lema de esta edición es La paz de Cristo en el Reino de Cristo, en el marco del centenario de la encíclica Quas primas. ¿Por qué eligieron este tema y qué actualidad tiene la enseñanza de Pío XI sobre Cristo Rey en el contexto de hoy?

Siempre tenemos en cuenta los grandes aniversarios, que ayudan a hacer memoria y formular cierto «examen de conciencia» eclesial, como lo fue el centenario de la Pascendi hace unos años, a la vista de los estragos que ha producido el modernismo. La Quas primas hoy tiene una actualidad incuestionable, porque probablemente nunca como ahora se ha buscado «destronar» a Cristo con tantos artilugios, y ya desembozadamente no sólo en medio de la sociedad, sino incluso desde el mismo seno de la Iglesia. Tal como señala el P. Meinvielle:

«Buscad primero el Reino de Dios» no es una palabra vacía del Señor. Dios no dice, como decimos nosotros, palabras vacías. Es una ley para los pueblos. Es una ley de la Historia. Es una solución también para los pueblos y para la Historia que, cuando por infidelidad han caído en los abismos de la degradación, encuentran su remedio en la Palabra del Señor. Logos quiere decir Palabra. Y el mundo hoy, sobre todo el mundo que fue cristiano y ya no lo es, necesita el soplo del Logos, de la Palabra, que lo levante y le dé nueva vida.» (El comunismo en la revolución anticristiana, Ediciones Theoría, Buenos Aires, p. 12)

Y el destronamiento de Cristo comienza significativamente por la confusión de las palabras, por su bastardeo, por obra del padre de la mentira.

El sincretismo al que hemos asistido desde el documento de Abu Dhabi sobre la fraternidad humana, la escandalosa reivindicación de Lutero o las reverencias apóstatas ante la pachamama no son un mal sueño del pasado, sino que siguen envenenando a las almas como la humedad que va pudriendo los cimientos de una casa. Una palabrita aquí y otra allá, cada vez con más acento masónico, nos revelan que una aplastante cantidad de sedicentes católicos es más proclive a poner alfombra roja al Anticristo que a Cristo Rey del Universo.

—¿Cuáles serán los ejes principales de las conferencias y cómo se integran con la liturgia, la oración y también con las actividades culturales, como la exposición de libros, la peña folklórica o el asado de camaradería?

El eje temático general es el declarado en el Tema, como vimos, pero se aborda desde diferentes perspectivas. Este año, por ejemplo, tendremos como invitado especial al P. Luis Montes, IVE, misionero en Medio Oriente, porque consideramos que la persecución y el martirio de tantos hermanos nuestros bajo el azote del Islam son el «trono» donde se pone más claramente de manifiesto lo que señalábamos más arriba. La cantidad de mártires de este siglo, que supera con creces los primeros siglos de la era cristiana, es evidencia de la cristofobia que aqueja como un cáncer a toda la sociedad: las llagas evidentes están en Medio Oriente, pero el cuerpo entero de Occidente está repleto de «metástasis», que deben ser claramente diagnosticadas.

La integración con la liturgia siempre es indispensable en una sólida y coherente formación que se diga católica, por definición, porque la liturgia es la fuente y la vida más íntima de la Iglesia. Si presentáramos sólo un puñado de conferencias sin poder compartir la Santa Misa —con al menos una de las celebraciones en la forma tradicional—, todo quedaría trunco. En más de una oportunidad hemos tenido también la gracia de participar del tesoro de las liturgias orientales celebradas por el propio obispo sirio, armenio y maronita. Por esta íntima relación con Quien es el eje de estos días, mantenemos la noche del viernes para la Adoración Eucarística e iniciamos cada mañana con el rezo comunitario de Laudes.

Sobre la exposición de libros, destacamos que el principal auspicio ha sido siempre la Librería y Editorial Santiago Apóstol, que llevamos adelante junto a mi cuñado también hace unos treinta años, y desde la cual venimos editando obras de algunos autores que nos honraron con su presencia en los Encuentros. Destacamos, de hecho, la importancia de mediar para el encuentro entre grandes autores católicos y el público, antes o después de haber leído sus obras; porque, en última instancia, el libro debe servir para el encuentro entre las almas y de éstas con la Palabra eterna.

De nuestro país guardamos, por ejemplo, una enorme gratitud al apoyo de «gigantes» que echamos mucho de menos, como Enrique Díaz Araujo (+), Federico Mihura Seeber (+), Alberto Caturelli (+), Hugo Verdera (+), y a la presencia ininterrumpida del P. Alfredo Sáenz y del Dr. Antonio Caponnetto.

En cuanto a la peña folklórica y el tradicional asado de camaradería —este año lo retomamos luego de varios años, gracias a Dios—, responde a una dimensión más «eutrapélica», pero también necesaria. Son momentos para compartir impresiones y profundizar contactos, que sin duda regará la Providencia al calor del común interés en ser abrazados por la Verdad.

—Ustedes han destacado que este Encuentro es también un espacio familiar y festivo. ¿Qué servicios y propuestas ofrecen para que puedan participar familias con niños y también personas que vienen del exterior?

Sí; siempre hemos hecho hincapié en las familias y en no poner límite de edad a los participantes. En la Iglesia hay múltiples iniciativas destinadas a diferentes grupos según el sexo o la edad; y, como decíamos antes, pensamos que tal vez hacía falta algo más «universal». Y lo más universal es —o debería ser— la familia, la «Iglesia doméstica», donde nadie, nunca, está de más. Por otro lado, nos parece irónico que, mientras muchos se autoproclaman provida, a la hora de organizar eventos aclaran que no admiten niños; y así los padres no pueden compartir unas jornadas formativas juntos, sin tener que estar con la tensión del niño que quedó con la tía, la abuelita o la vecina.

Por eso implementamos un sector de «Guardería», en donde los padres pueden confiar a sus hijos mientras se desarrollan las conferencias, con una serie de actividades paralelas, también mirando el aspecto formativo, entre juegos tradicionales, cuentos, concursos de dibujo, lecturas, etc. Es una gran alegría haber tenido hasta 30 niños —desde meses hasta 12 años— en este sector durante los días de algunos Encuentros, alegres y protegidos, cerca de sus padres, para disfrutar estos días en familia. Sabemos que algunas familias incluso solicitan sus vacaciones laborales en función de las fechas del Encuentro.

—Organizar un evento católico masivo en estos tiempos no debe ser fácil. ¿Qué desafíos enfrentan y cómo los superan para mantener viva esta tradición año tras año?

Nunca es fácil, no; aunque hay quienes enfrentan desafíos mucho mayores. Muchas veces hemos pensado que sería el último, un poco amedrentados por la cantidad de trabajo o por inconvenientes personales; pero siempre surgió algo o alguien que nos hizo volver a poner la mano en el arado, «sin mirar atrás», mostrándonos su necesidad para muchos. Entre 2020 y 2022 debimos interrumpirlos, porque no había casas de retiro disponibles, y recién pudimos retomar en 2023, por pura gracia.

El principal desafío es, quizás, la búsqueda de una casa adecuada, teniendo en cuenta la diversidad de público y necesidades especiales (por ejemplo, las familias con niños no se pueden ubicar en habitaciones individuales). A veces organizamos, inmediatamente después de los Encuentros, Ejercicios espirituales con alguno de los invitados (como fue con Mons. Schneider y con el P. Carlos Spahn).

Todo es pura gracia, sin duda. Año tras año lo hemos venido comprobando, dando gracias a Dios por habernos dado cada Encuentro, con sus mil delicadezas.

—Para las personas que no puedan asistir a este Encuentro, ¿hay forma de acceder a los contenidos de las charlas de este y de ediciones anteriores?

Lamentablemente no tenemos transmisión en vivo, pero hace unos pocos años —gracias a grandes amigos que lo hacen posible— conservamos las grabaciones. Luego de finalizado cada Encuentro se suelen subir las conferencias a TLV1 y a nuestro canal de YouTube.

—Finalmente, ¿dónde pueden los interesados obtener más información e inscribirse, y qué mensaje les darían a quienes todavía dudan en participar?

A quienes dudan, les diríamos simplemente que la vida pasa y que nunca podemos garantizar que las gracias que la Providencia nos ofrece hoy estarán mañana a nuestra disposición. Como dijo San Luis María de Montfort, en un orden más profundo: «Quien te prometió misericordia no te prometió el día de mañana». Él hace verdaderas maravillas, pero hemos de estar dispuestos a recibirlas.

Instamos a que asistan, porque Él nos ha permitido ver grandes frutos, y quisiéramos que éstos se multipliquen, simplemente. Por cualquier consulta, no duden en comunicarse con nosotros al correo cfsanbernardo@yahoo.com.ar o al WhatsApp +54 11 5990 9239.