Al concluir la 119 Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), celebrada del 10 al 14 de noviembre de 2025 en Cuautitlán Izcalli, los obispos emiten un mensaje pastoral titulado «Iglesia en México: Memoria y Profecía – Peregrinos de Esperanza hacia el Centenario de nuestros Mártires». Bajo el nuevo pontificado de León XIV, enfatizan la unidad eclesial y la paz mundial como ejes evangélicos, y delinean una ruta jubilar 2025-2031-2033 centrada en la esperanza, con énfasis en el centenario cristero de 2026 como llamado a la radicalidad fiel ante la crisis actual.
El documento denuncia con profecía la brecha entre narrativas oficiales y la realidad mexicana, destacando violencia, corrupción, pobreza, migración forzada y desestructuración familiar, mientras proponen diálogo transideológico para transformar la sociedad con Cristo Rey y Guadalupe como guías.
Los obispos trazan un itinerario de gracia convergente hacia Jesucristo Resucitado, mediado por la Virgen de Guadalupe. El Año Jubilar 2025, convocado por Francisco, cierra recordando la esperanza teologal (Rom 5,5) como peregrinación, no evasión, y conmemora el centenario de *Quas Primas* (Pío XI) con 38 catequesis «Venga Tu Reino». Interpelan: ¿quién reina en México —Cristo o ídolos como poder, dinero y violencia?
El 2026 marca el centenario de la Resistencia Cristera, desencadenada por la Ley Calles (1926) tras la proclamación de Cristo Rey. No casualidad, sino providencial: ante el Estado totalitario que reclamaba soberanía absoluta sobre conciencias, católicos reprimidos iniciaron el levantamiento armado en 1927. Honran a más de 200 mil mártires —niños, jóvenes, ancianos, laicos, sacerdotes— que gritaron ¡Viva Cristo Rey! afirmando la primacía de Dios sobre opresores.
El centenario no debe ser nostalgia, sino examen de conciencia: ¿defendemos la fe con igual radicalidad? ¿Hemos relegado lo sagrado al ámbito privado? Los mártires interpelan contra la acomodación cultural y exigen compromiso renovado por libertad religiosa y dignidad humana.
Culmina en 2031 (V Centenario Guadalupano) como reconciliación intercultural y liberación de violencia/pobreza, y 2033 (bimilenario de la Redención). Esta ruta construye la «Esperanza de México» mediante sinodalidad, acompañamiento a migrantes y normas pastorales eficaces.
Los obispos hablan con «firmeza que brota del amor» (León XIV, *Dilexi Te*), sin partidismo. Denuncian narrativas oficiales que contrastan con el sufrimiento real, la violencia no disminuye, las familias lloran desaparecidos, poblaciones viven en terror, asesinatos, secuestros, extorsiones sistemáticas afectan empresarios, agricultores, transportistas y humildes; el Estado cede territorios a delincuentes sin recuperarlos. Sacerdotes, religiosas y agentes pastorales son amenazados y asesinados; jóvenes reclutados forzosamente en «campos de exterminio». Esto revela degradación social exigiendo conversión personal/colectiva. Migración forzada expulsa mexicanos por violencia; hermanos centroamericanos sufren extorsión, trata y muerte en rutas. La Iglesia responde con albergues y defensa de derechos: el migrante es «Cristo crucificado».
La corrupción persiste con impunidad en escándalos graves. Libertades se erosionan: críticas son descalificadas desde el poder. Instituciones democráticas se comprometen para concentrar autoridad arbitrariamente, negando participación ciudadana genuina. Políticas educativas imponen visiones antropológicas relativistas (dilución de complementariedad hombre-mujer, ideología de confrontación) sin diálogo con padres, violando su derecho primordial. Quienes son críticos son tildados de «conservadores» o «enemigos de derechos»; el Estado se arroga definir al ser humano por encima de naturaleza y Revelación.
La economía no va bien: familias no cubren canasta básica; jóvenes carecen de oportunidades laborales. Esto agrava desestructuración familiar —violencia intrafamiliar, adicciones, desintegración— como «corazón herido» de la sociedad. Políticas que no protegen la familia generan caos social.
Los obispos llaman a noi ser pesimistas porque la esperanza cristiana vence el mal reconociéndolo. Los mártires resistieron sin esperar benevolencia estatal; hoy, peregrinos emprenden paz, solidaridad y justicia. El mensaje señala que los obispos no tienen soluciones mágicas, pero buscan en diálogo con quienes «verdaderamente amen a México», más allá de partidos, ideologías o credos. Bajo el manto de la Virgen de Guadalupe —puente de culturas, sostén de mártires—, llaman a construir con Cristo Rey un futuro de reconciliación. ¡Viva Cristo Rey! y ¡Santa María de Guadalupe!
El mensaje completo puede ser leído aquí.
Mensaje al Pueblo de Dios_CXIX AP
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