La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) inauguró su 119 Asamblea Plenaria el lunes 10 de noviembre en la Casa Lago. El evento, que reúne a más de un cenetenar de obispos junto con religiosas y laicos colaboradores, comenzó con una misa de apertura presidida por el nuncio apostólico en México, el arzobispo Joseph Spiteri. En su homilía, Spiteri invocó la figura de San León Magno para exhortar a los presentes a reconocer su dignidad cristiana como herramienta para enfrentar los graves desafíos sociales, particularmente la violencia y la criminalidad organizada que azotan a México.
El representante del Papa en el país desde 2022, citó el famoso sermón de San León Magno sobre la Natividad del Señor: «Oh cristiano, reconoce tu dignidad y, haciéndote socio de la naturaleza divina, rehusa volver a la antigua bajeza». Spiteri enfatizó que esta dignidad, derivada de la encarnación, muerte y resurrección de Cristo, no es un concepto egoísta o presuntuoso, sino una invitación a la humildad y la grandeza verdadera. «Si reconocemos nuestra dignidad que viene de Cristo, lograremos también reconocer nuestra pequeñez y al mismo tiempo nuestra verdadera grandeza», afirmó, contrastando esto con la introspección moderna que, según él, a menudo se vuelve autoreferencial y cerrada.
La homilía se centró en los desafíos contemporáneos, tanto personales como sociales. Spiteri destacó la «escandalosa situación de violencia» que persiste en México, describiéndola como una «guerra» que desangra al pueblo, impulsada por la criminalidad organizada que parece fortalecerse. Comparó estos tiempos con la era de San León Magno, marcada por el colapso del Imperio Romano y las invasiones bárbaras, que el papa tuvo que confrontar personalmente. «Vivimos tiempos difíciles, obviamente como fueron en los tiempos de San León Magno», dijo, advirtiendo contra la trampa de normalizar la violencia y percibir que «todo anda bien».
En un llamado a la acción profética, el nuncio urgió a los obispos a denunciar estos males, pero también a ser «propositivos» mediante proyectos de diálogo por la paz que se implementan en las diócesis y que serán revisados durante la asamblea. Subrayó la importancia de la comunión y el diálogo auténtico, comenzando entre los mismos obispos para extenderlo a sus comunidades. Refiriéndose al Evangelio del día sobre la corrección fraterna, Spiteri la vinculó al perdón y la reconciliación, esencial para construir una «verdadera paz» en el clero, las diócesis y la sociedad. «Es muy importante la corrección fraterna para la construcción de una verdadera paz», insistió, exhortando a no ignorar actitudes problemáticas o acusaciones contra sacerdotes, sino abordarlas con caridad y verdad.
Otro pilar de su mensaje fue la sabiduría divina, no confundida con inteligencia humana o conocimientos técnicos, sino como una relación con Dios que permite tejer relaciones en verdad y caridad. Pidió la intercesión de San León Magno, defensor de dogmas como los de Éfeso y Calcedonia, para guiar la asamblea en un espíritu de oración y fe. «La fe no es cuestión de volumen, sino de relación con Dios», recalcó, deseando frutos para el bien del pueblo de Dios en México.
La Asamblea 119, que se extenderá del 10 al 14 de noviembre, abordará temas como la paz, la formación sacerdotal y la pastoral social, en un contexto nacional marcado por más de 200,000 homicidios en los últimos seis años y conflictos armados en regiones como Guerrero y Michoacán.
Spiteri cerró su homilía con una nota de esperanza: unidos al Señor, los cristianos pueden enfrentar desafíos con grandeza. Este mensaje resuena en un México que busca sanar sus heridas, recordando que la dignidad cristiana no es pasiva, sino un llamado a la acción transformadora. La asamblea representa un momento clave para la Iglesia mexicana en su compromiso con la justicia y la reconciliación.
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