Editorial Catholic News Agency. «It's not nostalgia, it's interpellation»

Editorial Catholic News Agency. «It's not nostalgia, it's interpellation»

En el cierre de su CXIX Asamblea Plenaria, celebrada del 10 al 14 de noviembre de 2025 en Cuautitlán Izcalli, los obispos de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) han emitido un mensaje que más podría ser considerada una carta pastoral al Pueblo de Dios. Con el título «Iglesia en México: Memoria y Profecía — Peregrinos de Esperanza hacia el Centenario de nuestros Mártires», el documento no solo traza un itinerario jubilar de 2025 a 2033, sino que denuncia con franqueza los males que azotan al país y critica duramente el sistema político actual. En un contexto de violencia endémica, impunidad y erosión institucional, los pastores llaman a una conversión nacional, evocando la gesta cristera como espejo de resistencia fiel a Cristo Rey.

Con gratitud a Dios y reconocimiento humilde, los obispos piden perdón por fallas en el acompañamiento pastoral y se posicionan como «pueblo con el pueblo«. Bajo el pontificado de León XIV, enfatizan la unidad eclesial y la paz mundial como ejes inseparables. Pero el núcleo profético emerge al diagnosticar la realidad mexicana: «Vivimos tiempos difíciles, la violencia se ha vuelto cotidiana». Denuncian el «cáncer del crimen organizado» que controla territorios, con asesinatos, desapariciones, extorsiones sistemáticas y desplazamientos forzados. Sacerdotes, religiosas y laicos son víctimas; jóvenes son reclutados para el horror. «El Estado ha cedido el control territorial a grupos delictivos y no logra recuperarlos», afirman, contrastando narrativas oficiales de reducción de violencia con el terror cotidiano de familias y comunidades.

La crítica al sistema político es incisiva y no partidista, sino evangélica. «Nos dicen que la violencia ha disminuido, pero muchas familias experimentan otra realidad». Acusan impunidad en corrupción escandalosa, economía fallida que deja canastas básicas vacías y desempleo juvenil, libertades conculcadas para críticos, y destrucción de instituciones democráticas para concentrar poder arbitrariamente. «Hemos visto cómo han destruido los organismos que garantizaban la participación ciudadana», declaran, lamentando un país «bajo el dominio de los violentos». La migración forzada, con mexicanos huyendo y centroamericanos víctimas de trata, es otro rostro de Cristo crucificado. Los obispos prometen presencia en albergues y defensa de derechos, pero exigen conversión: «Todo esto nos habla de la degradación social».

En el corazón herido de la sociedad, la familia sufre desestructuración sistemática. Políticas educativas imponen visiones antropológicas que relativizan la complementariedad hombre-mujer, diluyen identidades y promueven confrontación ideológica, sin diálogo con padres. «Se les niega el derecho fundamental a participar en la educación de sus hijos», critican, tachando de «deconstrucción de la naturaleza humana» lo que se vende como progreso. Llaman a una pastoral familiar integral para contrarrestar adicciones, violencia intrafamiliar y desintegración.

El eje histórico es el centenario de la resistencia cristera en 2026, elevado a «acontecimiento providencial». Apenas meses tras la publicación de la encíclica Quas Primas de Pío XI (1925), la Ley Calles desató persecución en 1926, provocando el levantamiento de 1927. «¡Viva Cristo Rey!» fue grito de 200 mil mártires –niños, campesinos, sacerdotes– que rechazaron el Estado totalitario. «Ningún poder humano puede reclamar soberanía absoluta sobre la persona y la conciencia», recuerdan. No es nostalgia: es interpelación. «¿Estamos dispuestos a defender nuestra fe con la misma radicalidad?» Preguntan si hemos perdido lo sagrado ante una cultura que relega la fe al privado.

Este legado impulsa el compromiso eclesial de 2025 a 2031-2033: Jubileo de Esperanza, memoria cristera, V Centenario Guadalupano y Bimilenario de la Redención. Con 38 catequesis «Venga Tu Reino», preparan para proclamar a Cristo Rey ante ídolos modernos: poder, dinero, violencia. Bajo Guadalupe, puente de reconciliación, invitan a peregrinar hacia justicia y paz. «No tenemos la solución, pero estamos dispuestos a buscarla en diálogo con todos los que amen a México».

En síntesis, los obispos no callan ante un México herido por violencia, corrupción e ideologías deshumanizantes. Evocando a los cristeros, comprometen a la Iglesia como testigo profético de esperanza. ¡Viva Cristo Rey! clama aún, urgiendo conversión para un futuro de certidumbre para México. La convocatoria no es un alzamiento armado, sino la radicalidad del Evangelio y conseguir la conversión de la nación mexicana.

El mensaje es claro: La Iglesia católica ya no está arrinconada en la sacristía. Esta presente y cada rincón del territorio mexicano. Conoce los dolores y esperanzas. Recordar a los mártires no es nostalgia, es interpelación y sabe que su papel en la historia no queda simplemente en ser cómoda espectadora mientras el mundo desborda a la crisis. Como bien afirman los obispos en el mensaje: No hay que esperar a que el Estado totalitario se vuelva benévolo… Hay que resistir con la fuerza de la fe.

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