Empezamos semana, el año 2025 se nos va, nos queda un mes para la Navidad y seguimos con sustanciosos artículos. Hemos de confesar que con el fallecimiento del Papa Francisco, tan peculiar, tan singular, tan caótico, pesamos que la intensidad mediática disminuiría sustancialmente. LLegamos a pensar, pobres de nosotros, que entraríamos en un periodo tranquilo que nos permitiría tomarnos un respiro, descansar algunos días, dedicar más tiempo a elaborar los temas, nada más lejos de la realidad. Aquí estamos, seguimos a diario y sorprendidos de contar con temas y noticias que nos desbordan. La gestión de la herencia del Papa Francisco seguirá siendo el tema que nos acompañará por algún tiempo. El pontificado de León XIV no puede arrancar hasta no resolver los espinosos temas que lo hipotecan. Muchas familias rompen relaciones por el reparto de la herencia, buscar la unidad está bien y es necesario, pero sin una justicia asentada en la Verdad nunca se puede producir.
El Papa León XIV presidió la Santa Misa en la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, con motivo del Jubileo de los Coros y la XL Jornada Mundial de la Juventud, celebrada en las diócesis bajo el lema: «Vosotros también dais testimonio, porque estáis conmigo». «Vuestra tarea es involucrar a vuestros hermanos en la alabanza a Dios y hacerlos participar más plenamente en la acción litúrgica mediante el canto». El Papa recordó la dimensión antropológica universal del canto —«expresión natural y completa del ser humano»—, citando a San Agustín: «Cantar es de quien ama… el canto es propio de quien ama». Con una cita de San Ignacio de Antioquía: «Desde vuestra unidad y vuestro amor armonioso cantamos a Jesucristo… cada uno de vosotros se convierte en un coro… cantad a una sola voz».
Tras la Santa Misa, el Papa saludó a los fieles antes del rezo del Ángelus. Agradeció especialmente a los coros presentes, así como a los fieles de varias diócesis ucranianas, a quienes pidió que llevaran a casa el abrazo y las oraciones de esta Plaza. «Con inmensa tristeza recibí la noticia del secuestro de sacerdotes, fieles y estudiantes en Nigeria y Camerún… Hago un ferviente llamamiento para la liberación inmediata de los rehenes».
El Papa León recordó entonces su próximo viaje apostólico, el primero, que incluye su llegada a Turquía. «Mi viaje apostólico a Turquía y el Líbano se acerca. El 1700 aniversario del Concilio de Nicea se celebrará en Turquía. Por esta razón, hoy se publica la carta apostólica en Unitate Fidei que conmemora este acontecimiento histórico». Firmada en la Solemnidad de Cristo Rey, el Papa León XIV firmó la Carta Apostólica In unitate fidei, su cuarta carta, en vísperas de su primer viaje apostólico, que del 27 de noviembre al 2 de diciembre lo llevará a Turquía, a la antigua Nicea , sede del primer Concilio Ecuménico (325). «El Concilio de Nicea no es solo un acontecimiento del pasado, sino una brújula que debe seguir guiándonos hacia la plena unidad visible de los cristianos». El inicio de la Carta aclara la intención del Papa: llamar a la Iglesia a custodiar y transmitir «con amor y alegría el don recibido», expresado en las palabras del Credo Niceno: «Creemos en Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios, bajado del cielo para nuestra salvación». León XIV conecta inmediatamente el documento con el contexto de su pontificado y el Año Santo de la Esperanza: «Deseo alentar en toda la Iglesia un renovado impulso a la profesión de fe». Redescubrir el Credo como fuente de esperanza en una época marcada por «amenazas de guerra y violencia, desastres naturales, graves injusticias y desequilibrios».
El Papa reconstruye con precisión la crisis que condujo al Concilio de Nicea: no se trata de un detalle teológico, sino de una fractura que afectó la esencia misma de la fe cristiana . Arrio negó la plena divinidad del Hijo; el emperador Constantino convocó el Concilio porque «junto con la unidad de la Iglesia, también estaba amenazada la unidad del Imperio». Como entonces, las divisiones doctrinales y los malentendidos mutuos representan no solo una herida para la Iglesia, sino un factor de inestabilidad en el mundo. La sección central de la Carta es una catequesis cristológica. Los Padres profesaron que el Hijo es «de la sustancia (ousia) del Padre […] engendrado, no creado, de la misma sustancia (homooúsios) que el Padre». Y enfatiza que el uso de términos no bíblicos no era una «helenización», sino una forma de defender la fe bíblica , distinguiéndola de la contaminación doctrinal. «No se hizo Dios del hombre que era, sino que de Dios se hizo hombre para divinizarnos». León XIV recuerda que los arrianos gozaron del apoyo del emperador durante años y que la Iglesia atravesaba una «noche eclesial». «Los oídos del pueblo son más santos que el corazón de los sacerdotes». La fe del pueblo, su sensus fidei , fue crucial para preservar la ortodoxia . No son principalmente las estrategias institucionales las que garantizan la unidad de la Iglesia, sino la fidelidad del pueblo al corazón del Evangelio. Es el mismo deseo evocado en los participantes del Simposio, cuando el Papa invitó a todos a «orar juntos, implorando al Espíritu por el don de la unidad».
La Carta Apostólica es una llamada a la conversión. León XIV pregunta: «¿Qué ha sido de la recepción interior del Credo hoy? ¿Entendemos y vivimos lo que decimos cada domingo?». Surgen tres puntos: La cuestión de Dios en una época de indiferencia: Dios a menudo es irrelevante en la vida de las personas; y parte de la responsabilidad recae en los cristianos «que no dan testimonio de la verdadera fe». La centralidad de Cristo: El Sumo Pontífice recuerda que el discipulado y la salvación son inseparables de la cruz y la caridad: «No podemos amar a Dios, a quien no vemos, sin amar también a los hermanos y hermanas que sí vemos». El encuentro con Cristo en los pobres : «Lo que hemos hecho a uno de estos últimos, se lo hemos hecho a Cristo». Este es el punto de encuentro entre la teología y la pastoral. León XIV afirma que «lo que nos une es mucho más que lo que nos divide». La fe nicena es una «fuente común» para desarrollar nuevas formas de sinodalidad ecuménica. El Papa excluye el «ecumenismo de retorno», es decir, la idea de que otros deben volver a una forma preexistente; ni la aceptación pasiva del statu quo. Propone un ecumenismo con visión de futuro , fundado en la reconciliación, el intercambio de dones, la oración común y la escucha mutua. En el centro se encuentra Nicea como fundamento de la identidad cristiana : la fe en el Hijo, «de la misma naturaleza que el Padre». y relanza el Credo como motor de la misión .
Pietro Orlandi vuelve a hablar sobre los últimos avances en el caso de la desaparición de su hermana, son décadas de rumores y de innumerables preguntas sin respuesta. Espera atraer la atención del Papa León : «Me puse en contacto de inmediato, ya que nunca hubo un avance con los Papas anteriores. Me dijeron: ‘Ya veremos…’. Habría sido un día maravilloso para recordarla en el aniversario de su fallecimiento, y el hecho de que no haya dicho nada no es una buena señal; no lo considero una buena señal…» «¿Está involucrado el Vaticano o no? Sin duda, están al tanto de lo sucedido , y creo que algunos de dentro son responsables». Paolo Adinolfi , que desapareció el 2 de julio de 1994 le contó a Pietro que « Enrico de Pedis le había dicho que había matado a Emanuela Orlandi con una corbata porque le habían pedido un favor. Luego, los dos entraron, según dijo el hombre, en un túnel. Esta persona me describió esos lugares, y son exactamente como se describen hoy. Me dijo que los restos de Emanuela estaban allí, o al menos eso le dijo De Pedis. También reveló que dentro había un par de maletas y algunos documentos que implicaban a mucha gente . Pero para De Pedis, «nunca derribarán este muro, esa es mi garantía». Actualmente se están realizando excavaciones en la Casa del Jazz de Roma que se creó después de que la propiedad fuera confiscada al crimen organizado, en concreto al tesorero de la banda de Magliana. La villa fue vendida al mafioso por el Vicariato de Roma y su venta fue autorizada por el cardenal Ugo Poletti.
Las relaciones entre el Vaticano e Israel están en su punto más bajo. Así lo demuestran los editoriales de L’Osservatore Romano y Civilità Cattolica, y las declaraciones de Pizzaballa y Parolin. Mientras Netanyahu siga en el poder, es improbable que la situación cambie. L’ Osservatore Romano , el periódico oficial de la Santa Sede, dedicó un extenso artículo «La tumba de Rabin y la paz». «El asesinato de Rabin ha cambiado indudablemente la historia de Israel, Palestina y todo Oriente Medio. Y el río de sangre y sufrimiento que hemos presenciado en los últimos dos años tiene su origen en lo incompleto del proceso de paz que generó el asesinato de Rabin. Por eso, la narrativa generalizada, que sitúa el inicio de la tragedia el 7 de octubre de 2023, es insuficiente y miope; ignora la verdad y olvida». Palabras pesadas como piedras que sellan, una vez más si fuera necesario, la profunda crisis que existe hoy en las relaciones diplomáticas entre el Vaticano y el Estado de Israel .
En los últimos días, se ha celebrado otro aniversario estrechamente vinculado a la Iglesia Católica y al mundo judío : el 60.º aniversario de la publicación del documento del Concilio Vaticano II , Nostra Aetate . Este texto desmiente la centenaria acusación de deicidio lanzada contra los judíos por la Iglesia de Roma, afirma el rechazo claro e incuestionable al antisemitismo tras el Holocausto y abre la puerta al diálogo entre la Iglesia y otras religiones del mundo, empezando por el judaísmo. No es casualidad que el pasado septiembre, Civiltà Cattolica (la revista mensual jesuita siempre con el visto bueno de la Secretaría de Estado) advirtiera contra la superposición de dos niveles: la comparación histórico-teológica y la relación con el Estado de Israel, que debe juzgarse según los parámetros del derecho internacional . Y precisamente al seguir este enfoque, la Iglesia de Roma ha llegado a un punto que roza la ruptura de las relaciones institucionales con Tel Aviv . Esto es algo que nadie desea naturalmente, pero en realidad ya parece haberse convertido en realidad. La visita al Vaticano el pasado septiembre del presidente israelí Isaac Herzog , quien había viajado a Roma para intentar calmar los ánimos, fue de poca utilidad. «Dos pueblos, dos Estados», insiste la Santa Sede, mientras que Benjamin Netanyahu se niega a ceder: un Estado palestino (reconocido por el Vaticano hace diez años) jamás se establecerá.
Y terminamos con un dato muy curioso : en un año promedio, se reciben hasta once clérigos anglicanos en la iglesia católica y se ordena aproximadamente la misma cantidad. Durante más de treinta años, una corriente constante, en gran parte desapercibida, ha estado fluyendo bajo la superficie del cristianismo británico. Desde 1992, los exclérigos anglicanos han representado un tercio de todos los que ingresaron al ministerio sacerdotal católico en Inglaterra y Gales. La historia comienza en 1992, cuando el Sínodo General de la Iglesia de Inglaterra aprobó la ordenación de mujeres. Esa votación no desencadenó de inmediato una migración masiva, pero sí abrió un largo y complejo capítulo en el que cuestiones de identidad, tradición y conciencia comenzaron a pesar sobre muchos sacerdotes anglicanos. Los autores del estudio estiman que alrededor de 700 clérigos, religiosos e incluso obispos anglicanos, dieciséis, de Inglaterra, Gales y Escocia se han unido a la Iglesia Católica desde 1992. Lo que emerge es un panorama moldeado no por rupturas dramáticas, sino por decisiones silenciosas y firmes tomadas a lo largo de muchos años: decisiones a la vez teológicas, personales y profundamente costosas.
«…esta viuda pobre ha echado más que todos».
Buena lectura.
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