Nuns in the US write Christmas cards to touch the hearts of abortion clinic employees

Nuns in the US write Christmas cards to touch the hearts of abortion clinic employees

Un gesto discreto de varias comunidades religiosas está abriendo brechas donde menos se espera: en el corazón de quienes trabajan en centros abortistas. Monjas de distintos estados de Estados Unidos han comenzado a enviar tarjetas de Navidad, escritas a mano y acompañadas por oración, con un mensaje tan sencillo como radical: Hay una salida. Estamos rezando por ti.

La campaña surgió en 2022 de la mano de Abby Johnson, antigua directora de Planned Parenthood que, tras su conversión, fundó la organización And Then There Were None (ATTWN) para ayudar a los empleados de la industria del aborto a abandonar ese entorno y reconstruir su vida. Dos años después, la iniciativa ha prendido con fuerza entre religiosas de vida contemplativa y activa, que ven en cada tarjeta una oportunidad de ofrecer consuelo y esperanza.

Una tradición de Adviento que nace en un convento sin internet

Según informó Life Site, entre las comunidades más implicadas se encuentran las Hermanas Capuchinas de Pensilvania. Su convento, sin acceso a comunicación electrónica, conoció el proyecto gracias a una carta enviada por ATTWN. La hermana Christina Nazareth recuerda que, al leer la propuesta, lo entendieron de inmediato como una extensión natural de su vocación: rezar, acompañar y sostener espiritualmente a quienes viven en situaciones límite.

Cada año, al iniciar el Adviento, las religiosas se reúnen para escribir mensajes personalizados en tarjetas navideñas. No se trata de un trámite mecánico. Cada palabra se acompaña de oración y, antes de enviarlas, todas las tarjetas se colocan sobre el altar, ante el Santísimo Sacramento. Allí las monjas piden que Jesucristo toque el corazón de quienes reciban el sobre y que cada mensaje llegue a las manos que más lo necesiten.

La iconografía elegida no es casual: todas las tarjetas muestran una escena de la Sagrada Familia, recordando la dignidad de toda vida humana y la esperanza que trae el Nacimiento de Cristo.

Una puerta inesperada hacia la conversión

La campaña no se queda en el plano simbólico. Ya hay testimonios que muestran su eficacia. Patty Knap, consejera de apoyo a embarazadas y autora del reportaje original, recoge el caso de una exempleada de un centro abortista que recibió una de estas tarjetas. El mensaje, escrito a mano, decía: ¿Buscas una salida? Podemos ayudarte a dejar la industria del aborto. Llama a este número.

La mujer, sorprendida, consultó a una compañera si aquello debía tomarse en serio. Le dijeron que lo ignorara. Sin embargo, según su propio testimonio, algo —que ella identifica sin dudar como el Espíritu Santo— la llevó a guardar el mensaje en su bolso y llevárselo a casa. Esa misma noche llamó al número.

A partir de ahí, ATTWN la acompañó en un proceso que incluyó ayuda para encontrar empleo, contacto con otras mujeres que habían dado el mismo paso y el acceso a programas de sanación emocional y espiritual. Un simple sobre, escrito por unas monjas que ella jamás conocerá, abrió una puerta que su conciencia llevaba tiempo buscando.

Miles de tarjetas al año para los olvidados del aborto

La organización de Johnson asegura enviar más de 22.000 tarjetas y postales anualmente a centros abortistas de todo el país. No se trata de presión ni de denuncia, sino de compasión: recordar a quienes trabajan en esta industria que no están condenados a permanecer en ella y que hay personas rezando por su liberación.

Según explica la directora de comunicación de ATTWN, Karen Herzog, muchos empleados de clínicas abortistas conservan algún tipo de fe, a veces debilitada o en conflicto con el trabajo que desempeñan. Las tarjetas, dice, ponen una semilla que puede germinar cuando menos se espera.

Conversos que cambiaron la historia del movimiento pro-vida

La iniciativa recuerda la fuerza transformadora de muchas historias de conversión. Abby Johnson no es la única. El célebre doctor Bernard Nathanson —responsable de 75.000 abortos— terminó convirtiéndose en una de las voces más contundentes contra la industria que él mismo ayudó a construir. El doctor Anthony Levatino pasó de practicar abortos a explicar públicamente su brutalidad. Incluso Norma McCorvey, la mujer cuyo caso abrió la puerta al fallo Roe vs. Wade, dedicó los últimos años de su vida a la defensa de la vida.

El gesto de estas monjas se inserta en esa misma tradición: pequeñas acciones capaces de provocar grandes cambios. No buscan titulares ni reconocimiento. Su misión es más sencilla: rezar por quienes viven dentro de una industria que, en muchos casos, deja profundas heridas, y ofrecerles —con una tarjeta, una oración y una dirección escrita a mano— la posibilidad real de empezar de nuevo.