León XIV envió este 10 de noviembre un mensaje a los participantes del Congreso Internacional de la Pontificia Academia para la Vida, celebrado en Roma bajo el título “Inteligencia Artificial y Medicina: el desafío de la dignidad humana”. En su texto, el Pontífice exhorta a científicos, médicos y responsables políticos a mantener la primacía de la persona y la inviolabilidad de la dignidad humana frente a los nuevos desarrollos tecnológicos.
El Papa reconoce los grandes beneficios que la tecnología y la investigación médica aportan a la humanidad, pero advierte sobre el peligro de ponerlas al servicio de “ideologías antihumanas”. La inteligencia artificial —subraya— puede contribuir al progreso solo si se coloca “al verdadero servicio de la persona”, evitando que las máquinas desplacen el contacto humano en la práctica médica.
Dejamos a continuación el mensaje completo de Su Santidad León XIV
Extiendo mis mejores deseos y mis oraciones a todos los que participan en el Congreso Internacional titulado «IA y medicina: el desafío de la dignidad humana». En particular, me gustaría expresar mi gratitud y reconocimiento por el tema que han elegido tratar. La revolución digital está desempeñando un papel fundamental en la configuración de lo que el papa Francisco denominó un «cambio de época». Actualmente estamos siendo testigos de una época de nuevos avances tecnológicos que, en algunos aspectos, es comparable a la Revolución Industrial, pero que es más omnipresente. Influye enormemente en nuestra forma de pensar, alterando nuestra comprensión de las situaciones y la forma en que nos percibimos a nosotros mismos y a los demás. Actualmente interactuamos con las máquinas como si fueran interlocutores y, por lo tanto, nos convertimos casi en una extensión de ellas. En este sentido, no solo corremos el riesgo de perder de vista los rostros de las personas que nos rodean, sino también de olvidar cómo reconocer y apreciar todo lo que es verdaderamente humano.
No hay duda de que el desarrollo tecnológico ha aportado y sigue aportando importantes beneficios a la humanidad, especialmente en los campos de la medicina y la salud. Para garantizar un verdadero progreso, es imperativo que la dignidad humana y el bien común sigan siendo prioridades inquebrantables para todos, tanto para los individuos como para las entidades públicas. Es fácil reconocer el potencial destructivo de la tecnología e incluso de la investigación médica cuando se ponen al servicio de ideologías antihumanas. En este sentido, los acontecimientos históricos sirven de advertencia: Los instrumentos de que disponemos hoy en día son aún más potentes y pueden tener un efecto aún más devastador en la vida de las personas y los pueblos. Sin embargo, si se aprovechan y se ponen al servicio verdadero del ser humano, estos efectos también pueden ser transformadores y beneficiosos.
Desde este punto de vista, considero que vuestra dedicación a explorar el potencial de la inteligencia artificial (IA) en la medicina es de gran importancia. La fragilidad de la condición humana se manifiesta a menudo en el campo de la medicina, pero nunca debemos olvidar la «dignidad ontológica que pertenece a la persona como tal, simplemente por el hecho de existir y ser querida, creada y amada por Dios» (Declaración Dignitas Infinita, 7). Por esta misma razón, «los profesionales de la salud tienen la vocación y la responsabilidad de ser guardianes y servidores de la vida humana», especialmente en sus etapas más vulnerables (Nota Antiqua et Nova, 71). Lo mismo puede decirse de quienes son responsables del uso de la IA en este campo. De hecho, cuanto mayor es la fragilidad de la vida humana, mayor es la nobleza que se exige a quienes se encargan de su cuidado.
El objetivo de proporcionar cuidados a las personas pone de relieve el carácter insustituible de las relaciones humanas en este contexto. De hecho, la profesionalidad médica requiere no solo los conocimientos específicos necesarios, sino también la capacidad de comunicarse y estar cerca de los demás. Nunca puede reducirse simplemente a resolver un problema. Del mismo modo, los dispositivos tecnológicos nunca deben restar importancia a la relación personal entre los pacientes y los profesionales sanitarios. De hecho, para que la IA sirva a la dignidad humana y a la prestación eficaz de la asistencia sanitaria, debemos asegurarnos de que realmente mejore tanto las relaciones interpersonales como la atención prestada.
Dados los enormes intereses económicos que a menudo están en juego en los campos de la medicina y la tecnología, y la consiguiente lucha por el control, es esencial promover una amplia colaboración entre todos los que trabajan en la asistencia sanitaria y la política, que se extienda mucho más allá de las fronteras nacionales. Por esta razón, me complace saber que en su conferencia están presentes ponentes de diferentes continentes y procedencias.
Con estos sentimientos, queridos amigos, quiero hacerles saber que rezo para que esta conferencia dé abundantes frutos para ustedes, sus colegas y las muchas personas que se beneficiarán de su competente y generoso compromiso. Les doy las gracias a todos y les invoco a ustedes y a sus familias la bendición de Dios Todopoderoso.
Firmado el 7 de noviembre de 2025
LEÓN PP. XIV
