Por: Antonio Francés
Recientemente Venezuela celebró con gran alegría la subida a los altares de dos hijos suyos, los dos primeros canonizados, san José Gregorio Hernández y santa Carmen Rendiles. Ejemplos ambos del más auténtico cristianismo y del amor a la Verdad revelada por Jesucristo.
En la ceremonia de canonización, sin embargo, monseñor Pietro Parolin realizó una de las maniobras que más claramente lo caracterizan. Intentó utilizar la canonización y el ejemplo de estos santos para consolidar la revolución comunista en Venezuela. Igual que en 2014 y en 2017, el jefe de la diplomacia vaticana llamó a los venezolanos a unirse a los tiranos que oprimen su Patria por cuenta de poderes extranjeros y a buscar con ellos un “bien común”, que no existe. ¿Qué puede haber común entre la causa de la justicia y del amor a la Patria y la causa de los traidores y tiranos?
Sus palabras exactas fueron las siguientes:
[Mi querida Venezuela] si escucharas las palabras del Señor que te llama a abrir las prisiones injustas, a hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos. Sólo así, querida Venezuela, podrás responder a tu vocación de paz, si la construirás [sic] sobre los cimientos de la justicia, de la verdad, de la libertad y del amor, del respeto a los derechos humanos, generando espacio de encuentro y de convivencia democrática, haciendo prevalecer lo que une y no lo que divide. Buscando los medios, las instancias para encontrar soluciones comunes a los grandes problemas que te afectan, poniendo el bien común como objetivo de toda actividad pública.
Se aproximan mucho al texto de las palabras que dirigió Francisco el 11 de abril de 2014 al gobierno de Venezuela y a los representantes de la “Mesa de la Unidad Democrática”:
Estoy plenamente convencido de que la violencia nunca podrá traer paz y bienestar a un País, ya que ella genera siempre y sólo violencia. Al contrario, por medio del diálogo ustedes pueden redescubrir la base común y compartida que conduce a superar el momento actual de conflicto y polarización que hiere tan profundamente Venezuela, para encontrar formas de colaboración. En el respeto y en el reconocimiento de las diferencias que existen entre las Partes, se favorecerá el bien común. Todos ustedes, en efecto, comparten el amor por su País y por su pueblo, como también las graves preocupaciones ligadas a la crisis económica, a la violencia y a la criminalidad. Todos ustedes llevan en el corazón el futuro de sus hijos y el deseo de paz que caracteriza a los venezolanos. Todos tienen en común la fe en Dios y la voluntad de defender la dignidad de la persona humana.
En esa época Maduro y la tiranía atea se tambaleaban. La Diplomacia vaticana acudió en su auxilio. Pero, nuevamente, ¿qué bien puede unir a los traidores y los poderes extranjeros que ellos representan con el pueblo de Venezuela, que sufre humillación, hambre, destrucción de todas sus instituciones y el intento de suprimir su alma? Da asco que la diplomacia vaticana haya llegado a ser tan abyecta bajo la dirección de Parolin, cuando en años recientes había sido la única esperanza humana del pueblo oprimido de Venezuela.
Una y otra vez Parolin ha promovido la confusión de los católicos en el mundo, y la supresión violenta de aquellos que no se dejan confundir. ¿Qué otra cosa es el acuerdo secreto con el Partido Comunista Chino? Hasta el cardenal Zen, un ejemplo de obediencia, declaró en su momento que no se puede obedecer ese acuerdo. Es la traición a la Iglesia martirizada y el intento de dar legitimidad a uno de los peores tentáculos del infierno, el comunismo internacional. Es un intento de asesinar las almas de los católicos chinos, o de asesinar los cuerpos de aquellos cuyas almas sean guardadas por el Espíritu Santo.
¿Qué otra cosa fue el acuerdo de paz con las guerrillas colombianas, diseñado (¡Oh vergüenza!) por la diplomacia vaticana y el régimen castrista? El pueblo de Colombia rechazó semejante traición en un plebiscito, pero aun así la diplomacia vaticana se apresuró a programar un viaje de Francisco para celebrar su entrada en vigor. ¿Qué otra cosa es este acuerdo, sino entregar las almas de los católicos colombianos a la confusión, y los cuerpos de quienes no se dejen confundir la tiranía comunista?
Cuando los prelados heroicos que quedaban en Nicaragua a pesar de la infiltración masónica de la jerarquía quisieron defender a su grey, la diplomacia vaticana por medio de Francisco se apresuró a sacarlos de Nicaragua so pretexto de evitar el derramamiento de su sangre. ¿Desde cuándo un prelado católico tiene permiso para abandonar a su grey en manos de los lobos? Cuando Mao triunfó en traer la revolución a China, el primado de ese país se presentó en Roma. Pío XII lo recriminó fuertemente y le dijo que debía volver a su país a cuidar a su grey. Como se negó, fue removido y reemplazado. ¿Qué otra cosa es este mover a los verdaderos pastores fuera de Nicaragua sino entregar a las almas del redil católico a la confusión, y entregar a la tortura y a la muerte los cuerpos de quienes no se dejen confundir?
No es Parolin un agente comunista. En cada contexto él promueve el camino más certero para destruir a la Iglesia de Jesucristo y reemplazarla con la putrefacción gnóstica. En Andorra, por ejemplo, busca la diplomacia vaticana una solución para que pueda aprobarse el aborto con el visto bueno del Obispo de Urgel. En Estados Unidos, la diplomacia vaticana procura que se dé un premio a un político abortista. En Alemania la Iglesia de Jesucristo subsiste pero no en la jerarquía episcopal, entregada a doctrinas que nada tienen que ver con la enseñanza de Jesucristo, y ello con el apoyo explícito o implícito de la diplomacia vaticana.
Parolin no es sino un órgano de aquella bestia apocalíptica:
Vi otra bestia que salía de la tierra; tenía dos cuernos de cordero, pero hablaba como un dragón, y ejerce toda la autoridad de la primera bestia, en su presencia; y hace que la tierra y todos sus habitantes adoren a la primera bestia, cuya llaga mortal había sido curada. Y realiza grandes signos, incluso hace bajar fuego del cielo a la tierra, en presencia de los hombres. Y engaña a los habitantes de la tierra mediante los signos que se le concedió realizar en presencia de la bestia, diciendo a los habitantes de la tierra que hiciesen una imagen de la bestia que tenía la herida de espada, pero que ha sobrevivido. Se le concedió infundir espíritu a la imagen de la bestia, de modo que la imagen de la bestia pudiera hablar e hiciera morir a cuantos no adorasen la imagen de la bestia. Y hace que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les ponga una marca en la mano derecha o en la frente, de modo que nadie pueda comprar ni vender si no tiene la marca o el nombre de la bestia. (Apocalipsis 13, 11-17).
Pero, como aquella bestia, si no se arrepiente, será arrojado al “lago de fuego, que arde en azufre” (Apocalipsis 19, 20). Y, cardenal Parolin, sepa que los santos no se dejarán usar. Aunque usted no lo crea, ellos están en la Vida eterna, amando a Dios sobre todo y sólo en Dios a los hermanos. Y ellos en verdad interceden por los venezolanos que quieran ser fieles a la Iglesia de Jesucristo, y no a la bestia que intenta engañarlos.
Venezolanos, sigan el ejemplo de san José Gregorio, que estudió sin cesar por amor a la ciencia y a su Autor, y por amor a los hombres; y el ejemplo de Carmen Rendiles, que adhirió a la pura doctrina de Cristo y a la sagrada Tradición, cuando tantos la traicionaban con la excusa del supuesto “espíritu del Concilio Vaticano II”. Estudiemos nuestras disciplinas, y estudiemos la enseñanza perenne de la Iglesia en los Padres y en los Concilios. Seamos fieles a la perenne enseñanza de Jesucristo, que era, que es y que será por los siglos de los siglos. Amén.
* Este artículo fue escrito originalmente en inglés y lo tradujo al castellano Diego G. Paredes.
