La prestigiosa universidad jesuita estadounidense Georgetown University ha protagonizado un giro preocupante: su nuevo rector, Eduardo Peñalver, ha declarado públicamente que rechaza la enseñanza de la Iglesia católica sobre la homosexualidad. Esta afirmación, reportada por LifeSiteNews, plantea una seria pregunta sobre la coherencia y la identidad católica de una institución fundada precisamente para formar líderes al servicio de la fe.
Una declaración que contradice el Magisterio
Durante una reciente entrevista, el rector no solo expresó su desacuerdo con la doctrina moral de la Iglesia, sino que defendió públicamente la necesidad de “revisar y superar las enseñanzas tradicionales” sobre la sexualidad y las relaciones humanas, aludiendo a que “la Iglesia debe adaptarse a los valores contemporáneos”.
Con esas afirmaciones, el presidente de una universidad jesuita —una institución que se define oficialmente como “católica”— no solo se distancia del Magisterio, sino que lo contradice de manera explícita. La enseñanza de la Iglesia, expresada en el Catecismo, es clara: los actos homosexuales “no pueden aprobarse” (n. 2357) y la inclinación en sí “debe ser acogida con respeto, compasión y delicadeza, sin discriminación injusta”.
Aceptar una posición que niega esta enseñanza no es una cuestión de interpretación teológica: es un rechazo directo de la doctrina católica.
Un declive institucional
Fundada en 1789, Georgetown es la universidad católica más antigua de Estados Unidos y durante décadas fue un referente académico de la tradición jesuita. Sin embargo, con el paso de los años ha ido diluyendo su identidad católica bajo la influencia del progresismo cultural. Las recientes declaraciones de Peñalver no hacen sino confirmar un proceso de secularización que se ha acelerado en los últimos años.
La enseñanza de la Iglesia es clara: los actos homosexuales son objetivamente desordenados según la ley natural y la moral católica, y la inclinación en sí misma requiere respeto y acompañamiento, no aprobación ni legitimación. Cuando el máximo responsable de una universidad que se dice católica rechaza abiertamente esta enseñanza, deja de tratarse de un simple debate académico: se consuma una ruptura institucional con el Magisterio.
Silencio y confusión
Hasta el momento, ninguna autoridad eclesiástica ha reaccionado oficialmente ante las declaraciones del rector. Sin embargo, numerosos fieles y exalumnos católicos han pedido al arzobispo de Washington que se pronuncie, recordando que una universidad que contradice públicamente la doctrina de la Iglesia no puede seguir presentándose como católica sin incurrir en incoherencia.
La confusión entre los fieles es evidente: si una institución jesuita de renombre mundial legitima el rechazo a las enseñanzas morales del Magisterio, ¿qué mensaje transmite a los estudiantes y a la sociedad sobre lo que significa ser católico?
Una crisis de identidad en las universidades católicas
El caso de Georgetown no es un hecho aislado. Es un síntoma de una crisis que afecta a muchas instituciones católicas en Occidente, que intentan conciliar su herencia cristiana con la ideología dominante del momento. En nombre de la “inclusión” o de la “modernidad”, se aceptan posturas abiertamente contrarias al Evangelio, diluyendo los principios morales que deberían guiar la vida académica y pastoral.
Cuando una universidad jesuita o católica se pliega a la corrección política y relega la doctrina de la Iglesia al ámbito privado, renuncia a ser lo que dice ser. Y lo que se pierde no es solo la fidelidad a Roma: se pierde también la confianza de los creyentes, la integridad del testimonio y el alma misma de la institución.
