León XIV im Angelus: „Die Aggression des Bösen kann die Hoffnung derer, die auf Christus vertrauen, nicht zerstören“

León XIV im Angelus: „Die Aggression des Bösen kann die Hoffnung derer, die auf Christus vertrauen, nicht zerstören“

En el Ángelus de este domingo, el Papa León XIV reflexionó sobre el Evangelio de Lucas y los acontecimientos que inquietan al mundo. Ante guerras, persecuciones y calamidades, el Pontífice invitó a los fieles a no dejarse dominar por el miedo y a vivir este tiempo como una ocasión para dar testimonio cristiano. Subrayó que la persecución —física o ideológica— no puede apagar la esperanza, y recordó que la constancia en la fe es el camino que salva y sostiene a la Iglesia en cada época.

Dejamos a continuación el mensaje completo del Santo Padre:

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

Mientras el año litúrgico llega a término, el Evangelio de hoy (Lc 21,5-19) nos hace reflexionar sobre los avatares de la historia y el fin de las cosas. Como Jesús conoce nuestro corazón, al contemplar estos acontecimientos nos invita ante todo a no dejarnos vencer por el miedo: «Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones —dice— no se alarmen» (v. 9).

Su llamamiento es muy actual. Lamentablemente, cada día recibimos noticias de conflictos, calamidades y persecuciones que atormentan a millones de hombres y mujeres. Sin embargo, tanto ante estas aflicciones como ante la indiferencia que quiere ignorarlas, las palabras de Jesús anuncian que la agresión del mal no puede destruir la esperanza de quienes confían en Él. Cuanto más oscura es la noche, más brilla la fe como el sol.

Cristo, de hecho, afirma dos veces que «a causa de mi Nombre» muchos sufrirán violencia y traición (v. 12.17), pero precisamente entonces tendrán la oportunidad de dar testimonio (cf. v. 13). Siguiendo el ejemplo del Maestro, que en la cruz reveló la inmensidad de su amor, tal invitación nos concierne a todos. La persecución de los cristianos, de hecho, no sólo se produce con armas y maltratos, sino también con palabras, es decir, a través de la mentira y la manipulación ideológica. Sobre todo, cuando estamos oprimidos por estos males, físicos y morales, estamos llamados a dar testimonio de la verdad que salva al mundo, de la justicia que redime a los pueblos de la opresión, de la esperanza que indica a todos el camino de la paz.

En su estilo profético, las palabras de Jesús atestiguan que los desastres y los dolores de la historia tienen un final, mientras que la alegría de quienes reconocen en Él al Salvador está destinada a durar para siempre. «Gracias a la constancia salvarán sus vidas» (v. 19), esta promesa del Señor nos infunde la fuerza para resistir los acontecimientos amenazantes de la historia y toda ofensa; no permanezcamos impotentes ante el dolor, porque Él mismo nos da «elocuencia y sabiduría» (v. 15) para obrar siempre el bien con corazón ardiente.

Queridos hermanos, a lo largo de toda la historia de la Iglesia, son sobre todo los mártires quienes nos recuerdan que la gracia de Dios es capaz de transfigurar incluso la violencia en signo de redención. Por eso, uniéndonos a nuestros hermanos y hermanas que sufren por el nombre de Jesús, busquemos con confianza la intercesión de María, auxilio de los cristianos. Que la Santa Virgen nos consuele y nos sostenga en cada prueba y dificultad.