«Wenn du heute Nacht sterben würdest, warum sollte Gott dich in den Himmel lassen?»

Dios no mola

«Si murieras esta noche, ¿por qué debería Dios dejar que entraras en el cielo?. Así comienza un examen de conciencia incómodo que Ulrich L. Lehner lanza como un dardo en su libro Dios no mola. La pregunta es tan brutalmente simple como insoportable. Porque la respuesta habitual —esa letanía laica de soy buena persona, no mato, no robo— resulta, si se mira de cerca, tan endeble como un castillo de naipes en medio de un vendaval.

El espejismo del buenismo moderno

Vivimos convencidos de que basta con acumular buenas intenciones, sonrisas en redes sociales y donaciones ocasionales para estar del lado correcto de la historia. Pero, ¿qué hacemos con las sombras que arrastramos? ¿Qué con esa soberbia discreta, esa indiferencia sistemática, ese cálculo mezquino que tiñe nuestras acciones más nobles? Creer que Dios lleva una contabilidad de méritos para premiar a los que superen el aprobado raspado es una herejía disfrazada de sentido común.

La trampa del autoengaño

Lehner nos recuerda, con la ironía del maestro que conoce bien a sus alumnos, que el problema no es la moral del vecino sino el corazón propio. Y que Dios no es un profesor que pasa lista ni un juez distraído que firma absoluciones en automático. La justicia divina, tan odiada como temida, no se compra con obras buenas de saldo. El hombre moderno, sin embargo, insiste en vestir su vacío de humanitarismo cool y confundir cortesía con santidad.

El escándalo de la gracia

La provocación de Lehner es radical: no entramos al cielo porque nos lo ganemos, sino porque nos abramos a una gracia inmerecida. Una idea que golpea de frente la arrogancia contemporánea, convencida de que todo se consigue por esfuerzo propio. El cristiano, en cambio, confiesa su indigencia y se deja amar hasta la médula. La salvación no es un trofeo: es un regalo. Y los regalos, o se aceptan con gratitud, o se rechazan con soberbia.

Una invitación peligrosa

Este libro, lejos de la sensiblería religiosa de escaparate, coloca al lector frente al espejo más incómodo: ¿en qué fundamento descansa mi esperanza? Quien se atreva a responder con sinceridad se encontrará con que lo que parecía obvio —porque soy bueno— se derrumba como papel mojado.

En Dios no mola, Ulrich L. Lehner incomoda al lector moderno, ese que se considera espiritual pero no religioso, y le obliga a enfrentar la pregunta que preferiría silenciar. Un libro que no se limita a refutar, sino que despierta hambre de ir más allá. Tal vez demasiado incómodo para quienes buscan un cristianismo light.