El Arzobispado de Paderborn (Alemania) inauguró este fin de semana un proyecto que rompe con la tradición de la formación sacerdotal. En el llamado Leocampus, los seminaristas convivirán con estudiantes de teología —hombres y mujeres— y con jóvenes en un año de orientación cristiana.
Los responsables justifican el experimento como respuesta a la crisis de vocaciones, pero en la práctica significa la disolución del seminario como espacio propio de discernimiento sacerdotal. Lo que durante siglos fue un ámbito de vida, oración y disciplina orientado al sacerdocio se transforma ahora en un “campus” compartido, donde la identidad del futuro sacerdote queda diluida en la convivencia con laicos.
Del esplendor a la ruina del seminario de Paderborn
El histórico Leokonvikt, fundado en 1895 en memoria del Papa León XIII, llegó a albergar más de 150 seminaristas. Hoy apenas quedan 13 candidatos al sacerdocio, un reflejo dramático del colapso vocacional que sufre Alemania.
En lugar de recuperar la radicalidad evangélica y la vida de oración como respuesta, las autoridades apuestan por “nuevas formas de convivencia”, que no hacen sino confirmar el vaciamiento espiritual y la secularización que atraviesa a la Iglesia alemana.
Un “laboratorio pastoral” con sello progresista
Stefan Kendzorra, director del seminario, presentó el Leocampus como un “laboratorio” donde se ensayan nuevas formas de pastoral. El proyecto afirma inspirarse en la Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis publicada por el Vaticano en 2016, pero sus impulsores reconocen haber incorporado otros elementos deliberadamente.
Entre las instituciones implicadas figuran la Facultad de Teología de Paderborn, la Universidad Católica y el Instituto Adam Möhler para el Ecumenismo, todas ellas conocidas por promover proyectos de apertura progresista en la Iglesia alemana.
Alemania, epicentro del colapso vocacional
La situación no es exclusiva de Paderborn. En Münster, desde 2021 se ensaya un modelo similar. Pero la tendencia es clara: en 2024 menos de 50 hombres fueron ordenados sacerdotes en toda Alemania, la cifra más baja de su historia. Varias diócesis han optado por cerrar o fusionar sus seminarios.
Lejos de frenar la crisis, estos proyectos parecen normalizar la desaparición de las vocaciones sacerdotales, sustituyendo el camino de entrega y sacrificio propio del sacerdocio por convivencias sin rumbo que relativizan la identidad sacerdotal.
Una Iglesia que se vacía mientras multiplica experimentos
Mientras el número de seminaristas se desploma, los responsables de la Iglesia alemana apuestan por experimentos progresistas que disuelven la formación sacerdotal en modelos comunitarios ambiguos. En lugar de enfrentar las causas de la crisis —la pérdida de fe, la liturgia desacralizada, la ausencia de vida espiritual—, prefieren ajustar el seminario a la secularización dominante.
El resultado es evidente: menos sacerdotes, más confusión y una Iglesia cada vez más incapaz de transmitir la fe a las nuevas generaciones.
