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La necesidad de un cuidado pastoral más completo

Christ and the Woman of Samaria by Giovanni Lanfranco, c.1625 [Ashmolean Museum, Oxford]
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Christ and the Woman of Samaria by Giovanni Lanfranco, c.1625 [Ashmolean Museum, Oxford]
Por Paul C. Vitz

Escribo como un psicólogo académico católico con mucha experiencia con pacientes, historias clínicas y la literatura de investigación relevante. También publiqué mucho en varias áreas relacionadas con preguntas formuladas acerca de Amoris laetitia (AL).

Déjenme comenzar con algunos pasajes positivos y un resumen parcial de AL. En las primeras secciones, antes de llegar a los temas planteados en el capítulo 8, el papa establece unos cuantos puntos bastante positivos e inusuales.

Tiene razón en que deberíamos recordar que la familia no es un ideal abstracto, sino en cambio, una cosa concreta y compleja confrontada y distorsionada por el pecado. Sí, hurra por el «realismo concreto» (su término) y su preocupación por la vida diaria al pensar acerca de la familia. Además, identifica el serio problema de hoy en día del «individualismo desenfrenado» y sus efectos negativos. Resalta, asimismo, los sufrimientos de los niños en los conflictos familiares y, por lo tanto, en situaciones de divorcio. Lo condena como a un mal, con toda la razón.

El octavo capítulo es una invitación a la misericordia y al discernimiento pastoral. Tiene secciones acerca de la necesidad de la gradualidad en el cuidado pastoral; la importancia del discernimiento; las normas y las circunstancias mitigantes en el discernimiento pastoral; y finalmente lo que el papa llama la «lógica de la misericordia pastoral». En este capítulo sensible, el Santo Padre nos exhorta a recordar que «la tarea de la Iglesia con frecuencia es como la de un hospital de campaña», «evitando cualquier ocasión de escándalo» entretanto.

Mi preocupación primaria está en el capítulo 8, el cual no menciona, mucho menos muestra, ninguna preocupación pastoral por las muchas otras personas, en especial los niños, que son lastimados y afectados por el divorcio.

Este capítulo se concentra exhaustivamente en el individuo que se divorcia y se vuelve a casar y que busca ser nuevamente aceptado en la Iglesia para que se le permita recibir la comunión. Centrarse en la persona e ignorar los efectos sociales del divorcio, desafortunadamente, induce al narcicismo y al individualismo egoísta que el papa aborrece en las primeras secciones.

La Iglesia dijo que hay tolerancia cero para un sacerdote que abusa de un niño, aun una sola vez. Sin embargo, en el divorcio el abuso de niños comúnmente ocurre con frecuencia y durante muchos años y, a menudo, afecta no solo a uno sino a varios.

Además, la esposa o marido rechazados, junto con los hijos, pueden sufrir grave abuso físico, emocional o sexual y en casi todos los casos padecerá en gran parte las mismas experiencias psicológicas de los niños: traición, rechazo y abandono.

Las mencionadas son tres de las formas más penosas y duraderas del sufrimiento humano. A menos que estas consecuencias del divorcio en los niños y el cónyuge rechazado sean abordadas de manera directa con algún tipo de dirección positiva, el efecto de otorgar la comunión al progenitor divorciado y vuelto a casar generalmente será devastador para los miembros de su primera familia.

A menos que estas familias anteriores sean consultadas para evaluar al progenitor que nuevamente contrajo matrimonio, su sufrimiento corroerá su respeto por la Iglesia y —se supone— en ocasiones, su fe en Dios. Hasta aquellos que no albergan malos sentimientos como resultado del divorcio podrían sentir mucho resentimiento hacia una institución que nunca los consultó acerca de su excónyuge o progenitor divorciado.

Estos son algunos escenarios muy posibles:

Caso 1-El marido y padre de tres hijos es un alcohólico que abusa física y sexualmente de los niños y su esposa. Ambos cónyuges acuerdan divorciarse. Él se va de la casa y ya no está más en contacto con su esposa e hijos. Tiempo más tarde, en otro país, el marido asiste a Alcohólicos anónimos y se recupera. Comienza una nueva vida relativamente buena y vuelve a contraer matrimonio. Luego solicita a la Iglesia que se le restituya la posibilidad de comulgar. No se incluye en su evaluación ninguna información acerca de su anterior comportamiento y se le concede su pedido como un ejemplo de misericordia pastoral a un pecador recuperado. Con el tiempo, su primera esposa víctima de abuso y sus hijos aún abandonados se enteran de esto y se sienten traicionados y descuidados por el padre y la Iglesia, se convierten en ateos y profundamente anticatólicos.

Caso 2- La esposa y madre de dos hijos inicia el divorcio mientras está involucrada en una aventura con un hombre. Los niños y el marido estaban al tanto o se enteran de esta relación; atraviesan mucho sufrimiento. Luego del divorcio, ella se casa con este hombre. A los hijos no les cae bien su nuevo padrastro, a quien se niegan a aceptar. Las dos familias se alejan y terminan viviendo a cientos de millas una de la otra. Después de algunos años, la esposa/madre divorciada pide la restitución. Al escuchar únicamente la historia de la mujer, el obispo de su diócesis le otorga el derecho a comulgar. Más tarde, su primer marido e hijos escuchan esto y se sienten sorprendidos, lastimados, enojados e indignados. ¡Su madre adúltera que los abandonó ahora fue reincorporada como una buena católica! Entonces se marchan de la Iglesia.

En síntesis, la omisión de cualquier preocupación pastoral para las tantas víctimas del divorcio al adoptar una política de readmisión a la comunión con certeza socavará la idea de que la Iglesia católica está comprometida de verdad en evitar el abuso de niños. También debilitará la doctrina de que el matrimonio es un sacramento que une de forma permanente. Son temas serios y, a menos que sean abordados, existe la posibilidad de que por cada católico divorciado que de nuevo pueda comulgar haya muchos que se alejen de Dios y de la Iglesia.

Una solución posible para los temas arriba enumerados sería solicitar que la Iglesia disponga entrevistas con el primer cónyuge y los hijos antes de otorgar el derecho a comulgar. Sería similar a las audiencias que se conciertan con el otro cónyuge mientras se investiga la posibilidad de conceder una anulación.

Por supuesto, las cosas se complicarían, pero por otro lado, el realismo concreto de las familias y el divorcio en verdad es complicado.

Acerca del autor:

Paul C. Vitz, es un destacado académico en el Institute for the Psychological Sciences, Universidad Divine Mercy y profesor emérito en la Universidad de Nueva York. Posee un doctorado de la Universidad de Stanford y muchas publicaciones de psicología, en especial como exaltación al cristianismo. Su libro más reciente es Faith of the Fatherless: The Psychology of Atheism. Está casado con Evelyn (Timmie), una profesora de la NYU, y tienen seis hijos y 21 nietos.

Comentarios
1 comentarios en “La necesidad de un cuidado pastoral más completo
  1. En resumen : La misericordia sin la Verdad es más falsa que Judas y daña a todos, incluida la propia Iglesia, que ya no es apreciada como la Esposa de Cristo, Madre y Maestra sino como una madrastra.

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