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La anticoncepción: intrínsecamente mala

Paul VI elevates the future John Paul II, 1967
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Paul VI elevates the future John Paul II, 1967

Por Michael Pakaluk

En 2018, más de veinte conferencias en todo el mundo (así me cuenta Janet Smith) celebrarán Humanae Vitae (HV) en su 50 aniversario, aunque también es probable que veamos ataques coordinados a sus enseñanzas.

El modo del ataque no es difícil de adivinar. No tomará la forma de contradicción directa sino de subversión, cambios que vaciaría a HV de su contenido por medio de una supuesta «profundización» de su contenido.

Podemos conjeturar que los dirigentes serán ciertos obispos, en su mayoría de países adinerados, y teólogos de establecimientos académicos. Se afirmará que debido a que el 80 por ciento de católicos en ciertos países (no importa cuánto conocen o practican la fe) rechazan a HV, la enseñanza nunca se «recibió» y por lo tanto nunca fue válida (al menos en aquellos lugares, y entonces se instará al pluralismo).

El consenso entre las personas iluminadas de buena voluntad a favor de la anticoncepción se tomará como un «signo de los tiempos» y evidencia del trabajo del Espíritu Santo. Nos dirán que la Iglesia debe «escuchar» a esta gente en diálogo. De hecho, los Paul Erhlichs del mundo ya le expresaron al Vaticano que, a la luz de Laudato Si’, las parejas no deberían tener más de dos hijos. Sin embargo, ¿cuán «viable» es aquella normativa sin anticoncepción artificial?

Se comenta que Elizabeth Anscombe y Peter Geach (filósofos británicos casados entre ellos) brindaron por Pablo VI cuando HV fue promulgada. Estaban convencidos de que era la enseñanza de la Iglesia, pero claramente «podría haber tomado cualquier rumbo». Solo se necesita leer la historia de un concilio general polémico—Nicea o Éfeso, por ejemplo— para ver que la parte ortodoxa nunca dio nada por sentado. La Iglesia se impone porque los seguidores de Cristo actúan con heroísmo.

Por eso es que los católicos que practican la castidad tradicional, y aman a HV por defenderla, necesitan identificar el ataque y dar pasos para contrarrestarlo. Estos deberían ser principalmente espirituales: oración más frecuente e intensa, ayuno, asistencia a la misa, y recurrir a José y a María, aquella pareja guardiana de la castidad en la Sagrada Familia. Quizás también, se necesita un mayor perfeccionamiento a la hora de vivir la santa pureza. «… toda impureza o codicia, ni siquiera se mencione entre vosotros, como conviene a los santos» (Efesios 5, 3, Knox). No obstante, para los lectores de esta columna, también habrá trabajo de liderazgo y persuasión.

Los contornos del ataque se pueden discernir de los escritos de «disidentes» destacados de HV tiempo atrás cuando se celebró el anterior aniversario del hito, hace 25 años, tal como un artículo contundente del padre Richard A. McCormick, S.J. en la revista America.

Para entender el ataque, debemos imaginarnos en una visión del mundo extraña y abominable. Tengo en mente sobre todo a aquellos humildes padres católicos de la generación «JP II», quienes se dedicaron a tener niños y criarlos, haciendo muchos sacrificios para ese fin. Valoran la «teología del cuerpo», a la que con justicia ven como un desarrollo completo, satisfactorio y personalista de la doctrina de HV. Quizás hasta hicieron una peregrinación a Roma para el funeral, la beatificación o la canonización de este obviamente «gran» pontífice. Es probable que dichas personas se escandalicen al enterarse que estos disidentes de HV pensaran algo por completo diferente.

HV, por supuesto, fue un error para estos disidentes. Se afirmó (presuntamente) solo para proteger la autoridad papal, bajo el pobre argumento (ellos piensan) de que si un papa revoca las medidas de uno anterior, socava su propia autoridad. Bajo esa misma perspectiva, de manera similar se hizo cumplir con mezquindad, por Juan Pablo II y el cardenal Ratzinger solo por ejercicios arbitrarios de aquella autoridad «arreglando» sínodos y encuentros de la Iglesia. Después de todo, así se hacen las cosas en la Iglesia. Por lo tanto, se debe revertir en forma astuta y política, el «impasse» al que se llevó a la Iglesia por medio de estos esfuerzos erróneos.

Piensan que Humanae Vitae, en general, puede seguir vigente. Por supuesto, es verdad que hay una conexión usual entre los significados reproductivos y unitivos del matrimonio y el acto marital. Uno puede admitir, también, que aquellos son inseparables en el sentido que sería malo estar casado y por lo común no desear ser fructífero, y que sería malo ver a los hijos como otra cosa aparte de frutos del amor de un matrimonio. Estas son las enseñanzas centrales de HV. La doctrina de «responsabilidad parental», asimismo, en HV es capaz de un desarrollo más completo, a la luz de la «ecología integral».

Aunque lo que no debería permanecer vigente, observan los disidentes, es la afirmación de que viciar un acto de otro modo fructífero es «intrínsecamente malo». Ese es el punto de conflicto; eso es lo que se debe dejar de lado con cuidado. «El único tema que provocó la granizada de reacciones», escribe McCormick, «fue la enseñanza de que cada acto anticonceptivo es intrínsecamente desordenado (intrinsece inhonestum, No. 14)… Sacando eso, Humanae Vitae sería rotulado como una hermosa declaración contemporánea acerca del amor conyugal y la paternidad responsable».

Algunos de estos disidentes, entonces, rechazan por completo el concepto de actos intrínsecamente malos; o, lo que es igual, dicen que lo que cuenta como tal puede cambiar en el tiempo. Arrastran tergiversaciones de la enseñanza de la Iglesia acerca de usura y libertad religiosa como ejemplos de algo «intrínsecamente malo» que se volvió permisible. La esclavitud, por otro lado, estaba permitida pero ahora se la considera como lo anterior. La pena de muerte les viene perfectamente bien, asimismo, ya que es «per se contraria al Evangelio» por medio del Espíritu, a pesar de haber sido anteriormente permitida.

Veritatis Splendor de san Juan Pablo II parece un problema difícil para ellos, no obstante. Después de todo, enseña que los actos intrínsecamente malos lo son, semper et pro semper. (n. 82) Atribuye esta enseñanza tanto a la tradición constante de la Iglesia y las Sagradas Escrituras. Lo peor de todo, menciona actos de anticoncepción artificial como un ejemplo claro. (n. 80) ¿Cómo se podría dejar de lado?

Este año, sin duda veremos hábiles esfuerzos para hacer eso mismo.

Acerca del autor:

Michael Pakaluk, estudioso de Aristóteles y catedrático de la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino, es profesor de la Busch School of Business and Economics en la Universidad Católica de América. Vive en Hyattsville, Maryland, con su esposa Catherine, también profesora de la Busch School, y sus ocho hijos.

Comentarios
8 comentarios en “La anticoncepción: intrínsecamente mala
  1. La mayoría de los homosexuales de hoy provienen de las filas de los fornicadores de ayer que habiendo perdido el gusto por el sexo contrario, y en eso los anticonceptivos tienen mucho que ver, prefieren juntarse con los de su mismo género para no soportar al contrario. El resto se curan con una sesión de media hora. El anticonceptivo es común a ambos casos y es el principal impedimento para que hombre y mujer sean una sola carne. Por eso la anticoncepción es una puerta abierta a la homosexualidad, donde la frustración del coito es absoluta, más aún que en la ipsación en la que no hay expectativa alguna de placer ajeno.

    Por lo tanto, -aquellos no tienen ninguna excusa-. 21 En efecto, habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron ni le dieron gracias como corresponde. Por el contrario, se extraviaron en vanos razonamientos y su mente insensata quedó en la oscuridad.
      
    22 Haciendo alarde de sabios se convirtieron en necios, 23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por imágenes que representan a hombres corruptibles, aves, cuadrúpedos y reptiles. 24 Por eso, dejándolos abandonados a los deseos de su corazón, -Dios los entregó a una impureza que deshonraba sus propios cuerpos-, 25 ya que han sustituido la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a las criaturas en lugar del Creador, que es bendito eternamente. Amén.
      
    26 Por eso, -Dios los entregó también a pasiones vergonzosas-: sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por otras contrarias a la naturaleza. 27 Del mismo modo, los hombres dejando la relación natural con la mujer, ardieron en deseos los unos por los otros, teniendo relaciones deshonestas entre ellos y recibiendo en sí mismos la retribución merecida por su extravío. 28 Y como no se preocuparon por reconocer a Dios, -él los entregó a su mente depravada- para que hicieran lo que no se debe.
      
    29 Están llenos de toda clase de injusticia, iniquidad, ambición y maldad; colmados de envidia, crímenes, peleas, engaños, depravación, difamaciones. 30 Son detractores, enemigos de Dios, insolentes, arrogantes, vanidosos, hábiles para el mal, rebeldes con sus padres, 31 insensatos, desleales, insensibles, -despiadados-. 32 Y a pesar de que conocen el decreto de Dios, que -declara dignos de muerte a los que hacen estas cosas, no sólo las practican, sino que también aprueban- a los que las hacen.

  2. Llama la atención que, de un lado y de otro, se ponga el foco sobre Humanae vitae y las enseñanzas de Juan Pablo II, unos para defenderlas y otros para ponerlas al día, esto es, aniquilarlas.
    Como si el magisterio sobre la contracepción hubiese comenzado con Humanae vitae. Se tiende a olvidar por completo Casti connubii (1930) de Pío XI, que contiene al respecto en sustancia la misma condena irreformable, pero con mayor claridad y rotundidad que las enseñanzas posconciliares. Basta con leer el párrafo que acabo de transcribir, que se encuentra en el número 21 de esa encíclica.
    Claro está que Pío XI es en esto un aliado incómodo en la resistencia juanpablista contra Francisco. Porque si Juan Pablo II pudo apartarse con sus actos y enseñanzas ecumenistas y panreligiosas del magisterio piano contra ese movimiento (encíclica Mortalium animos, 1928), o con sus actos y enseñanzas favorables a la neutralidad religiosa del Estado apartarse igualmente del magisterio piano sobre el reinado social de Cristo (encíclicas Ubi arcano, 1922, y Quas primas) ¿por qué no podría Francisco hacer lo mismo?

  3. «Habiéndose, pues, algunos manifiestamente separado de la doctrina cristiana, enseñada desde el principio y transmitida en todo tiempo sin interrupción, y habiendo pretendido públicamente proclamar otra doctrina, la Iglesia católica, a quien el mismo Dios ha confiado la enseñanza y defensa de la integridad y honestidad de costumbres, colocada, en medio de esta ruina moral, para conservar inmune de tan ignominiosa mancha la castidad de la unión nupcial, en señal de su divina legación, eleva solemne su voz por Nuestros labios y una vez más promulga que cualquier uso del matrimonio, en el que maliciosamente quede el acto destituido de su propia y natural virtud procreativa, va contra la ley de Dios y contra la ley natural, y los que tal cometen, se hacen culpables de un grave delito.» Pío XI, Casti connubii, 1930.

  4. Excelente artículo de Michael Pakaluk.

    El estado mental de error permanente por parte de la Jerarquía es el mismo ahora que en tiempos de Pablo VI. El único cambio importante está en la calidad humana de quien está al frente del Vaticano. Ahora tenemos este falso Papa argentino que llama al mal bien y bien al mal.

    Derogar la recta doctrina de los actos intrínsecamente malos es lo mismo que instaurar que el fin justifica los medios. Un acto malo lo convierten en bueno por la «bondad» de esa pareja cristiana, tan «buena» gente, incapaz de errar. Esta mentira Bergoglio and company la van a utilizar para promover la anticoncepción generalizada, que es lo que buscan. El mal llamándolo bien, y al bien llamarlo mal.

  5. Sr. Sancho:

    «La propia Iglesia permite por motivos graves usar métodos “naturales”, lo que es algo así como autorizar que se coma la fruta sólo cuando está verde, evitando comerla madura. Es por eso que resulta una hipocresía que, para evitar un embarazo, se pueda andar haciendo cálculos sobre cuando tener relaciones, mientras se prohibe el uso de otros métodos por considerarlos artificiales, algunos de los cuales, además, evitan la transmisión de determinadas enfermedades a la pareja;»
    Hermoso ejemplo de falacia «hombre de paja»: la Iglesia permite regular la concepción con métodos naturales (abstinencia sexual en ciertos momentos), que no son métodos anticonceptivos, ni naturales ni artificiales.
    La comparación con la fruta es «de paja»: sería que la Iglesia te prohíbe comer fruta, pero te autoriza a comer lechuga. Son de naturaleza totalmente distinta.
    Los métodos anticonceptivos (me gustaría saber cuales considera «naturales») desnaturalizan el acto sexual, en cuanto eliminan su fin (la procreación), pero mantienen sus características fruitivas.
    La regulación natural del embarazo suspende al acto sexual, no lo desnaturaliza. Sencillo de entender, creo.
    Este post de Infocatólica es bastante explicativo en merito a la cuestión.
    http://infocatolica.com/blog/mirada.php/1512300931-120

  6. En mi opinión, la postura de la Iglesia sobre los métodos anticonceptivos es un error que puede perjudicar la relación conyugal cuando, como es lo habitual en católicos que deciden casarse, no tienen el don de la castidad. Además, en la Biblia no dice que Dios castigara a Onán por usar uno de esos métodos, sino por no querer dar descendencia a su hermano fallecido, para quedarse con su herencia (Gen 38,8-9).

    La propia Iglesia permite por motivos graves usar métodos “naturales”, lo que es algo así como autorizar que se coma la fruta sólo cuando está verde, evitando comerla madura. Es por eso que resulta una hipocresía que, para evitar un embarazo, se pueda andar haciendo cálculos sobre cuando tener relaciones, mientras se prohibe el uso de otros métodos por considerarlos artificiales, algunos de los cuales, además, evitan la transmisión de determinadas enfermedades a la pareja; aunque también hay que decir que otros tienen efectos perjudiciales para la salud, o pueden considerarse abortivos. En este asunto de tener hijos, pienso que también se debería aplicar lo que dijo san Pablo sobre la limosna: “Que cada uno dé conforme a lo que ha resuelto en su corazón, no de mala gana o por la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría” (2 Cor 9,7).

  7. No seré yo quien ataque la moral sexual católica como algo inválido, obsoleto o irrealizable. Tampoco que los planteamientos de la «Humanae Vitae» en cuestiones de regularización de la natalidad sean rechazables y fuera de lugar. Todo en teoría es perfecto y maravilloso, moral y teológicamente impecable, redondo y límpido sin mancha y arruga.
    Hasta ahí todos de acuerdo…………pero ahora vienen los «peros» o problemas. Y estos parten de la realidad, del estado de la gente, de lo que hay en la «calle». Y es que resulta que esta moral tan exigente que tiene como telón de fondo una castidad íntegra y bien integrada es difícilmente asumible por gran parte de la población,exeptuando personas con un nivel de formación importante que han recorrido un camino de fe y espiritualidad serios y bien integrados.
    Plantear dar de comer carne a gente que todavía es lactante en cuestiones de fe y moral (aunque sean muy adultos) es algo que la iglesia tendría que hacerse ver en su pastoral y en la preparación al matrimonio.

  8. Convendría completar el artículo con una mención al teólogo, por llamarlo de alguna manera, Chiodi, comisionado por Francisco para peinar la HV con el discernimiento de la Amoris, en especial el de la conciencia deformada estimulada en el 303, quien ya va propalando que la anticoncepción no sólo es viable sino hasta una necesidad ética. Separar los aspectos unitivo y procreador del acto conyugal conlleva legitimar las relaciones extramatrimoniales, incluidas las gay, y hasta la zoofilia. Quien ahora quiere acabar con la HV es nada más y nada menos que el mismísimo Francisco, quien ya ha acabado con el matrimonio indisoluble, aunque trate de engañarnos diciendo que la doctrina no cambia, cuando está cambiando todo.

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