Por Francis X. Maier
A finales de la década de 1960, la Universidad de Notre Dame seguía siendo una institución solo para hombres. La guerra de Vietnam estaba en pleno apogeo, al igual que las protestas en los campus. El reclutamiento militar obligatorio seguía vigente. Las drogas ilegales apenas comenzaban a aparecer. Y los inviernos en South Bend tenían todo el encanto de un campo de trabajos forzados soviético en el Ártico.
En medio del desolador febrero de 1969 –mi penúltimo año de universidad– llegó un rayo de luz, extrañamente insólito: una conferencia de pornografía organizada en Notre Dame. De alguna manera, logró organizarse sin que la administración de la escuela la cancelara. Para miles de estudiantes varones desesperados y privados de la compañía femenina (incluyéndome a mí), tenía la atracción magnética de un rayo tractor de Star Trek.
Pero no por mucho tiempo. Fue intervenida por la policía con gas pimienta y luego cancelada.
En las décadas siguientes, me casé, tuve hijos y conseguí un buen empleo. Me sorprendió cómo muchos de mis compañeros de clase, a pesar del tumulto de los años 60, crecimos para convertirnos en adultos razonablemente responsables y felices. Sin embargo, no fue suerte, sino bendición. Tuvimos la ventaja de formarnos en una cultura que aún era, en muchos aspectos, saludable y cuerda; una cultura inclinada hacia matrimonios y familias estables, y con un sentido moral más o menos bíblico.
Lo que mi generación hizo con esa cultura es otra historia. Ahora vivimos en un país donde una jueza de la Corte Suprema no puede o no quiere definir lo que es una mujer.
Estamos muy lejos de la (relativa) inocencia de los años 60. Por eso herramientas como The Young Adult Playbook: Living Like It Matters son tan valiosas. Vivimos en un momento de intensa confusión cultural y ruido constante. Precisamente por eso, este manual está dirigido principalmente a jóvenes adultos universitarios, aunque también es una lectura esencial para los padres.
Es literalmente una hoja de ruta práctica para dar forma a una vida significativa en un mundo lleno de ansiedad laboral, caos emocional y distracciones materiales constantes. En palabras de los autores, el Playbook “ofrece una visión esperanzadora de una buena vida y el valor para caminar por un nuevo camino”; un camino más maduro y gratificante que el trabajo incesante, los deseos crecientes pero vacíos, y las relaciones sin intimidad. Y cumplen esa promesa.
Los autores conocen bien el material gracias a su vasta experiencia personal. Ambos son cónyuges y padres. Ambos son educadores universitarios con años de experiencia. Anna Moreland es profesora en la Universidad de Villanova y directora de su programa de honores. Thomas W. Smith, exprofesor de Villanova y colega de Moreland, ahora es decano de la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad Católica de América.
Ambos están profundamente comprometidos con la fe católica, su sabiduría moral y su tradición intelectual. Durante el mandato del arzobispo Charles Chaput en Filadelfia, ambos fueron recursos clave para la Iglesia local. Además, tienen la habilidad de comunicar verdades esenciales de manera clara, sencilla y atractiva, un don que muestran en el Playbook y que es crucial para captar el interés de los lectores jóvenes.
El libro está estructurado en tres áreas principales: trabajo, ocio y amor. Surgen preguntas clave: ¿Qué constituye el verdadero éxito? ¿Cómo debería uno perseguirlo? ¿Cómo usar el tiempo de manera intencional –para trabajar, descansar y renovarse– sin desperdiciarlo? ¿Cómo cultivar una intimidad auténtica? Los autores abordan cada área mediante “historias cautivadoras, consejos prácticos sólidos, expectativas elevadas y hábitos renovados,” junto con ejercicios específicos de escritura.
En resumen, el Playbook es un manual conciso, accesible y efectivo diseñado para ayudar a los jóvenes adultos a reorientar sus aspiraciones y hábitos hacia una vida de verdadera felicidad. Es decir, es un pequeño libro con un gran impacto para aquellos que –para tomar prestado un pensamiento de los autores– desean conectar con sus esperanzas y sueños más profundos, y descubrir lo que realmente quieren de la vida.
El carácter estadounidense tiene una marcada tendencia hacia el individualismo. Cuando eso se combina con una economía de consumo que depende de crear apetitos constantemente nuevos, obtenemos una catequesis 24/7 en codicia y egocentrismo; una sociedad permanentemente inquieta. Nada vende mejor que el sexo, ya sea en nuestro entretenimiento o en la publicidad de nuevos productos. Por eso ahora estamos inundados con imágenes sexuales explícitas que habrían sido inimaginables en los años 60, no solo en Internet, sino también en nuestro comercio y los medios principales. El resultado es predecible.
Las tasas de soledad, uso de pornografía, enfermedades de transmisión sexual y disforia de género entre los jóvenes han aumentado en Estados Unidos. Mientras tanto, las relaciones sexuales reales y tangibles entre parejas han disminuido. Lo que hemos creado es una cultura de exquisito egoísmo fracturado.
Una cultura que ve las relaciones como transitorias y a los hijos como algo caro, aterrador y demandante. Y, por supuesto, lo son, aunque también son mucho más que eso. El impacto social de todos estos factores combinados es un aumento en la ansiedad, la ira, la depresión y otros problemas de salud, junto con un abuso generalizado del lenguaje –consideremos expresiones como “derechos reproductivos”– para disfrazar el daño que se está causando.
La lección aquí es bastante sencilla. No podemos pervertir el orden de la Creación –la naturaleza del mundo creado– sin que la naturaleza eventualmente se vuelva en nuestra contra. Eso incluye la naturaleza humana, que abarca nuestra sexualidad y su diseño.
Para citar a Wendell Berry, nuestra sexualidad no puede ser prostituida para uso comercial o de entretenimiento –“prostituida” es una palabra que Berry elige deliberadamente– sin destruir también el romance, el cortejo, el amor duradero, la vida familiar, la integridad del hogar e incluso el respeto básico y la cortesía entre los sexos.
La devaluación de la sexualidad es como la devaluación de una moneda. Destruye cualquier valor relacionado. En lugar de liberación, obtenemos conflicto y sufrimiento.
Este es el mundo que enfrentan ahora los jóvenes adultos. Mi generación ayudó a moldearlo, y nos corresponde a todos ayudar a los jóvenes a sobrevivir, madurar en virtud y carácter, y construir algo mejor para ellos mismos y para las vidas que toquen en el futuro.
Al final, por eso importa The Young Adult Playbook. Y por eso los autores nos han dado algo importante.
Acerca del autor
Francis X. Maier es investigador principal en estudios católicos en el Ethics and Public Policy Center. Es autor de True Confessions: Voices of Faith from a Life in the Church.