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San Vicente y las vacunas

St. Vincent Ferrer Preaching by Alonso Cano, 1644-45 [Santander Foundation, Madrid, Spain]
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Por Dawn Beutner

¿Debe ponerse la vacuna para el COVID? ¿Debe negarse? Al igual que nos han inundado con noticias sobre el COVID durante más de un año, ahora nosotros (los católicos, al menos) estamos inundados de opiniones diferentes y a menudo vehementes sobre si los individuos pueden o no recibir la vacuna con buena conciencia.

Les ahorraré una repetición del espectro de argumentos sobre este tema; son fáciles de encontrar en Internet. En su lugar, me gustaría llamar la atención sobre cómo actuó un santo cuando se enfrentó a una situación similar, aunque no tenía nada que ver con una enfermedad y sí con aportar sabiduría a una crisis internacional.

San Vicente Ferrer fue un sacerdote dominico español que vivió a finales del siglo XIV y principios del XV. También fue uno de los predicadores más dotados e influyentes que ha conocido la Iglesia. Vivió en la época del Cisma de Occidente (1378-1418), una situación política compleja con una historia complicada. En resumen, Vicente era un destacado líder católico cuando tres hombres distintos pretendían ser el Papa.

El propio Vicente había apoyado a uno de ellos, Pedro de Luna; de Luna era su amigo, y Vicente pensaba que traería la reforma y la estabilidad a la Iglesia. Pero con el paso del tiempo, las tensiones no hicieron más que aumentar, y de Luna se endureció en su negativa a aceptar cualquier negociación que condujera al fin del cisma.

San Vicente reconocía que el objetivo último de todo católico de la época debía ser la reunificación de la Iglesia bajo el liderazgo de un solo pastor (válidamente elegido). Se dio cuenta de que Pedro de Luna, aunque era su amigo, ya no servía al bien de la Iglesia, sino sólo a sí mismo. Por ello, Vicente utilizó su influencia para convencer a otros líderes católicos de que se distanciaran de de Luna. Al final, los tres pretendientes renunciaron (aunque de Luna se mantuvo obstinado hasta el final) para que se pudiera elegir un nuevo Papa. Toda la cristiandad no sólo suspiró de alivio, sino que aclamó a San Vicente como un gran pacificador.

Del mismo modo, los que buscamos el fin del aborto debemos apartarnos del tema de las vacunas y recordar nuestro objetivo final: crear una cultura que respete la dignidad de la vida humana. En la búsqueda de ese objetivo, podemos seguir el ejemplo de San Vicente.

Al igual que todo el mundo en su época tenía que dejar de discutir sobre qué hombre era el Papa legítimo, cada uno de nosotros tiene que dejar de discutir sobre si creemos que otra persona debe ponerse o no la vacuna. Hay mucha información disponible para ayudar a las personas a decidir si creen que es lícito, seguro y razonable recibir la vacuna del COVID. ¿Está convencido por esos argumentos de que es una decisión prudente? Entonces, vacúnese. ¿No está convencido? Entonces no lo hagas. Por caridad, deberíamos respetar el libre albedrío de los demás lo suficiente como para dejar que los individuos tomen su decisión.

En tiempos de San Vicente, nadie podía deshacer la violencia y la confusión causadas por tres hombres que pretendían ser Papa al mismo tiempo. El daño estaba hecho. Del mismo modo, no podemos retirar de forma retroactiva todos los medicamentos de nuestras farmacias locales que ya han sido contaminados por estar relacionados (aunque en la mayoría de los casos de forma remota) con células de niños abortados. El daño ya está hecho. Seguramente es muy doloroso para los provida que acaban de tomar conciencia de que esta práctica ha estado ocurriendo, pero las voces provida llevan décadas tratando de concienciar sobre este asunto. Es divinamente irónico que una epidemia mundial arroje luz sobre un tema provida que ha sido ignorado por nuestra cultura.

San Vicente nos diría que el primer paso es fácil: el arrepentimiento. Cada uno de nosotros, como individuos, puede decirle a Dios que lamenta que la investigación biomédica en nuestro país haya estado utilizando niños abortados para fabricar medicamentos e incluso ofrecer algún acto privado de penitencia. Pero luego podemos levantarnos, dejar de discutir entre nosotros, movilizar a ese gran cuerpo llamado movimiento provida, y alzar respetuosamente nuestras voces unidas a las personas que pueden evitar que esto vuelva a suceder: las empresas farmacéuticas.

Al fin y al cabo, son empresas. Si podemos convencerles de que grandes segmentos de la población se preocupan por la forma en que desarrollan sus productos -y por cómo eso afectaría a sus resultados-, tenemos motivos para esperar que nos escuchen. Tanto si las personas deciden recibir la vacuna del COVID como si no, pueden expresar su preferencia por recibir vacunas producidas de forma ética.

Influir en las empresas farmacéuticas no será fácil. Pero si estamos comprometidos con la protección de las mujeres y los niños contra el aborto -y yo diría que los estadounidenses hemos demostrado estar comprometidos con este objetivo incluso desde antes del 22 de enero de 1973-, la cuestión de las vacunas es sólo una forma más de educar a nuestra cultura sobre la dignidad de la vida humana.

Hace apenas dos semanas, la Conferencia Episcopal lanzó una campaña para llegar a las empresas farmacéuticas que utilizan líneas celulares derivadas del aborto. (Léalo aquí.) Es sólo un comienzo y habría sido aún mejor si hubiera llegado hace un año o más. Pero es un buen primer paso. ¡Que hayan muchos más!

Acerca del autor:

Dawn Beutner, una nueva colaboradora, es autora de Saints: Becoming an Image of Christ Every Day of the Year  (Ignatius Press 2020) y escribe en dawnbeutner.com. Ha sido líder parroquial de Respect Life en tres estados durante muchos años.

Comentarios
4 comentarios en “San Vicente y las vacunas
  1. BENEDICTO XIII FUE UN GRAN PAPA.
    San Vicente Ferrer creo que no estuvo acertado en su abandono del Papa VERDADERO.
    Y sobre las «no vacunas», pues no inmunizan de nada, pues que quiere que les diga: jamás me dejaré inyectar con un producto procedente del ABORTO DE OTROS SERES HUMANOS.
    Por simples razones de HUMANIDAD Y CREENCIA RELIGOSA EN QUE EN UN FETO HAY UNA PERSONA HUMANA, de la misma forma que tampoco comería carne de otro ser humano, o me opondré con todas las fuerzas a la criminal eutanasía, al igual que al criminal aborto.
    Son principios de nuestra fe cristiana, que no debemos ni podemos IGNORAR.
    Al menos según mi conciencia y (escasos) conocimientos religiosos…

  2. Pues ese es el problema, que los gobiernos pretenden imponer un pasaporte, constancia de vacunación, y sin el cual no se podrá hacer nada, ni tener trabajo, ni entrar en las tiendas, ni viajar, ni nada. Si tuviéramos la certeza que a nadie se le va a forzar a estar vacunado, pues el tema no tendría necesidad de ser tratado

  3. Actitud súmamente ingenua e ignorante de lo que se esta cocinando detrás de todas las cortinas de cada país y a nivel mundial. Ojalá fuera así de simple. Pero el autor del artículo ignora que en todo el mundo autoridades de salud y gubernamentales, así como los mismos vacunados PRESIONAN Y CHANTAJEAN a los que no se quieren vacunar. Ignoran por completo las numerosas convenciones y códigos internacionales que, a raíz de las prácticas diabólicas de los nazis en los campos de exterminio (como el maligno doctor Mengele) , establecen que nadie puede ser forzado a dejarse inyectar o someter a tratamiento alguno sin su consentimiento. Sé de personas obligadas a vacunarse por el simple hecho de estar trabajando de barrenderos en un centro de salud o arriesgarse a ser despedidas. Sacerdotes que califican en sus homilías de irresponsables a aquellos que no se quieren vacunar. Y ya ni hablar de un supuesto Papa mandando a vacunar gente, cuando su misión es vacunarlas contra la peste de la condena eterna.

  4. Estoy parcialmente de acuerdo con la autora. Posiblemente lo mejor sea dejar libertad para que el quiera vacunarse o quien se sienta más seguro o crea la vacuna lo va a proteger lo haga. Pero siendo esto cierto ¿Qué pasará cuando como consecuencia de esas vacunas empiecen a surgir «nuevas cepas», porque las farmacéuticas no van a reconocer el caos que pueden producir sus efectos «secundarios» y muy probablemente acusarán a los «irresponsables» y a los «insolidarios» que no nos hayamos vacunado de ser lo responsables de la quinta ola para inflamar a la opinión pública contra los disidentes, en vez de explicar porque el origen de la neumonía del Cóvid es intersticial y no alveolar, antes que investigar la relación entre vacunación y Cóvid?

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