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Resistir el «descrédito de la plegaria» en este Día de Acción de Gracias

Monk in Prayer by Édouard Manet, 1865 [Museum of Fine Arts, Boston]
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Monk in Prayer by Édouard Manet, 1865 [Museum of Fine Arts, Boston]
Por Clemente Lisi

El día de Acción de Gracias y la plegaria están intrínsecamente unidos. Aunque la celebración —dentro de una semana contando desde hoy— tiene sus raíces en la Inglaterra protestante (la primera fue llevada a cabo en el año 1621 por los peregrinos que huyeron de Europa en busca de libertad religiosa), desde entonces los estadounidenses de todos los credos adoptaron esta excepcional festividad de agradecimiento a Dios.

Nadie se enteraría de esto por la manera en que usualmente los principales medios de comunicación eligieron tratarlo en años recientes. El día de Acción de Gracias perdió su significado religioso —muchas personas no ofrecen una plegaria antes de comenzar con el pavo— y se reemplazó con un interés en partidos de football americano y ventas del Black Friday. La Navidad, por desgracia, también se tornó menos acerca de Jesús y más sobre el consumismo. Es parte de una tendencia más grande por la cual nuestra sociedad se seculariza de manera gradual, aun en festividades explícitamente religiosas. Asimismo la oración, tan central en las vidas de millones de estadounidenses, es invisible para aquellos que les llevan las noticias cada día.

La razón principal es que no hay lugar para la piedad en un Estados Unidos donde la extrema izquierda —con la complicidad de la prensa— busca rediseñar las tradiciones y la moral de nuestro país. Se demostró más allá de ninguna duda que los medios de comunicación más importantes son en su mayoría agnósticos —hasta antirreligiosos— y privilegian lo políticamente correcto. Intente un experimento: Eche un vistazo al periódico de su ciudad o mire las noticias en la televisión; cualquiera creería que el Día de Acción de Gracias se trata de buscar ofertas en el centro de compras. Sí, de vez en cuando están las historias felices acerca de colectas de alimentos, pero tienen más que ver con la caridad que con la plegaria.

La cobertura de las noticias en la que se ignora el verdadero significado del Día de Acción de Gracias (y la vida religiosa de tantos estadounidenses comunes) se debe a la peligrosa tendencia mediática de «desacreditar a la plegaria». Si en las redes sociales uno admite que reza, entonces se lo ridiculiza. Emma Green, quien escribe para The Atlantic, primero acuñó la frase «descrédito de la plegaria» en 2015: «los demócratas se preocupan por hacer algo y tomar medidas mientras los republicanos pierden tiempo ofreciendo rezos sin sentido. A estas dos reacciones, diseñar políticas y orar, se las caracteriza como mutuamente excluyentes, y se cree que provienen de concepciones del mundo completamente opuestas». Todos los principales medios de comunicación como Slate, Esquire, y el Huffington Post publicaron artículos en los que el «descrédito de la plegaria» recibe el visto bueno.

El tema pasó a primer plano como secuela del tiroteo de San Bernardino en 2015 y, otra vez hace poco, después de la masacre de Las Vegas. Varios candidatos presidenciales republicanos —incluidos Ted Cruz, Lindsey Graham y Rand Paul— ofrecieron «pensamientos y plegarias». El New York Daily News publicó un titular en su portada que encapsulaba el espíritu antiplegaria: «Dios no solucionará esto». Abajo decía: «Mientras se deja tirados en charcos de sangre a la última tanda de estadounidenses inocentes, los cobardes que en verdad podrían terminar con el flagelo de las armas continúan escondiéndose detrás de clichés sin sentido».

Los creyentes maduros saben, sin embargo, que Dios no está simplemente para arreglar las cosas. Nos dio a todos nosotros el libre albedrío para elegir el bien y el mal. La Biblia enseña a los cristianos a orar como un acto de alabanza y obediencia. Es la manera en que nos comunicamos con el Señor. Las personas que lo reemplazaron con egocentrismo y libros de autoayuda ven las cosas de modo diferente. Piensan que los cristianos creen en un Dios que, como un genio, está allí para concederles deseos a los que creen en Él.

Las personas en puestos de poder en empresas de medios tienen una visión distinta: ven a la plegaria como una excusa para la inacción. Los que resisten controles de armas aun más estrictos mientras que también oran por la paz en una época de tragedia deben ser hipócritas, insensibles, tontos ignorantes que solo proponen hablar en tiempos de aflicción. La ortodoxia izquierdista considera a la oración un gesto vacío donde esconderse porque lo más importante para nuestra vida diaria es el estado, no la religión; el gobierno es todopoderoso, no Dios.

El periodismo convencional, en su mayoría, obedece a esa noción. Todos los días, los principales departamentos de noticias de este país describen historias donde se ponen del lado de personas que consideran que necesitan apoyo. Los miembros de la comunidad LGBTQ, por ejemplo, son una clase protegida y hasta celebrada. No se tolera la negatividad hacia los seguidores del Islam, en especial, luego de un atentado. Para los medios, las personas «trans» deben ser defendidas, y todos podemos utilizar cualquier sanitario que deseemos.

Si está en desacuerdo con alguna de estas cosas, usted es un intolerante. Los musulmanes pueden ser devotos, pero los cristianos no. Si argumenta que los musulmanes deberían hacer más para detener a los fanáticos religiosos de su entorno, entonces usted es un islamofóbico.

Los medios consideran «acoso intimidatorio» a toda esta clase de comportamiento. Si expresa tales opiniones, usted será rotulado de intolerante. El tiroteo de San Bernardino fue llevado a cabo por dos musulmanes —marido y mujer que se inspiraron en el ISIS— pero no se los mencionó en la ahora famosa primera plana del Daily News. Las personas que rezan por la paz se convirtieron en el problema, no los que cometieron los delitos.

Se puede decir lo mismo de los católicos creyentes. Envíe por Tweeter sus «pensamientos y plegarias» luego de una tragedia (mientras también apoya a la Segunda Enmienda), entonces hay algo malo con usted.

Las personas en las redacciones de noticias ahora creen que son los árbitros de las partes de la Constitución que deberían ser defendidas. El derecho a la libertad de prensa de la Primera Enmienda se celebra con toda razón (porque protege sus puestos de trabajo). Sin embargo, no ocurre lo mismo con la sección acerca de la libertad religiosa; en ocasiones hasta se la califica de ser un pretexto para la «intolerancia». El derecho a portar armas de manera legal en la Segunda Enmienda es también un terreno vedado, otra parte de la Constitución que muchos periodistas pasan por alto porque creen que ellas son la raíz de todos los males.

No desean enterarse de los «pensamientos y plegarias» de nadie.

Hay una manera de hacer algo: rezar para que el periódico y el canal de televisión de su ciudad no participen en el descrédito de la plegaria la próxima vez que haya una masacre. Si lo hacen, hágale un boicot a esa emisora o cancele su suscripción al periódico. Esa es una llamada de atención que tendrá impacto.

Después de todo, nuestra libertad de orar es un derecho que deberíamos defender —y estar agradecidos— cuando nos reunimos alrededor de la mesa de Día de Acción de Gracias.

 

 

Acerca del autor:

Clemente Lisi es profesor ayudante en la cátedra de Periodismo en The King’s College en Nueva York. Tiene casi veinte años de experiencia como periodista y editor de medios tales como el New York Post, ABC News y el New York Daily News.

Comentarios
2 comentarios en “Resistir el «descrédito de la plegaria» en este Día de Acción de Gracias
  1. San Josemaría Escrivá :
    La religión es la mayor rebeldía del hombre que no tolera vivir como una bestia, que no se conforma -no se aquieta- si no trata y conoce al Creador. Os quiero rebeldes, libres de toda atadura, porque os quiero -¡nos quiere Cristo!- hijos de Dios. Esclavitud o filiación divina: he aquí el dilema de nuestra vida. O hijos de Dios o esclavos de la soberbia, de la sensualidad, de ese egoísmo angustioso en el que tantas almas parecen debatirse.

    El Amor de Dios marca el camino de la verdad, de la justicia, del bien. Cuando nos decidimos a contestar al Señor: mi libertad para ti, nos encontramos liberados de todas las cadenas que nos habían atado a cosas sin importancia, a preocupaciones ridículas, a ambiciones mezquinas. Y la libertad -tesoro incalculable, perla maravillosa que sería triste arrojar a las bestias- se emplea entera en aprender a hacer el bien. (Amigos de Dios, 37-38)

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